En misa y repicando: el dilema de los curas y las monjas de la tele

La dificultad de compaginar vocación y espectáculo

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Lucía Caram y Teresa Forcades
Lucía Caram y Teresa Forcades.

Las monjas con mayor presencia pública de España desde Teresa de Jesús, Sor Lucía Caram y Teresa Forcades, podrían tener problemas para seguir compatibilizando esa relevancia con su condición de religiosas.

Sor Lucía ha recibido un apercibimiento verbal de la nunciatura por sus constantes apariciones en medios que son, a ojos de la jerarquía católica, poco compatibles con su condición de monja de clausura (que obviamente no guarda desde hace años). En el caso de Teresa Forcades, la monja de Montserrat, su implicación activa en política a favor de la independencia de Cataluña promoviendo el movimiento Procés Constituent, podría obligarla a dejar los hábitos si decide continuar con su compromiso político.

La presencia de religiosos en televisión -religiosos de verdad, no de series de ficción- ha sido una constante en las últimas décadas. Los noventa televisivos en España son inseparables del polémico Padre Apeles, contertulio de verborrea inacabable en “Moros y cristianos” y multitud de programas actuales en los que comparece periódicamente (seguramente menos de lo que él quisiera).

Mucho menos polémica aunque igualmente chocante es la figura del Padre Jony, el cura heavy que atrae titulares por su larga melena y su amor por la música rock. Eso sí, su labor parroquial está fuera de toda duda y jamás ha sido criticada ni por sus feligreses ni por la jerarquía eclesiástica.

Todo lo contrario de lo que le ocurrió a Juan Antonio Molina, el cura motero de Gran Hermano 12+1 (donde ya había participado un seminarista, Rafa López, que finalmente abandonó su vocación religiosa). Tras su expulsión del programa por parte de la audiencia, no siguió acudiendo como invitado a las galas del programa porque sus superiores le habían suspendido de su sacerdocioa divinis” (temporalmente) y, entre seguir figurando en televisión y su vocación religiosa, eligió lo segundo. Telecinco perdía así el morbo añadido de tener a un religioso participando en un programa de entretenimiento, morbo que, no nos engañemos, más allá de la calidad de sus voces, es lo que está detrás de la participación de la monja italiana en La voz o del padre Damián en el mismo programa en Telecinco (ya expulsado).

Sor Cristina, ganadora de la edición italiana de La Voz

Con la llegada de la crisis económica y la proliferación de debates políticos en distintas cadenas, los religiosos invitados a las tertulias se han hecho habituales. La ubicua Sor Lucía Caram, el franciscano Carlos Fuentes y Javier Alonso son rostros conocidos por el público, que se fija especialmente en ellos cuando su mensaje se aleja, aunque sea muy ligeramente, de lo que se supone que debería decir un sacerdote o monja ordenado.

Sor Lucía Caram: del Canal Cocina a Sálvame

Sor Lucía Caram representa todo lo contrario a lo que imaginamos que es una invisible monja de clausura: ha sido nombrada “Catalana del año”, ha tenido un programa en Canal Cocina, es activa tuitera, ha sido invitada en programas de debate de La Sexta, de Telecinco, se ha reunido con María Teresa Campos en el plató de ¡Qué tiempo tan feliz!, con Jorge Javier Vázquez en Hay una cosa que te quiero decir o con Paz Padilla en Sálvame.

Su mensaje es potente y clamoroso: lucha contra la pobreza, carga contra los recortes del gobierno del partido popular y declara enemigo de la sociedad al capitalismo neoliberal, que sólo trae injusticia y desgracia. Funda un banco de alimentos, un hogar para necesitados y defiende en todo momento que la toma de conciencia debe pasar por un hondo compromiso sociopolítico.

Sor Lucía Caram en su programa de cocina

La jerarquía católica tampoco se ha librado de sus acusaciones. Tras hacerse público el amonestamiento del nuncio, Sor Lucía declaraba a Cuatro: “No soy yo la que tiene dinero en paraísos fiscales. No soy yo la implicada en casos de pederastia”. Denuncia una persecución por parte del gobierno, haber recibido -ella y sus hermanas del convento- amenazas y la existencia de un complot por parte de la jerarquía religiosa “en la que no ha calado el mensaje del Papa Francisco” para acallarla. Según ella, la clausura y la vida que lleva no es más que la excusa, lo que molesta es su mensaje y que venga de una monja, de una mujer, no de un sacerdote. Tampoco se corta al dar nombres: Carlos Floriano, Rafael Hernando y el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz estarían según ella detrás de los intentos de acallarla.

Teresa Forcades, la monja política

La monja Teresa Forcades se convirtió en un insólito viral en 2009, durante los días de la crisis de la gripe A. El vídeo en el que denunciaba la inoperancia de las vacunas y el complot farmacéutico para montar un negocio en torno a la enfermedad fue muy criticado y puesto en duda a la vez que se convertía en la verdad absoluta para los convencidos de sus teorías. Desde entonces, se ha desvelado como una intelectual insólita que desde Montserrat, los platós y su web critica el capitalismo, se declara en contra de la vacuna del papiloma y, lo más polémico, se manifiesta a favor de la independencia catalana hasta el punto de formar la plataforma Procés Constituent.

Su militancia política podría obligarla a dejar el monasterio de Sant Benet si finalmente decide ser candidata en las elecciones autonómicas catalanas, en una propuesta política que la situaría junto a la CUP, Iniciativa per Catalunya y Podem, partidos que no destacan precisamente por su posicionamiento cercano a las normas de la Iglesia. O al menos, a las de la Iglesia a la que estamos acostumbrados.

Teresa Forcades en un acto de campaña de Ada Colau. Andreu Dalmau (EFE)

¿Por qué no?

¿Cómo reaccionó anteriormente la Iglesia ante las presencias polémicas de sacerdotes en televisión? En el caso de Sor Cristina, la monja de La Voz Italia, el Vaticano no llegó a pronunciarse sobre su presencia, aunque el cardenal Gianfranco Ravasi sí la apoyó a través de Twitter.

(Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Primera epístola de San Pedro; 4,10).

El Papa Francisco no declaró nada sobre el asunto ni aún cuando ella le regaló, en medio de la plaza de San Pedro, un ejemplar de su disco en el que, ejem, versiona el Like a Virgin de Madonna.

Lo que ocurrió en España con Juan, el cura de Gran Hermano 12+1, fue que entró en el programa desobedeciendo a sus superiores, con cuyo beneplácito no contaba. Por eso fue suspendido “a divinis” (temporalmente) de su sacerdocio hasta que dejó de salir en televisión y se ciñó a lo que su orden dictaba.

Esta obediencia y la orientación de un superior a la hora de decidir si participar o no en un programa de televisión es el criterio al que nos remite el sacerdote Joaquín Calvo, profesor de derecho público externo de la Iglesia en la Universidad de Navarra. Declara a Verne: “Lo que está de fondo es evitar aguar la tarea propia del sacerdote, que tiene que estar abierta a todo el mundo, y no confundir la vida cristiana con la vida pública, por eso es tan importante la consulta con un superior”.

“En casos concretos, como el del participante de Gran Hermano -añade-, se da una imagen contradictoria entre la fidelidad a Jesucristo y la participación en un programa conocido por su falta de pudor”. Sobre la participación de religiosos en La Voz, nos explica: “Predicar la palabra de Dios en ese contexto puede estar desenfocado, pero es un tema que debe verse caso a caso y si cuentan con la orientación de un superior que está de acuerdo, la participación puede ser adecuada”.

José Anido, fraile mercedario y estudiante de teología, también nos comenta: “En principio no es malo aparecer en un programa de televisión" e incluso opina que esta presencia "puede ser buena para normalizar su imagen y acercarnos a la gente". Eso sí, siempre que se trate del programa adecuado. "También es importante que en esa participación haya un componente específicamente cristiano, testimonial".

El cura Damián participó en La Voz, de Telecinco

De hecho nos cuenta que en seminarios y conventos hay una presencia normalizada de la televisión, y además de informativos y deportes, series como Padre Casares (televisión de Galicia), Isabel, El Ministerio del Tiempo o Downton Abbey tienen gran aceptación entre los hermanos, igual que programas de entretenimiento como los de José Mota, Masterchef y La voz.

Y ¿qué ocurre cuando esta presencia pública, como en el caso de Caram y Forcades, va de la mano de polémicas declaraciones sobre temas políticos y sociales o críticas hacia la propia institución? Es importante recordar que los religiosos sí pueden votar pero el derecho canónico no permite desempeñar actividades directivas en un partido político.

Nos explica Joaquín Calvo: “Cuando uno entra libremente en un camino religioso no deja de tener pensamiento propio. Cada religioso piensa con su propio criterio sobre temas que no afectan a la fe y a la moral, pero las implicaciones de decir públicamente estas opiniones en materias complicadas pueden perturbar el criterios de los cristianos; es la declaración exterior la que puede generar conflicto". Y afirma: "Por eso hay que ser precavidos y prudentes”.

También se pronuncia José Anido, que recuerda que "la vocación de una madre dominica y de una madre benedictina es la contemplación, la oración ante el Señor, no estar todo el día en los platós o dando mítines (al igual que un cartujo o un trapense; por cierto, hace unos meses había un monje trapense cercano a Podemos que, por lógica, acabó colgando los hábitos para mejor dedicarse a la política)".

Y añade que "se pueden defender principios, pero no opciones políticas concretas (este ha sido el gran pecado muchas veces). Nosotros nos debemos a todos los hombres, de izquierdas y de derechas, no sólo a los de un partido, por eso tenemos prohibida la posibilidad de presentarnos a las elecciones por una opción política u ocupar cargos públicos".

Anido concluye recordando que "el otro problema es que muchas de sus posiciones, y no precisamente las de cercanía con los pobres, aclaro, chocan con las verdades defendidas desde la Iglesia".

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