El atentado a Charlie Hebdo y la reacción de la ciudadanía francesa han copado las portadas de medios de todo el mundo. Pero a muchos les ha sorprendido la menor atención que ha recibido la ofensiva de Boko Haram en el noreste de Nigeria, que podría sumar hasta dos mil muertos y donde incluso se llegó a enviar a una niña de 10 años a un mercado con explosivos atados a su cuerpo, provocando su muerte y la de otras 19 personas.
Los medios anglosajones hablan de la “jerarquía de la muerte”, que describe cómo damos más cobertura a unas víctimas frente a otras, especialmente en información internacional. En esta jerarquía influyen varios factores, que podemos dividir en dos grupos: la proximidad y la calidad de la información.
1. La proximidad. Nos interesa más lo que ocurre en nuestro país y en países cercanos, además de si hay alguna víctima local. El análisis de Jacoba Urist en The Atlantic recuerda cómo The New York Times publicó más de 2.500 obituarios para los asesinados en los atentados del 11-S, cosa que también hizo El País con los fallecidos el 11-M. Desde España también hacemos más caso de los asesinados por ISIS si son occidentales y si en un accidente aéreo hay alguna víctima española, va a copar gran parte de la atención.
"Toda la información es local -afirma el periodista de El País Miguel Ángel Bastenier- y si nos hacemos eco de noticias internacionales es por la proximidad y la vinculación que tengamos con esos países, además de por la calidad de la información que podamos obtener". Añade que "se debe informar sobre Nigeria y se hace", pero estos dos factores llevan a que se hable más sobre el atentado en Francia que sobre muchos otros conflictos.
Esa proximidad provoca una mayor empatía en periodistas y lectores, pero también puede favorecer la confrontación, señala la periodista Leila Nachawati, cofundadora de Syria Untold. “Hay un posicionamiento del nosotros frente a ellos”, cosa que en su opinión se ve, por ejemplo, en las declaraciones oficiales respecto al atentado contra Charlie Hebdo, en las que muchos líderes occidentales aseguraron que se ha tratado de “un ataque a nosotros, a nuestros valores”, olvidando que estos grupos "nacen y se promueven dentro de Europa".
En el caso de Nigeria, Boko Haram ha llamado la atención de los medios occidentales en comparativamente pocas ocasiones, a pesar de que este grupo lleva actuando desde 2002 y se le atribuyen millares de muertes. Por ejemplo, tras el secuestro de más de 200 niñas en abril del año pasado. En este caso la atención vino provocada por la campaña en redes sociales #BringBackOurGirls que contó con la participación, por ejemplo, de la primera dama estadounidense, Michelle Obama. Es decir, tanto entonces como ahora (cuando se está comparando la atención de los medios al atentado de París con la cobertura del conflicto nigeriano), el volumen de información crece porque se busca relación con lo que está ocurriendo en Occidente.
2. La calidad de la información. Son muchos los medios que cuentan con corresponsales o enviados especiales en París, incluidas las agencias, mientras que es mucho más peligroso informar desde el estado nigeriano de Borno, controlado en su mayor parte por Boko Haram. De hecho, los periodistas son objetivo tanto de Boko Haram como del propio gobierno.
Bastenier apunta que un medio de vocación global tiene que intentar obtener la mejor información y su obligación es darla siempre que pueda. Sin embargo, la falta de medios lleva a que sólo se cuente con noticias de agencias, en el mejor de los casos, mientras que hay más y mejores datos acerca de lo que ocurre en Francia.
En la atención que ha recibido el atentado de Charlie Hebdo también ha influido el hecho de que este país cuente con un gobierno estable y, por tanto, pueda organizar una manifestación multitudinaria e invitar a todos los líderes occidentales: la foto de la cabecera de la manifestación también es noticia.
El problema de no contar con medios para informar directamente de un conflicto y que la mayor parte de lo que se publique sean despachos de agencias y noticias de otros medios puede conducir a que “se deshumanice el conflicto” y por tanto resulte aún más difícil empatizar con las víctimas, como apunta Nachawati.
Además, hay que tener en cuenta que se presta menos atención a los conflictos en marcha, ya que son (trágicamente) previsibles y además, como explica Nachawati, porque hay “cansancio repecto a situaciones como las de Siria, Iraq o Nigeria”. Vemos estos países como si estuvieran en un conflicto permanente, "visión que se perpetúa y en la que no hay intención de ahondar”. Estos conflictos se tratan a partir de este filtro, al que se suma el geoestratégico: no interesa qué pasa con los ciudadanos sirios o nigerianos, sino “qué opinan y qué hacen Estados Unidos y Rusia”.
A pesar de todas estas dificultades, Nachawati opina que hay que informar más acerca de conflictos como el de Nigeria, y apuesta por “acercarse a la ciudadanía” e informar sobre asociaciones y campañas civiles. Con este objetivo, hay que crear “redes de confianza, lo que ahora es más fácil que hace años”. Aunque siga siendo un trabajo a largo plazo.