Alguien ya ha probado cómo sería #undíasinmúsica

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Los músicos españoles se han despertado este miércoles con un esparadrapo en la boca. Su intención es que hoy no se celebre ningún concierto en España. Pretenden, en la medida de lo posible, que este país imagine lo que sería un día sin música. Este es el lema que 170 asociaciones y decenas de artistas usan para llamar a la huelga al sector en contra del 21% de IVA que desde 2012 grava la cultura.

¿Cómo sería un país que se queda sin música? Podría ser algo similar a lo que desde 2013 practica Mario Wienerroither en su canal de YouTube. Un espacio en el que los vídeos musicales se han convertido en piezas donde solo se oye la voz de los artistas y sonidos ambientales. Este joven austriaco dedica su tiempo libre a crear lo que ha denominado Musicless Musicvideos (vídeos musicales sin música). Una serie de piezas enmudecidas, algunas de las cuales acumulan más de tres millones de reproducciones en un perfil que no alcanza los 75.000 suscriptores.

Wienerroither, uno de los exponentes más conocidos de esta tendencia, comenzó a manipular videoclips cuando accidentalmente vio I want to break free de Queen, explica en una entrevista en The Daily Dot. Aspiradores, platos sucios, una drag queen ejerciendo de mujer de la limpieza,... los ingredientes que despertaron su imaginación para convertirlos en protagonistas de la canción. Perpetró su creación, pero no se atrevió a publicarla en internet hasta 2013. El vídeo ha conseguido más de un millón de visionados desde entonces, una reacción que el autor no esperaba y que le motivó a seguir trabajando.

Tras el éxito de Queen, experimentó con Nirvana, pero la gran repercusión llegó cuando silenció a The Prodigy. En un mes consiguió más de un millón de reproducciones.

Desde entonces se pasa horas grabando la vida cotidiana de las calles de Viena, donde reside. Con estos sonidos ha creado una biblioteca musical que usa para continuar con su afición y en su trabajo en una agencia que hace anuncios para la televisiones en Austria y Alemania.

Cada vídeo supone, aproximadamente, nueve horas de trabajo: tres para grabar y ensamblar los sonidos y efectos y "otras seis para editar, mezclar, corregir, volver a editar...", contó a la publicación digital. Según va practicando, aprende qué piezas pueden funcionar mejor y cuáles no. "Cuanto más se empeña un artista en parecer cool, más gracioso o curioso queda en un vídeo sin música", asegura. Tal vez esta sea la clave del éxito de Dancing in the street, de David Bowie y Mick Jagger, con el que batió otro récord al conseguir en cuatro días otro millón de visionados. 

Aunque su manipulación del vídeo Oops I did it again de Britney Spear ya forma parte de su lista de triunfos, suele elegir temas antiguos por su narrativa audiovisual. "Los nuevos son simplemente efectistas".

Y prefiere las canciones que se graban en distintos lugares para jugar con el ruido ambiente, como hace con el tema final de la película Dirty dancing.

Otros amantes del silencio como el usuario Mikolaj Gackowski no parecen estar tan de acuerdo. El vídeo enmudecido de Gangman Style, de Psy, (el original consiguió el récord de visionados en YouTube) ha conseguido más de 22 millones de reproducciones desde que se publicó en 2012.

O este otro de la canción Happy, de Pharrell Williams, que ha creado House of Halo.

Millones disfrutan de estos vídeos sin melodía. Pero unos cuantos millones más son incapaces de imaginarse cómo sería vivir sin música.

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