Estas monedas se parecen mucho a la de 2 euros (y a lo mejor te las han colado)

Hablamos con el Banco de España y rastreamos el origen de un diseño que se remonta a la moneda de 500 liras italianas de 1982

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La Guardia Civil recomendaba este martes en Twitter tener cuidado con la moneda de 5 rands sudafricanos: es muy parecida a la de 2 euros, pero su valor es de 0,35 euros. Según confirma a Verne la propia Guardia Civil, no hay ninguna alerta concreta y el mensaje se publicó después de recibir quejas de otros tuiteros a quienes les habían colado esta moneda.

No es la primera vez que se publican alertas similares respecto a monedas muy parecidas a la europea, que se cuelan en comercios y, a veces, en máquinas expendedoras. Desde 2015, la Guardia Civil ha publicado avisos en Twitter sobre las siguientes, todas parecidas a la de 2 euros: una libra egipcia (0,12 euros), 10 bahts tailandeses (0,26 euros), 5 dirham marroquíes (0,46 euros), 500 pesos colombianos (0,14 euros), 5 pesos mexicanos (0,24 euros), un peso argentino (0,06 euros), una lira turca (0,32 euros).

1 libra egipcia (vía @guardiacivil)
Moneda de 10 baht de Tailandia
5 dirham marroquíes (vía @guardiacivil)
500 pesos colombianos (vía @guardiacivil)
5 pesos mexicanos
1 peso argentino (vía @guardiacivil)
1 lira turca (vía @guardiacivil)

No son las únicas que se parecen a la de dos euros y tienen un valor menor. Aunque no han sido objeto de ninguna advertencia de la Guardia Civil, también están la de 50 qəpik de Azerbayán (0,25 euros), los 10 pesos filipinos (0,19 euros), los 20 chelines de Kenia (0,18 euros) y los 2 dólares canadienses (1,40 euros).

La moneda de 50 qəpik de Azerbayán
10 pesos filipinos. John Elson / Wikipedia
20 chelines de Kenia. John Elson / Wikipedia

Hay más: el manat de Turkmenistán (0,27 euros), los 2 soles peruanos (0,57 euros) y los 100 francos ruandeses (0,11 euros), entre otras.

¿Pero por qué hay tantas iguales?

Desde el Banco de España nos confirman que no hay ninguna conspiración secreta para fabricar monedas parecidas a la de 2 euros, pero más baratas. De hecho, muchas existían antes de que se diseñara la nuestra. “Las posibilidades de fabricación son pocas: hay diferentes tamaños en función del valor y diferentes aleaciones”. Además, la mayoría de las monedas (aunque no todas) son redondas. No nos fijamos tanto en los parecidos que encontramos en otros casos porque no suele haber tanta diferencia de valor (pensemos en las de 1 céntimo de euro, 1 penique y un centavo de dólar).

No solo el margen de diseño es menor de lo que parece, sino que además las monedas bimetálicas son una variante habitual. En la web de la Asociación Mundial de Coleccionistas de Monedas Bimetálicas -no, no me la acabo de inventar- se explica que estas monedas comenzaron a fabricarse ya en el siglo XVII, aunque la primera moderna, muy parecida a las actuales, fue la de 500 liras italianas de 1982. Hay monedas bimetálicas en más de un centenar de países y las combinaciones son relativamente limitadas: pueden tener el interior o el exterior de color plateado, dorado, cobrizo…

Además, estas monedas son en realidad muy diferentes incluso a simple vista, como nos recuerdan desde el Banco de España. En la de 2 euros basta fijarse en la cara común para todos los países de la Unión Europea, en la que aparece el mapa de Europa. En la cara nacional están las estrellas de la UE, fácilmente reconocibles incluso aunque nunca hayamos visto la moneda de ese país en concreto.

Es cierto que las variaciones en el tamaño y en el peso no se notan tan fácilmente, pero también las hay. La aleación del euro es también única, por lo que no comparte sus propiedades electromagnéticas con ninguna otra moneda. Esto significa que las máquinas expendedoras más modernas no tienen problema a la hora de distinguir la moneda de dos euros de cualquiera de otro país, incluso aunque pese y meda lo mismo.

Una de las ventajas de estas monedas bimetálicas es que son más difíciles de falsificar a bajo coste. De hecho, en el Banco de España subrayan que sí se da el caso de que alguien intente colar una moneda de otro país, pero no suele haber falsificaciones: fabricar monedas falsas es demasiado caro como para que resulte rentable.

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