¿Qué fue del tuppersex?

De las despedidas de soltera a la educación sexual

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Momento tuppersex en 'La que se avecina'
Momento tuppersex en 'La que se avecina'

Seguramente hayas escuchado hablar de los tuppersex. O conozcas a alguien que haya asistido a uno. O incluso tú mismo hayas ido a uno. En despedidas de soltera, en cumpleaños, en reuniones con amigas o con familiares. El tuppersex llegó a ser el protagonista en muchas fiestas. Centenares de empresas nacieron únicamente con esa finalidad. Muchas personas se formaban en asesoría de juguetes eróticos. Y de repente, pum. ¿Dónde están los tuppersex ahora?

No se conoce exactamente cuándo llega a España. Pero sí sabemos de sus inicios. Todo comenzó con el Tupperware y su modelo de venta: las reuniones en los domicilios. A partir de ahí, muchas empresas empezaron a copiar la misma dinámica y a vender todo tipo de productos, incluidos los juguetes eróticos. El fenómeno empezó en Estados Unidos a finales de los años 70 y se hizo popular en los años 90s. En España, tardó un poco más en llegar y podríamos decir que a principios del 2000 empezó la época dorada del tuppersex en nuestro país. Una de las primeras empresas en implantar este modelo de negocio fue La Maleta Roja, nacida en febrero del 2006. “En un principio no era un proyecto con un objetivo puramente comercial. Teníamos la intención de educar, informar, asesorar y mejorar las relaciones sexuales; a través de los juguetes y accesorios que componen el mundo del erotismo”, explica Dina, Directora Comercial de La Maleta Roja.

Es posible que, aun con todo el marketing y publicidad que se hizo, no te hayas enterado de qué va esto. Lara Castro, sexóloga y creadora de las reuniones SexEvolution, lo define como “un grupo de amigas que se reúnen para que una asesora les muestre los diferentes productos eróticos que hay en el mercado”. El target son mujeres de mediana edad, entre 35 y 55 años. Principalmente, se realizan dichos encuentros en eventos como cumpleaños o despedidas de solteras, aunque muchas empresas han dejado de ofrecer sus servicios en dichas celebraciones. “Nos llegaban chicas superborrachas, se pegaban unas risas y no aprendían ni dejaban hacerlo. El tuppersex debe ser entendido como una forma de entretenimiento pero siempre que se conciba como una forma de educación sexual”, afirma Marta Molas, responsable de Comunicación de la tienda erótica Amantis.

Juani se dedica al sector de la restauración y tiene 51 años. Ella fue una de las tantas mujeres que asistieron a un tuppersex, hace ya 8 años. “Fue durante la despedida de soltera de mi amiga. Vino una asesora mientras cenábamos y la verdad, muchas de las mujeres allí presentes habían bebido. No aprendí absolutamente nada porque no escuchaba bien y la gente se limitó a gritar cada vez que aparecía un dildo y a hacer bromas con la réplica del pene de Nacho Vidal”, asegura.

Lo mismo corrobora Yaiza Redlights, CEO de Redlights, “soy muy selecta con ellos. Me gusta hacerlos de vez en cuando pero soy yo la que decide a quién impartir un tuppersex”. ¿Y cuál es el precio de dicho servicio? Molas requiere “un mínimo de 10 asistentes y una compra de 15€ por persona”. En el caso de La Maleta Roja, depende del precio que establezcan las asesoras. “Ellas son su propio negocio”, corrobora Dina.

El modelo de negocio depende de cada empresa. “Está basado en el principio de venta directa. Las asesoras compran a la empresa y revenden con un margen de beneficio. Son ellas su propio negocio y están respaldadas por una empresa que aporta infraestructura, producto y formación. Desde la central, básicamente apoyamos y las reforzamos en su labor”, asegura Dina. Sí, todo el mundo puede ser asesora. Amantis ofrece formación a sus dependientas sobre el funcionamiento de juguetes eróticos y la cosmética. Marta Molas afirma que es necesario cierto conocimiento sobre sexología “aunque aquí entraría el tema de si es necesario ser sexólogo o no. Quizás no hace falta tener un máster, pero si conoces los juguetes y tienes un poco de conocimiento sobre sexualidad, puedes tirarte a la piscina sin problema”.

Lara Castro no está de acuerdo en esto. “Las personas que deberían ofrecer tuppersex son profesionales de la sexología que han dedicado un largo tiempo en formarse sobre el tema y que además, cuentan con una especialización en juguetería y cosmética erótica”, ya que “las reuniones de productos eróticos son auténticos talleres de sexualidad que, además, tienen un grandísimo componente lúdico y divertido. Y este es el motivo por el que defiendo firmemente que deben ser impartidas por personas especializadas y cualificadas para ello”. Por parte de La Maleta Roja creen que existe algo mucho más importante que la formación o el asesoramiento en sí. “Un tuppersex lo puede y debe ofrecer una empresa que es muy conocedora de su negocio, de la cadena de servicio que conlleva y responde a las expectativas del cliente. Empieza con la formación y acaba con la satisfacción del cliente con el producto”.

Lo que está claro es que ese boom que supuso el tuppersex ha desaparecido, o al menos, esa es la sensación que tenemos el resto de mortales. Amantis ha experimentado una bajada: antes solían hacer dos o tres al mes y ahora suele tener uno mensual, algo que, según Marta, no afecta al negocio principal: la venta de juguetes eróticos. En el caso de La Maleta Roja también ha experimentado una bajada en la demanda porque “hay más competencia y el modelo de negocio, donde somos pioneras, ha sido muy copiado. Además las clientas fieles a la marca que ya han estado en varias reuniones, prefieren adquirir el producto directamente porque ya lo conocen”, asegura Dina.

Los productos estrella en el tuppersex también han experimentado una evolución. “Siguen siendo productos estrella todo lo relacionado con la salud sexual, como por ejemplo, los regenerantes, lubricantes, productos para el refuerzo del suelo pélvico, jabones íntimos y copas menstruales. Antes, por desconocimiento o curiosidad, se compraban más juguetes y accesorios, y ahora nos decantamos por los productos que más nos cuidan”, asegura Dina. Marta Molas afirma lo contrario, “el vibrador es el producto más vendido”.

¿Y los hombres? Tanto Yaiza como Lara y Marta concluyen que los hombres no es su público principal, más bien, algo anecdótico. “Es un tema cultural que tiene bastante que ver con el heteropatriarcado. A los hombres se le ha dicho que ellos en el sexo son suficientes y les cuesta introducirse en el mundo de los juguetes sexuales en grupo. Hay mucho hombre que compra juguetes pero no irá a un tuppersex con un mínimo de 10 personas a preguntar sobre ello. La curiosidad sexual, por el momento, es cosa de mujeres, y especialmente cuando se trata de grupo. El hombre no pregunta, no curiosea, no hace explícito que no conoce en grupo. Se supone que son los machos alfas”, afirma Marta Molas.

El pasado del tuppersex supuso una revolución sexual a todos los niveles, principalmente en las mujeres. Eso desencadenó en un fenómeno nacional, donde un gran nombre de asesoras sin formación se ponían delante de otras mujeres para hablar sobre sexualidad. Este tipo de encuentros no desaparecieron, simplemente se mantuvieron de forma equilibrada. En la actualidad, dichas reuniones está más aceptadas y normalizadas, así como la compra de juguetería erótica. Pero, ¿y el futuro? Marta Molas confirma que “serán más sectoriales, por comunidad. Una comunidad necesita, desea y requiere más conocimientos sobre juguetes eróticos y recibe una explicación personalizada sobre los mismos” aunque no olvida la posibilidad de que evolucione en talleres y charlas sobre ciertas prácticas sexuales, un auge que estamos viviendo en el presente. Yaiza Redlights asegura que no morirá la idea de negocio como tal pero “sí que incrementarán las asesoras formadas”.

En esa línea encontramos las reuniones SexEvolution de Lara Castro, cuyo objetivo principal es conseguir impartir educación sexual de la mano de profesionales. “Quiero que en el futuro sean realmente impartidas por profesionales. Para que podamos divertirnos hablando de sexo pero con contenidos de calidad donde sea posible difundir una buena educación sexual que permita vivir un sexo feliz y satisfactorio”, añade Lara.

Lo que está claro es que el modelo de negocio no ha muerto, ni morirá. La sexualidad sigue siendo un gran mercado y cada vez más, se selecciona el conocimiento y los profesionales que difunden dicha información. El tuppersex supuso una revolución en la sexualidad de las mujeres. Ahora estamos ante la revolución de la sexualidad, en general.

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