Encuentra tu propio nicho

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Hay una inmobiliaria en Aranda de Duero (Burgos) que se ha puesto a vender una tumba como quien vende un piso, con anuncio y todo de esos que te prometen "espacio diáfano y bien iluminado". No es para menos, porque en estos días contar con nicho propio es más importante en vida que en muerte. Me refiero en realidad al nicho de mercado, a ese pequeño grupo de personas al que te interesa dirigirte y venderte ante ellas como alguien especial.

En Dinamarca son expertos en eso de buscarse un nicho. Además, han encontrado uno que da buen rollo: son expertos en nada menos que felicidad, el Santo Grial de casi todos nosotros. No solo es considerado el país más feliz del mundo, según el informe anual que la ONU elabora desde el año 2012, sino que se ha inventado una palabra no apta para traductores. No se puede ser más especial. El hygge es un concepto que usan para referirse a aquello que es acogedor y produce bienestar y que, en teoría, se puede lograr en estos doce pasos. A mí con el sándwich de albóndigas españolas de Løgismose, muy cerca de la sirenita de Copenhague, se me quitan todas las penas.

Sabiendo a lo que se enfrentaban, los hinchas del equipo de fútbol Leicester City se pusieron esta semana en modo "cero dramas, siempre smile" con los seguidores de FC Copenhagen, el club al que se enfrentaban en la Champions League. Los británicos se organizaron para recibir a los daneses en la estación de tren de la ciudad con un amigable "hej" (hola en danés) y un mapa turístico de regalo. Los visitantes se relajaron y el equipo anfitrión terminó ganando 1-0.

Los nichos y los hashtags van a menudo de la mano. El #foodporn es el ejemplo más claro y una forma de vida en Instagram. Gente que saliva mirando sus pantallas con platos de comida bonitos. Si además son sabrosos, nunca lo sabremos. Su éxito es tal que es capaz de dar cabida a profesiones nuevas: el food stylist. Es como una de esas personas que se dedican a peinar, maquillar y vestir a los famosos para las portadas de las revistas. Gracias a ellos creemos que cuando se levantan son menos feos que nosotros. Pues los food stylists lo hacen con comida. Este artículo de The New York Times te da unos consejos para que puedas parecerte a ellos.

- “¿A qué te dedicas?”

- “Soy food stylist

Si este diálogo no ha ocurrido ya en First Dates no debe quedar mucho. Uno de los secretos del éxito del programa de Cuatro es el de descubrir ante nuestros ojos a la hora de la cena una infinidad de nichos en el terreno amoroso y sexual. En Yorokobu tienen una opinión muy clara de cómo el programa intenta explotar el asunto.

Otro hashtag/nicho es el de #libraryporn. A su público objetivo le dan varios Síndromes de Stendhal seguidos cuando admiran bibliotecas y librerías bonitas. Son multiorgásmicos de la arquitectura bibliófila. Mira algunas de las más impresionantes del mundo que recopila la edición digital de Condé Nast Traveler. Si eso no es para marearse (y un nicho como la catedral de Florencia), que venga Stendhal y lo vea. El más reciente objeto de deseo de este nicho de público es la sala de lectura de la Biblioteca Pública de Nueva York. Tras dos años cerrada por obras, ha publicado en sus redes sociales un timelapse para resucitar el deseo en sus seguidores. En la grabación, los 52.000 libros de su catálogo regresan a sus estanterías en algo más de dos minutos.

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Mira y tócate si quieres

Hay quien viaja solo para ver una de sus bibliotecas deseadas, como quien va a Lourdes o a ver el Ecce Homo de Borja (al que le ha salido competencia en Canadá). A Dinamarca le está funcionando eso del nicho, pero a veces es un suplicio para el viajero. En Varsovia todo se llama Chopin para recordarnos que el compositor nació cerca de la capital polaca. Si te descuidas, lo mismo acabas en el aeropuerto que en local de alterne.

Varias ciudades de los Balcanes, de Zagreb a Belgrado, se pelean por Nikola Tesla, el inventor más importante y ninguneado de los siglos XIX y XX. Dicen que murió pobre y solo en un hotel de Nueva York, pero ahora todos somos de Tesla. Y en Salzburgo todo es Mozart. La cara y la peluca del compositor austriaco te persiguen sin descanso cuando paseas por la ciudad. Está hasta en las chocolatinas. Es tal la sobredosis que al final te dan ganas de hacerte del Team Salieri, aunque ahora digan que los dos músicos eran más colegas que rivales.

Si hay algo que nos recuerdan los nichos es que, por fortuna, hay gente para todo.

Selección del contenido y redacción de la carta: Héctor Llanos @HLMartinez2010

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