"Sales de casa con miedo": hablamos con 'riders' sobre cómo es su trabajo cuando llueve

“Hay muchos clientes que se enfadan cuando llegas tarde. Da igual que te vean empapado", dice un repartidor

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J. circula en el centro de Madrid encharcado antes de empezar su jornada de trabajo.. EL PAÍS

Este sábado 14 de septiembre, J. salió de casa con tapones de algodón en los oídos. "Si me entra mucha agua, me pongo malo", dice a Verne justo antes de empezar su jornada de trabajo. Llueve en Madrid. Va en bicicleta, lleva chubasquero y una mochila amarilla con la palabra Glovo con letras verdes. "En los días de lluvia sales de casa con miedo y nervios. Los coches y autobuses tampoco señalizan con los intermitentes cuando llueve. Tú intentas poner más atención a la carretera, pero el mínimo fallo te puede suponer un accidente. Como cualquier otro día, pero con lluvia es más probable”, añade J., antes de empezar a repartir comida a domicilio. Su profesión también recibe el nombre de rider. Es el paradigma de la precariedad laboral.

Solo cobra por pedidos completados, no por las horas que se pase en la carretera. Si se queda en casa porque teme al aguacero, ese día no gana dinero y, además, la aplicación le penaliza: recibirá menos pedidos que sus compañeros en el futuro. Es más, si se pasa todo el día dando vueltas bajo la lluvia y la app de Glovo no le asigna ningún pedido, tampoco recibe ingresos. “Muchos amigos se han caído en los días de lluvia. Estoy en este trabajo porque no tengo otra cosa, la verdad”, añade J., un empleado sin contrato.

El temporal de lluvias que azota a España, y que ha sido especialmente virulento durante el jueves y viernes (12 y 13 de septiembre) en provincias como Almería, Murcia y Alicante, ha hecho que algunas personas empaticen en redes sociales con riders como J., que prefiere no revelar su identidad para no tener problemas con su empresa. “Los repartidores llegaban calados y me pedían por favor que les adelantara los pedidos para acabar cuanto antes”, dice un trabajador de un restaurante de Murcia en un tuit.

D., repartidor de Glovo en un municipio de la provincia de Barcelona, también teme a los días de lluvia: “Soy autónomo —como la mayoría de los riders— y tengo que poner mi bicicleta para completar los pedidos. Es de segunda mano. No es que sea la mejor bici para un día de lluvia, pero no me puedo permitir otra”. Ruedas gastadas, mala visibilidad y agua en la carretera es una combinación que puede terminar con muy malos resultados. “Es normal que llegues más tarde por la lluvia y el cliente te puntúe mal”, añade D.

Además del peligro que supone el agua sobre el pavimento, los días lluviosos son estresantes para los riders por otro motivo: hay más pedidos. A muchas personas no les apetece salir de casa y prefieren que les traigan la comida a casa, especialmente si es fin de semana. “Hay algunos riders que están esperando a los días de lluvia para tener más pedidos. Además, te pagan un pequeño extra cuando hace mal tiempo. Esas personas son las que más veces se caen, por ir con demasiadas prisas”, dice F., repartidor de Deliveroo en Madrid. Cree que los clientes no suelen valorar lo suficiente el sacrificio que hacen estos trabajadores para llevar comida a cada casa: “Hay muchos que se enfadan cuando llegas tarde. Da igual que te vean empapado y hecho polvo. Y que hayas subido tres o cuatro pisos sin ascensor”.

L., rider en Valencia, ha tenido experiencias parecidas con los clientes: "Es un poco cínico. Te ven empapado y te dicen cómo llueve. Pagan la comida y a otra cosa. Algunos se sienten mal y te dejan una buena propina". En su opinión, lo peor de circular cuando llueve es la baja visibilidad. "Ni siquiera ves la rueda, no ves por dónde pasas. Tengo compañeros que se han caído hasta dos veces en los días de lluvia".

"Tenemos que tener muchísimo cuidado cuando llueve", dice J.. Kike Para (EL PAÍS)

Este rider valenciano ha trabajado para Uber Eats, Deliveroo y Glovo, siempre como autónomo. Desde hace dos semanas trabaja para una cadena de restaurantes con sus propios repartidores, todos contratados. "El jueves, que cayó una buena en Valencia, mi encargado me dijo que no saliese con tanta agua. Eso no me hubiera pasado nunca en las otras empresas", explica.

“No sientes las manos”

“Los días de lluvia son terribles. Si además hace frío, ni sientes las manos con las que llevas la bicicleta”, cuenta la barcelonesa Nuria Soto. Ella sí revela su identidad porque no trabaja en Deliveroo, aunque antes repartía para esta empresa. Es la portavoz de Riders X Derechos, sindicato que denuncia la situación precaria del sector. “Recuerdo que se me estropeó el móvil. No poder darle a aceptar pedido por el agua, que no podía evitar que cayese en la pantalla. Recuerdo que casi me atropellan o casi atropellar a alguien por no poder frenar a tiempo”, cuenta Soto.

A sus 25 años, sigue siendo rider, pero los días de lluvia son muy diferentes para ella. Trabaja en Mensakas, una cooperativa nacida en Barcelona en la que los riders están contratados (no son autónomos) y no cobran por pedidos, sino por horas trabajadas, lo que reduce el estrés en los días con mal tiempo. “En Deliveroo, sentía muchísima presión en los días de lluvia por no completar mis pedidos a tiempo. Si no te arriesgas, no ganas dinero. Juegan con la necesidad de la gente”, añade esta rider.

Deliveroo: "Los riders son completamente libres de trabajar o no"

La directora de comunicación de Deliveroo en España, Carolina Pérez, asegura a Verne por correo electrónico que su empresa “monitoriza constantemente cualquier alerta meteorológica y, en el caso de que las autoridades avisen acerca de un riesgo para la seguridad en una zona, ese área se cerraría”. Sin embargo, Pérez dice que no ha habido cierres en España a pesar del temporal que está asolando al territorio en los últimos días.

“En cualquier circunstancia, los riders son completamente libres de trabajar o no y de aceptar o rechazar pedidos. También bajo cualquier circunstancia ellos están cubiertos por un seguro mientras están trabajando", añaden desde Deliveroo.

Nacho Parra, abogado del colectivo Ronda —que ha defendido a muchos riders en los juzgados—, recuerda que esa libertad es relativa: “Si no salen a repartir cuando les toca, llueva o truene, a futuro reciben menos pedidos por el algoritmo de la app. La mejor protección para estos trabajadores es la regulación laboral, el amparo de las normas de prevención de riesgos laborales. Parece lógico que en determinadas condiciones no se puede salir en bicicleta o en moto".

Martino Correggiari, de 31 años, es un rider que cobra aunque la lluvia le impida repartir. Trabajó en Deliveroo, pero ahora es uno de los socios fundadores de la cooperativa madrileña La Pájara. Como Mensakas, es una alternativa sostenible a las grandes empresas de reparto a domicilio. “Odio los días de lluvia. Hay zonas, como las rejillas del Metro, que resbalan como si les hubieran echado jabón. El tráfico se vuelve loco”, dice Correggiari.

Y cuanto peor sea el temporal, más sushi, hamburguesas o pizzas pedimos los clientes: “Recuerdo un día que nevó muchísimo en Madrid, creo que fue la nevada que cayó en primavera de 2017. Deliveroo nos mandó alertas para que saliésemos a trabajar aunque no tuviésemos turno. La gente estaba pidiendo comida a lo loco”.

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