Imagina la ficción literaria más detestable que se te venga a la cabeza: pornografía barata en ediciones grumosas; subgéneros rebosantes de sexo y violencia que clonan éxitos del cine y la televisión; bestsellers escritos con molde para adaptarse a las exigencias del mercado. El libro más odioso que has leído. Bien, pues ese libro está, para muchos críticos literarios, un escalón por encima de las fanfiction, variante que ha sido calificada de derivativa, narcisista, de horribles resultados artísticos, infantil, consumista y, cómo no, poco original. ¿Qué hay de cierto en todo ello? ¿Son las fanfiction (50 sombras de Grey entre ellas) un horror sin paliativos? ¿Hay oro entre el estiercol?
Primero aclaremos los términos: una fanfiction es una pieza literaria escrita por un fan y que parte de una obra previa, oficial y canónica, en cualquier medio (película, libro, serie de televisión, videojuego, cómic) para construir una nueva ficción. Para ello recicla los personajes, escenarios o cualquier otro elemento. Las posibles variantes, como veremos, son casi infinitas, así que sumerjámonos en este submundo paralelo de emparejamientos imposibles y secuelas insensatas e intentemos encontrarle algo de lógica. Estas son 7 claves para comprenderlo:
1. Todo empezó con la Biblia
Se puede decir que Mateo, Marcos, Lucas y Juan eran escritores no profesionales (pescadores, recaudadores de impuestos, fabricantes de tiendas, entre otras profesiones) que escribían distintas versiones acerca de la vida de alguien cuya vida les había llegado, esencialmente, por transmisión ajena. Cada uno aportó a la narración su estilo, sus propias ideas. Por tanto, los cuatro evangelistas bíblicos primeros autores de fanfiction.
Quizás sea mucho decir, ya que hasta después de la Edad Media el oficio de escritor no existe propiamente. Pero es interesante contemplar cómo el autor difuso y la reutilización de la creación ajena era nota común antes de la industrialización de la literatura que llegó con la invención de la imprenta. Con la transmisión de las historias por vía oral, lo normal era contar una y otra vez las mismas leyendas, las mismas moralejas y las mismas mitologías, pero cambiando los elementos diferenciales de cada tribu, raza o época. Vamos, que no lo llamamos fanfiction por no ponernos estupendos, pero ahí estaban los mimbres de las narraciones colectivas y el reciclaje de historias ajenas.
Junto a la imprenta llegaron también las bases de los derechos de autor y la propiedad intelectual, y ahí sí que podemos fijar una diferencia entre una historia canónica, con un autor definido, y una variante hecha con intenciones comerciales, paródicas o lúdicas. Un ejemplo que habrás estudiado hasta en el instituto es el del Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda (posible seudónimo, tal y como cuatrocientos años después harían sus herederos digitales), una secuela no oficial de la obra magna de Cervantes que enfureció tanto al histórico manco que rindió cuentas con él (en lo literario) en la segunda parte de su libro.
2. Los primeros mitos regurgitados
Pero el primer caso de fanfiction desatada, hasta el punto que podemos hablar de una moda, está en Jane Austen, cuyos fans aprovecharon el descenso de los gastos de impresión y reproducción a principios del siglo XX para hacer macedonia con muchas de sus obras. Se llamaban a sí mismos “Janeítas”, y una de las obras más destacadas de esta corriente, Old Friends and New Fancies (Viejos amigos y nuevas modas), de Sybil Brinton, fue publicada de forma comercial en 1913. No creemos que a Austen le hubiera importado mucho, teniendo en cuenta que algunas obras suyas, como Orgullo y prejuicio, son poco menos que una regurgitación de lecturas más cultas, pero estaría bien saber qué pensaría de que su obra siga generando decenas de obras de fanfiction al año, la mayoría de un romanticismo desatado en su misma línea y casi todas con un elevadísimo contenido pornográfico. Una de sus últimas variantes, no exactamente fanfiction pero que parte de buena parte de la filosofía del movimiento, es Orgullo y prejuicio y Zombis y sus secuelas, obra de Seth Grahame-Smith.
El otro ejemplo clásico es el de Sherlock Holmes. La popularidad de la creación de Arthur Conan Doyle llevó a la creación de clubs de fans del detective a principios del siglo pasado, que generaron productos como el Baker Street Journal, un fanzine que discutía los casos originales del detective y aportaba al canon nuevas historias escritas por fans (algunos de ellos francamente ilustres). En muchas de ellas encontramos otra de las características claves de la fanfiction: la confusión completamente voluntaria y gozosa entre la narración genuina y la apócrifa. Posiblemente, Holmes es el personaje literario que más variaciones ha acogido históricamente en su seno, posiblemente por lo hiperpoblado de la mitología victoriana: las veces que se ha enfrentado a Jack el Destripador, por ejemplo, en multitud de relatos y películas como Asesinato por decreto, son incontables.
3. Pero... ¿quién es Mary Sue?
Las muestras de fanfiction conocidas como Mary Sue son aquellas en las que la autora del relato (hay una versión masculina de Mary Sue, llamada Marty Stu, pero es menos icónica) aparece como un personaje más, sobra decir que a menudo con características físicas o psicológicas muy potenciadas con respecto a su modelo real. El caso clásico de esta tendencia data de 1973: Paula Smith escribió el relato paródico A Trekkies Tale en su fanzine Menagerie. En él, la teniente Mary Sue era una adolescente de 15 años que revolucionaba a la tripulación adulta del universo Star Trek. Con ella satirizaba la tendencia que Smith había detectado en el fandom literario de la mítica serie de ciencia ficción: la de los personajes que se identificaban con plasmaciones enfermizamente idealizadas de los propios autores. Aún hoy, esta vanidad infantiloide es uno de los problemas que los críticos de las fanfiction encuentran en el género.
4. Slash no es solo el guitarrista de Guns'n Roses
El subgénero más conocido de la fanfiction es el slash, en el que los protagonistas masculinos de una película, novela o serie de televisión se enamoran, con grado de explicitud sexual a discreción del autor. La denominación slash viene de ahí: la costumbre de usar una barra (“/”, slash en inglés), para separar en el título los nombres de los amantes prohibidos. Algunos ejemplos: Holmes/Watson (del universo Sherlock Holmes) o Harry/Ron (de Harry Potter), por decir dos de los más frecuentes.
La primera novela slash de la que se tiene constancia es la mítica The Ring of Soshern, de Jennifer Guttridge, escrita en 1968 y con un argumento que resume perfectamente por qué este tipo de literatura es tan fascinante: Spock y Kirk, protagonistas de Star Trek, se ven atrapados en un planeta aislado. Spock entra en estado de Pon Far, una fiebre que asola a los vulcanianos y que les mata si no practican el sexo con el primero al que pillen. El capitán Kirk, por supuesto, se deja hacer para salvar a su amigo.
Por descontado, tras el sexo forzado llegarán otros encuentros más consensuados en los que brotará el amor más puro. Con el paso del tiempo, slash ha llegado a ser sinónimo de cualquier tipo de fanfiction pornográfica.
5. El fenómeno Harry Potter
Harry Potter supone un punto y aparte en el mundo fanfiction debido a la inusual tolerancia que la creadora de la franquicia original, JK Rowling, ha demostrado siempre con respecto a las ficciones no oficiales inspiradas en su obra. Las tuercas de esta tolerancia se apretaron al máximo con la publicación de James Potter and the Hall of Elders Crossing (James Potter y la Encrucijada de los Mayores, traducido por aficionados pero no editado de forma oficial en nuestro idioma), escrito por George Lippert como una continuación de las aventuras de Harry a través de su hijo James. Las únicas condiciones que Rowling ha puesto siempre a las obras de fanfiction inspiradas en Harry Potter son que no tengan intención comercial, ni mensajes de odio o pornografía. La primera de esas condiciones era claramente pisoteada por Lippert, que publicó en papel el libro, pese a las amenazas de demanda de Rowling. Ésta finalmente cedió y dio permiso para la publicación del libro, ya que la comunidad de autores de fanfiction apoyaron su existencia.
Con más de 700.000 fanfiction existentes de Harry Potter en el ingente repositorio de obras de este tipo Fanfiction.net, la franquicia es indiscutiblemente una de las más populares y con una comunidad más activa. Pero Rowling está lejos de que se haga caso a su relativamente comprensible petición de que sus personajes no sean mancillados por las bajas pasiones: los slash de Harry Potter constituyen uno de los subgéneros pornográficos más abundantes del panorama fanfiction. Esencialmente, las posibilidades de que un personaje cualquiera de Harry Potter se haya acostado con otro personaje cualquiera de Harry Potter son elevadísimas, independientemente de su edad o sexo (un ejemplo popular y estrafalario: Remus Lupin/Sirius Black). Conviene advertir que muchas de estas historias están protagonizadas por personajes menores de edad, pero esa naturaleza asilvestrada forma parte intrínseca del fenómeno fanfiction.
6. España: Mondo famoso
No es de extrañar que en un país que rinde un culto tan desorbitado a las celebrities de andar por casa como el nuestro hayan surgido multitud de obras de fanfiction centradas en famosos de culto adolescente. En Wattpad, centro neurálgico de buena parte de la fanfiction que se produce en nuestro idioma, se pueden encontrar entrañables ficciones a medio camino entre el slash virginal y la Mary Sue más clásica. Algunas de ellas fueron desgranadas por los estudiosos de lo tróspido Los Hermanos Podcast, en los episodios 4 (donde se ponía sobre la mesa la gloriosa frase “¿Pero cómo puede ser esto?” presente en un erotiquísimo fanfic adolescente sobre Justin Bieber del que su autora ya se ha arrepentido al dejar atrás la pubertad) y 59 (en el que Wattpad arroja fanfics sobre Gemeliers, One Direction y youtubers varios) de su podcast. El indiscutible lado oscuro de los fanfiction.
7. Pero... ¿qué pasa con 50 sombras de Grey?
Junto con las de Harry Potter, las historias basadas en el universo de Crepúsculo conforman una de las fiebres más recientes de la literatura fanfiction: más de 100 novelas y casi 200.000 historias que plantean universos alternativos a los imaginados por Stephanie Meyer en las novelas originales. Con mucha más lógica que en las obras relativas al universo Harry Potter, abunda la pornografía, y así es como nació 50 sombras de Grey.
El título original de la serie de novelas de E.L. James era Master of the Universe, estaba escrito bajo el espectacular seudónimo Snowqueen's Icedragon y pertenecía a otra variante del tumultuoso catálogo de variantes fanfiction, que es el de los universos alternativos. En este caso, trasladaba a Seattle a Bella y Edward, protagonistas de Crepúsculo, convertía al segundo en un atractivo millonario y a la primera en una inocente periodista, y eliminaba el componente vampírico que caracteriza a las ficciones originales. El resultado, un slash de cajón como tantos otros, que manipula los ingredientes habituales en la ficción del subgénero (ocasional misoginia soterrada, erotismo con componentes sadomasoquistas -en las narraciones slash abundan las historias de posesiones sexuales, violaciones soft y demás formas de dominación consensuada o no-), hasta llegar al punto de que The Guardian llegara a calificar a 50 sombras de Grey, en referencia a lo trillado de sus elementos, como “un libro con sesenta mil autores”.
Donde sí dio en el clavo E.L. James, y en eso quizás fue más avispada que el resto de los 60.000 coautores, fue en la distribución: a través de Amazon, en formato epub, dispuesto a ser descargado y leído en Kindle, en vez de perdido en un inmenso repositorio de ficciones de características similares. Ficciones que, por supuesto, se confunden con la fanfiction generada por la propia 50 sombras de Grey, a menudo pornográfica y con argumentos que se cruzan con otras franquicias (incluida Crepúsculo, lo que ha dado pie a historias, como mínimo, confusas).
El boca a oreja, en cualquier caso, funcionó extraordinariamente bien para los libros, que pronto llamaron la atención de los medios por su extraordinaria difusión entre la población femenina y su éxito eminentemente viral. No pasó demasiado tiempo hasta que la editorial Vintage Books compró los derechos y editó una versión física en abril de 2012. En solo unos meses, Amazon UK anunció que 50 sombras de Grey ya había vendido más ejemplares en su web que la serie de Harry Potter completa, sumando un total de 60 millones de copias en todo el mundo. Los intentos de replicar el éxito abundan, algunos de ellos incluso partiendo de la misma fuente que 50 sombras de Grey: las fanfiction de Crepúsculo.
Mientras tanto, la polémica sobre la propia naturaleza del libro persiste: en 2012, la revista Time metió a E.L. James en su lista de las personas más influyentes del mundo, mientras el libro era criticado casi unánimamente por la baja calidad de su prosa, para muchos signo de sus orígenes. Su propia naturaleza ha sido analizada hasta el extremo, como en el caso de la crítica de The Huffington Post Soraya Chemaly, que afirmó que el éxito de 50 sombras de Grey era “notable no por su sexo transgresor sino por cómo las mujeres están usando la tecnología para subvertir la vergüenza de género, explorando el contenido sexual explícito de forma privada y usando lectores de ebooks (...). El consumo abierto, el compartir y discutir estos contenidos por parte de las mujeres es un éxito feminista”. Por otra parte, el resto de los autores de fanfiction están demasiado conformes con el éxito: una de las administradoras de fanfiction.net afirmó que “nos preocupa que una vez que la gente empiece a ganar dinero con la fanfiction, los autores y las editoriales nos presten atención y digan 'Uh, uh, se acabó... infracción de copyright'”. Un tema peliagudo, el de los derechos de autor y sus repercusiones, que puede dar mucho que hablar y discutir en el futuro. También en eso, no se puede negar, 50 sombras de Grey ha sido pionera.