12 razones por las que recordarás (o no) esta edición de Gran Hermano

Un triángulo amoroso, una musulmana con velo y una cabra, protagonistas de la 15º entrega del formato televisivo

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Gran Hermano ha llegado a su décimo quinta edición en un estado de salud envidiable. El hashtag #gh15 ha liderado la lista de los trending topics de España durante 2014 y, pese a que las audiencias no han sido espectaculares, las galas semanales han mantenido un buen share (una media de 27,7% de pantalla), su éxito en redes sociales ha sido total y el programa final, en el que más de cuatro millones de espectadores vieron el minuto de oro, ha logrado el mejor resultado desde Gran Hermano 11. Aunque gran parte de la población permanezca completamente ajena al fenómeno, hay otra que ha vivido los tres meses de duración del formato con intensidad. Y Twitter se ha convertido en la herramienta favorita de los espectadores para compartir sus filias y fobias.

Estos son los momentos que nos deja para el recuerdo esta edición del que sigue siendo uno de los programas de televisión más populares en España, el único país que ha alcanzado las 15 ediciones.

1. Los particulares juegos con el lenguaje de los concursante: “Por supuestamente”, “Lo hizo apostamente” o “No ha habido maltratación ninguna”.

2. Mercedes Milá entró en la casa tras la primera gala y acompañada de una gallina en la mejor tradición de Lina Morgan. El programa no aclaró si entraba para quedarse y participar durante los tres meses de duración del encierro. Al final sólo pasó allí una noche y salió a la mañana siguiente.

3. Uno de los concursantes con mayor protagonismo desde el comienzo fue Omar, un joven de Carabanchel que se encontró en el programa con el que era su hermano por parte de padre, Alfredo. No se habían visto nunca. Gran Hermano repetía así con éxito una jugada que ya habían intentado en una edición anterior, cuando juntaron a dos hermanas que habían crecido separadas y se produjo el siguiente diálogo:

- Oye, que soy tu hermana.

- Ah, ¿sí? Pues dame fuego. (sosteniendo un cigarrillo)

4. La historia que disparó los audímetros fue un triángulo amoroso. Durante las dos primeras semanas de concurso los participantes Paula, una joven de Barcelona, pero llegada desde Hawai, y Omar formaron una pareja. Él había roto con su novia de dos años el fin de semana antes a entrar en la casa de Gran Hermano. Factor que no le impidió decirle a su nueva conquista grandes declaraciones como que era el amor de su vida y la madre de sus hijos. Entonces, la organización del programa decidió ir a buscar a la exnovia de Omar, Lucía, y le ofrecieron entrar en el programa como sustituta de un concursante que había abandonado. Para regocijo del público, aceptó participar. 24 horas después de que pisara la casa (con una fiesta mediante), Omar había dejado a Paula para volver con Lucía.


5. Lo que siguió fue un carrousel de emociones y un intenso debate en el que el público se posicionaba a favor de unos o de otros. Omar se negaba a mantener relaciones sexuales con Lucía dentro de la casa “porque la respeto”. En cambio no dudaba en intentar tenerlas con Paula “porque ella no me importaba en realidad”.

6. Paula, uno de los vórtices del triángulo, ha sido la protagonista indiscutible de esta edición, muy polémica y discutida y, por tanto, popular. Como había vivido cinco años en Hawai, se la conoció por el muy rebuscado mote de “la hawaiana”. ¿Cómo es? Constantes cambios de humor, chillidos que desafiaban el umbral de resistencia de los tímpanos y la repetición constante de la expresión “Muero de amor” (un mantra para sus seguidores). Pasional, sincera, entusiasta y divertida para su club de fans o inaguantable histérica que exageraba su comportamiento para llamar la atención para sus oponentes. La concursante ha protagonizado más vídeos, resúmenes e hilos argumentales que ninguno otro de sus compañeros. Las discusiones en torno a si su condición de víctima le han favorecido en el concurso reflejando hasta cierto punto cómo percibe el público las relaciones sentimentales.

7. La principal diferencia de esta edición con las anteriores ha sido que los concursantes podían entrar por parejas. Hugo eligió a su cabra (Rubia) como compañera. De perfil bajo, casi tan plano como el de su mascota. Nada más ser expulsado dejó a su pareja al encontrarse con que multitud de “pivones de yate” (sic) le habían dejado requerimientos amoroso-sexuales en el móvil, cuyo número no había tenido la precaución de borrar de su perfil público de Instagram.

8. Otros dos amagos de parejas no llegaron a consumarse (al menos de forma pública): Juanma y Azahara y Jonathan y Yolanda. Ellos, primos valencianos y surferos, evitaban pasar a mayores con ellas usando siempre la misma justificación: "Tengo una persona especial fuera esperando". Eufemismos muy mencionados en esta edición para evitar la palabra novia.

9. Shaima, joven del barrio del Príncipe de Ceuta y musulmana que se cubría la cabeza con un pañuelo, se comió una caca de cabra en el programa. Lo hizo a cambio de obtener una ración extra de crema de cacao. La idea partió de ella misma.

10. El malvado oficial de esta edición ha sido Fran, apoderado, andaluz, en la cuarentena, que entró en el programa con el torero al que representa, Luis. A su salida se mostró muy afectado por la muerte de la duquesa de Alba.

11. Por primera vez en el programa fueron tres mujeres las finalistas: las primas de Albacete Alejandra y Yolanda y la ya citada Paula. Ganó esta última ganó con un 70,9% de los votos.

12. Para la generación que ha crecido al mismo ritmo de las ediciones del programa, el concepto Gran Hermano ha perdido toda reminiscencia orwelliana. Este año se han escuchado sentencias del tipo: “Esto es Gran Hermano, así que tenemos que llevarnos todos como hermanos” o “Se ha portado muy bien conmigo; él sí que ha sido un verdadero Gran Hermano para mí”. Y en realidad no hay nada más orwelliano que eso.

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