El boicot con una llave Allen a marquesinas de autobuses de Moratalaz (Madrid) para quitar el reposabrazos que impediría echarse a dormir en ellas ha vuelto a recuperar la polémica sobre el diseño de estas piezas de mobiliario urbano.
Desde el Ayuntamiento explican que esta separación entre asientos viene establecida por la ley, en beneficio de personas con movilidad reducida, pero esa separación de asientos es interpretada por algunos colectivos como una medida en contra de las personas sin techo. Es el caso de Distrito 14, un grupo juvenil de Moratalaz que se define como "anticapitalista, antifascista y feminista" y que ha lanzado en redes la campaña #ArreglaTuMarquesina.
En el vídeo, reproducido más de 12.000 veces en algo más de dos días, critican que se trata de "un mensaje claro para las personas sin hogar" y reivindican con esta "acción simbólica" el "derecho a una vivienda digna".
¿Tiene sentido este boicot a marquesinas entendidas como posible lugar de cobijo de personas sin techo? Si vale para algo es para que se hable de la situación de las personas sin hogar, apunta el director de movilización de la ONG de atención a sin techo RAIS Fundación, Luis Perea.
El último recuento de personas sin techo organizado por el Ayuntamiento de Madrid, realizado con voluntarios y ONGS la noche del 13 de diciembre de 2012, contabilizó a más de 2.000 sin techo, de los cuales 701 dormían a la intemperie. "Entre las que duermen al raso es difícil calcular. Se estima que un 15% usan puentes o marquesinas. Mucha gente también va a parques, cajeros automáticos, duermen dentro de vehículos o en aparcamientos subterráneos en las zonas que ofrecen más cobijo y protección, no sólo del frío, sino también de la violencia por agresiones y robos", detalla Perea.
"Entiendo que la ciudadanía se movilice [en redes] sobre esto porque es una forma de decir que el espacio público es de todos", agrega este responsable de RAIS Fundación. Perea señala que ONGS y Ayuntamiento trabajan ahora en programas destinados a facilitar a personas sin hogar un techo a partir del cual reiniciar sus vidas pero critica a su vez que diseños como los de las marquesinas pueden responden a una idea de arquitectura 'disuasoria'. Ejemplos: bancos incómodos, pinchos en jardineras, ausencia de bancos y de sombras...
Reposabrazos por decreto
El diseño de estas marquesinas, detallan a Verne desde el Ayuntamiento de Madrid, sigue lo establecido en el Real Decreto 1544/2007 del 23 de noviembre, sobre las condiciones básicas de accesibilidad para personas con discapacidad. Esto es concretamente lo que se publicó en el BOE sobre los reposabrazos:
Se dispondrá al menos de un apoyo isquiático y algún asiento. Los asientos agrupados o individuales tendrán reposabrazos al menos en su lateral exterior, la altura desde el asiento al suelo será de 45 ± 2 centímetros.
Desde la EMT lo explicaban en su blog hace meses así:
Desde luego, el reposabrazos instalado en el asiento de las marquesinas no tiene nada que ver con las personas sin techo. Este reposabrazos responde a una obligación normativa y a un criterio básico de accesibilidad: sirve para ayudar a sentarse y a incorporarse a las personas con movilidad reducida. Por cierto, el Ayuntamiento tiene establecida una política de servicios sociales que garantiza un techo en la red de asistencia social a todo aquel que lo necesita.
Fuentes de la EMT añaden que la compañía UTE, encargada de su conservación, realiza un control permanente del estado de las marquesinas, de manera que si hay un desperfecto, ya sea causado por un acto vandálico o por otro motivo, es la empresa la encargada de reponerla "a su coste y cargo". Además, recuerdan que que este tipo de acciones "de vandalismo contra mobiliario urbano" son delito.
Desde el Ayuntamiento recuerdan además que el cambio de marquesinas se ha realizado a coste cero para el contribuyente porque recae en la empresa a la que se adjudicó la gestión. Este reportaje de El País del pasado septiembre se hacía eco de la polémica y recogía que esta cesión supone para el Ayuntamiento unos 10 millones de euros al año más una cantidad variable en función de lo que la compañía facture en la publicidad de las marquesinas.