Supongamos que estás leyendo esto en tu ordenador. ¿Cuántas pestañas abiertas tienen en el navegador además de la de Verne? ¿Ocho? ¿Diez? Prueba a eliminarlas todas, una a una. Sí, incluido el correo electrónico. Y Facebook. Y Twitter. Ésta va a ser tu única tarea durante los próximos cuatro minutos: acabar este artículo. O abandonarlo, si no te convence –vaya, lo sentimos– pero en ese caso hay que cerrar también la página antes de abrir otra. Está prohibido darle al Control + T o clicar en “abrir nueva pestaña”. Tampoco vale echarle una miradita al móvil que sabemos que tienes encima de la mesa al lado del ordenador. Difícil, ¿no? Pues así todo el día.
Éstas son las reglas del Tabless Thursday, el "Jueves sin Pestañas", una iniciativa que propuso James Hamblin, el editor de temas de salud de The Atlantic, el pasado verano y que ha tenido cierto eco en Internet. Hamblin, una estrella emergente de la red a decir de Time, que lo seleccionó como “una de las 140 personas a las que hay que seguir en Twiter” y de Buzzfeed, publica una serie de vídeos titulados Si nuestros cuerpos hablasen y tiene un perfil de lo más particular: es médico radiólogo y actor cómico especializado en comedia improvisada. Y todo con un aspecto extremadamente juvenil - tiene 31 años- que le costó más de una comparación con Doogie Howser (el protagonista de la comedia Médico precoz interpretado por Neil Patrick Harris, por si acaso tienes menos 30 años) cuando ejercía la medicina.
¿Cómo lleva sus jueves el propio Hamblin? “Bueno, lo he intentado. Es muy difícil para mí. Tengo el Control + T integrado ya como una predisposición neuronal, hasta cuando no tengo pensado abrir otra pantalla. Es duro. Y me temo que hago trampas con la música y a veces con el correo. Ah, y a veces compruebo el teléfono, y eso también es hacer trampas”, explica a Verne vía Skype.
El médico viral cuenta en su vídeo que “las pestañas son una metáfora de la vida”. En realidad se trata de promover la monotarea por encima de la multitarea, basándose en la evidencia de decenas de estudios recientes, que demuestran que la distracción continua que propicia la tecnología está entorpeciendo nuestros cerebros. Un informe que publicó la Universidad de Stanford el pasado octubre aseguraba que la gente que trata de mantener varios canales de información electrónica abiertos a la vez no puede en realidad prestar atención, recordar datos o cambiar de una tarea a otra tan fácilmente como aquellos que simplemente empiezan y acaban algo –la pregunta es quiénes son estos últimos–. Además, los multitarea van perdiendo coeficiente intelectual, a juzgar de otro estudio de la Universidad de Londres, que concluye que tratar de hacer demasiadas cosas a la vez tiene un efecto similar a no dormir o fumar marihuana.
“Lo importante es ser consciente de que tenemos una cantidad limitada de energía cognitiva y hay que pensar en ella como un recurso precioso que tenemos que administrar con más cuidado”, apunta Hamblin, que clava el diagnóstico del trabajador contemporáneo. “Al final del día está exhausto y cree que ha avanzado mucho pero en realidad no ha completado nada, sólo ha estado chequeando cosas por aquí y por allá”, asegura.
En breve colgará un nuevo vídeo de su serie que va en la misma dirección, esta vez referido a los móviles: “Hay aplicaciones [como Checky] que te permite saber cuántas veces has mirado el móvil ese día y cuántos minutos has pasado manoseándolo. La media habitual es de bastante más de 100. ¿Es esa la manera más productiva de usar nuestro tiempo?”. El médico propone que, igual que hay quien se pone retos de ejercicio, para correr X kilómetros en cada vez menos tiempo, es viable fijarse como reto mirar el móvil sólo 50 veces al día.
Por último, sugiere comprobar el correo electrónico como mucho cuatro ó cinco veces por jornada “si la empresa lo permite”. Porque no está claro qué parte de esta adicción a la información multicanal viene de uno mismo o de las expectativas sociales. “Se espera que respondas un correo electrónico en media hora. Si no, parece que estás muerto. Las empresas creen que son más productivas al implantar esta cultura en la que el empleado está siempre accesible y en realidad es todo lo contrario”, denuncia.
Venga, ya puedes actualizar Facebook. ¿A que no ha sido tan duro?