El viaje de una pareja irlandesa para abortar en Liverpool tuiteado en directo

La ley antiaborto de su país no permite terminar el embarazo ni en casos como el suyo, cuando el feto tiene una deformación genética incompatible con la vida

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Abortar en Irlanda está prohibido por la Constitución. Solo está contemplado cuando la vida de la madre corre un peligro inminente. Punto. Ni siquiera está permitido cuando la mujer ha sido violada, víctima de incesto o en caso de malformación del feto, incluso si esta es incompatible con la vida. En Irlanda del Norte hasta se considera un delito penal. Según IFPA, la Asociación de Planificación Familiar Irlandesa, unas 5.000 mujeres viajan al extranjero cada año para interrumpir su embarazo. Desde el día 5 de noviembre una de ellas y su pareja están contando en vivo su periplo para abortar en Liverpool (Reino Unido) a través de Twitter, Instagram y Snapchat. Su nombre de usuario es Heartbroken&Punished, que describe muy bien cómo se sienten: desconsolados y castigados.

En su primer tuit cuentan su historia:

Este jueves 10 de noviembre viajaremos al Reino Unido desde Irlanda para abortar. No es porque queramos. Hace tres meses estábamos felices tras descubrir que después de muchos intentos, habíamos conseguido un embarazo.

Nuestro primer hijo nació con una enfermedad genética, que implicó pasar muchos meses en el hospital y tenemos muchos otros por delante en el futuro. Aunque existía el peligro de que otros hijos tuviesen la misma enfermedad, decidimos intentarlo porque el riesgo merecía la pena.

En nuestra primera cita prenatal nos ofrecieron hacer un test genético. Aunque no detecta la enfermedad de nuestro primer hijo, sí sirve para otras patologías que puedan poner en riesgo la vida del bebé. Por supuesto, estuvimos de acuerdo en hacer un simple análisis de sangre, después de comprobar que el latido del corazón era fuerte y que todo los indicadores mostraban un embarazo sano. Entonces recibimos la llamada para la que nadie te prepara.

Habían descubierto una malformación del feto. Nunca habíamos oído hablar del síndrome de Edwards pero nos explicaron que incluso si se completase el embarazo, su vida no llegaría a superar minutos u horas después del nacimiento. Es una frase devastadora, sobre todo para mi mujer, que dejó su carrera para ocuparse a tiempo completo de nuestro pequeño.

Nos hicieron más pruebas que confirmaron el diagnóstico. Estábamos en el momento en que por fin podíamos contar a nuestra familia y amigos las buenas noticias y, en lugar de eso, estamos a punto de irnos a Reino Unido.

Por si no fuese suficientemente traumático de por sí, tenemos que buscar también a alguien que cuide a nuestro hijo, que necesita atención constante porque su enfermedad podría hacerle caer en un coma que llevaría a su cerebro a apagarse. Mucha responsabilidad para nosotros, como para encima pasársela a otra persona.

Ese es el punto de partida de su viaje. A partir de ahí narran en directo a través de Twitter el resto de etapas que han vivido, que recuerda a aquel emblemático reportaje titulado Abortar en Londres con el que se estrenaba El País Semanal hace 40 años y que contaba un recorrido que las españolas ahora ya no tienen que hacer. En la era de las redes sociales, una mujer irlandesa que viajó con una amiga a abortar también tuiteó su travesía el pasado agosto.

Primera etapa casi completa. ¿Le decimos que vamos a Liverpool? ¿Para qué? Porque a nuestro país no le importamos.

Para nosotros es duro. Imaginad hacer este viaje sola como las miles de mujeres que lo han hecho antes de nosotros y las que lo harán después...

Un día triste muy adecuado en Liverpool...

Aviones, trenes y coches... Cómo puede nuestro Gobierno sentarse como si nada y dejar que su gente pase por esto...

La conocida como Octava Enmienda, aprobada referéndum en 1983, equipara el derecho a la vida del embrión y el feto al de la madre. "Es única en cuanto a su misoginia, porque pone en conflicto el derecho a la vida de la mujer embarazada y el del feto y anticipa que puede llegar el momento en que alguien tendrá que elegir entre ambos", según la senadora Ivana Bacik, citada por la coalición de más de 60 asociaciones por el derecho a decidir Repeal Eight, que exige la abolición de la norma constitucional.

El aborto ha estado siempre prohibido en el país, desde su fundación. En 1967, Reino Unido abrió el abanico de casos en los que una mujer podía abortar y las irlandesas empezaron a viajar a Londres para terminar su embarazo. En 1981 fueron al menos 3.600 las que recorrieron ese camino y nació el lobby antiabortista PLAC, que con ayuda de la Iglesia Católica, profundamente anclada en el país entonces, promovieron el referéndum para la enmienda.

Las mujeres que han nacido después de 1983 o que no tenían edad para votar en aquel año exigen que su opinión también cuente, pues son ellas las que ahora están en edad fértil. En septiembre se movilizaron para demandar la abolición, una petición que en redes se pide a través de la etiqueta #repealthe8th.

El ministo de Sanidad del país, Simon Harris, preguntado por la historia de Heartbroken&Punished, declaró al Irish Examiner que se sentía "triste y frustado" porque "las mujeres y sus parejas de este país se puedan encontrar en esa situación". Pero Harris zanjó el tema inmediatamente con el pretexto de que "es un asunto constitucional y si hay algún cambio al respecto, tendrá que venir a través del voto del pueblo irlandés".

Organizaciones defensoras de los derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) denuncian sistemáticamente la legislación antiaborto irlandesa, una de las más restrictivas del mundo. "Las mujeres se enfrentan a penas de cárcel [pueden llegar a sentencias de 14 años en el Irlanda del Norte] por un servicio que se presta gratuitamente en la Seguridad Social en Reino Unido", dice una petición de esta organización que lleva recogidas más de 46.500 firmas.

Un panel de Naciones Unidas instó al Gobierno irlandés el pasado mes de junio a cambiar su legislación, "incluyendo, si es necesario, su Constitución". Fue por la denuncia de una mujer que también se vio obligada a elegir entre continuar su embarazo de un feto que no sobreviviría o viajar al extranjero. Para los expertos de la ONU se trata de un caso de "discriminación y de trato cruel, inhumano y degradante".

La misma ley que criminaliza a las mujeres y al personal sanitario que ose ayudarlas les permite viajar al extranjero para abortar y recibir información sobre cómo hacerlo. Muchas no se pueden permitir ese viaje y arriesgan su vida con métodos pocos seguros. Otras lo tienen que hacer solas, porque es más barato. Todas, solas o acompañadas, al final se enfrentan al estigma de haber ido a abortar, según AI. En la sala de espera de la clínica a la que han acudido Heartbroken&Punished describen "un silencio de muerte solo roto por acentos familiares".

Heartbroken&Punished ya han pasado lo peor. En la tarde de este jueves la esposa fue intervenida.

Todo ha ido bien, estamos en reanimación.

Su viaje casi ha terminado, pero aún tienen algo pendiente.

Nuestro viaje casi ha terminado. Nuestro ángel se viene a casa con nosotros y descansará donde podamos tenerle cerca para siempre.

"Si algo bueno puede salir de esto esto es que nuestra historia y la de otros miles ayuden a que nuestro Gobierno entre en razón", dicen en otro tuit. Al menos 166.000 irlandesas abortaron fuera de su país entre 1980 y 2015.

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