Del franquismo al WhatsApp: España a través de los cuadernos Rubio

Un libro repasa la historia de los famosos cuadernos de caligrafía y cálculo

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De la España monocromática al color, el libro Mi mamá me mima (Espasa) recuerda la evolución social del país a través de las páginas de los cuadernos Rubio. Los ejercicios de caligrafía y los problemas de cálculo acompañaban a muchos niños fuera de las aulas y sirven ahora para dirigir una mirada nostálgica a la célebre publicación, que se adapta a la era de internet.

Estaban tan presentes en la vida de los españoles como los bocadillos de Nocilla en la merienda o los payasos de la tele, pero no siempre fueron tan populares. "De pequeño no podía decir a mis compañeros que mi padre era quien les daba deberes durante el verano y les fastidiaba las vacaciones. Ahora, con el paso del tiempo, la gente de mi generación mira a los cuadernos de otro modo", cuenta a Verne Enrique Rubio, heredero de la empresa que fundó su padre en 1959.

Bajo este nuevo prisma, más nostálgico que crítico, se puede analizar el paso de la España franquista a la actual. Entre las páginas de los primeros cuadernos ideados por Ramón Rubio se podía leer (y escribir) afirmaciones como "Los indios viven en chozas", "Cecilia reza todos los días" y "África está habitada por negros".

El libro recupera esas frases con naturalidad: "Eran algo que la dictadura había impuesto y que se publicaban sin analizarlo demasiado, porque en ese momento no nos resultaban tan escandalosas. La intención de los cuadernos no era la de hacer apología de ningún tipo. En definitiva, reflejan la total inmersión en el régimen de Franco en la que vivíamos", comenta Enrique Rubio.

El editor de los cuadernos actuales asegura que la censura nunca intervino para que se incluyeran en los cuadernos ideas o valores concretos. "Quizá no lo consideraban libros de texto y solo un complemento o puede que, tras revisarlos, pensaran que no había nada que cambiar", admite.

La fiebre por la nostalgia en los medios de comunicación y en internet, con publicaciones como Yo fui a EGB, ha provocado la publicación de este libro. "Desde hace algo más de una década, hay un cariño por lo antiguo que antes no existía. Lo que hasta ese momento se miraba con desprecio, ahora se hace con nostalgia", confirma Rubio.

A pesar de que su fundador fue un visionario a la hora de priorizar la educación en una sociedad española con un escaso nivel de alfabetización, con la llegada de las nuevas tecnologías, los cuadernos Rubio comenzaron a quedarse obsoletos. "Mi padre, como tantos otros emprendedores de su época, se convirtió en una persona con miedo a innovar. A finales de los 90 necesitábamos un cambio, pero a él le costaba incluso que pusiéramos un fax en la oficina", recuerda su heredero. 

En su día, la familia Rubio comenzó a vender puerta a puerta su producto, viajando con un viejo Renault y una colchoneta azul. Una vez que el hijo tomó las riendas de la empresa, decidió que debían comenzar a vender por internet y crearon su propia app, iCuadernos. También prestó especial atención en que sus frases de caligrafía inculcaran nuevos valores. Donde antes se reflejaba una sociedad machista y algo xenófoba, en la actualidad se promueven el deporte, una alimentación saludable y el respeto al Medio Ambiente.

Desde hace años, los cuadernos Rubio no son solo cosa de niños. Su pedagogía sirve también para ralentizar el deterioro de las enfermedades neurológicas. Fue uno de sus comerciales el que descubrió que se usaban en un centro de la tercera edad, para ayudar con los problemas de cálculo a los pacientes con Alzheimer. Desde entonces encontraron una inesperada nueva vida con la que alargar su tradición.

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