El resto de fotografías que se intercalan en planos intermedios de la película se incorporaron después de que Héctor Garrido se bajara de la avioneta con la que recorre una vez al mes Doñana y las marismas fuera del territorio protegido. "Casualmente los días de rodaje me tocó documentar la zona", recuerda. Solo él y su equipo tienen el permiso de aviación civil para realizar vuelos científicos que sirven para gestionar el parque.
Además de conseguir estas espectaculares fotos aéreas, Garrido es el único censador de aves que trabaja en las alturas. Primero tuvo que entrenarse en tierra con un simulador de vuelo -"un juego de ordenador", dice- que genera bandadas de aves al tamaño que más confusión provoca en los especialistas. Cuando se sube al avión, solo puede recurrir a sus ojos. "En el último censo de unas tres horas y media, a unos 160/200 kilómetros por horas, cubrimos unos 500 kilómetros en Doñana y contamos casi 500.000 aves", explica. Desde tierra, un equipo con telescopios y prismáticos realiza el mismo trabajo. Después se comparan los datos. "El índice de error es despreciable en términos estadísticos", asegura Garrido. "Así, durante los últimos 40 años hemos desarrollado un sistema y metodología para conseguir la base de datos científicos sobre aves más larga y exhaustiva de España".