En Sevilla los poetas la llaman “la ciudad efímera”, y no les falta razón. La Feria de Abril transforma del todo la vida de la capital andaluza durante algo menos de una semana en la que los sevillanos hacen del Real su casa. Aquellos que piensen que es una semana de vacaciones están equivocados. En Sevilla se trabaja cada día de esa semana, aunque no sepamos muy bien cómo el cuerpo aguanta. Esta es una guía básica para sobrevivir bajo el cielo de farolillos si no has venido nunca.
1. La Feria tiene su propio vocabulario y hay que conocerlo. Si en Valencia no dices la “cremada” en lugar de la “cremá”, aquí ni se te ocurra decir “alumbrado” al “alumbrao” con el que comienza la semana de festejos. La cena en las casetas la noche del lunes del alumbrao se llama pescaíto, y por favor, no llames calesa a los coches de caballos. Ni traje de faralaes a los trajes de flamenca o gitana. Y por supuesto, por muy flamenco que te sientas, aquí decimos “ole” y no “olé”, y aunque “arsa” parezca algo idóneo, a nosotros solo nos recuerda a El Informal.
2. Cómo entrar a las casetas. Hay que admitir que no siempre es fácil entrar en una. Pero es que ya hemos dicho que son como nuestras casas, por lo que lo normal es que alguien te invite a su casa y no que te cueles porque sí. Eso se llama allanamiento. Aún así, hay 11 casetas, una por distrito de la ciudad, que son de acceso libre, además de casetas de asociaciones, partidos políticos y demás entidades abren sus puertas a todo el mundo. Con la crisis, muchas casetas antes inaccesibles ahora abren a más público para aumentar las consumiciones.
3. No quedar en la portada. La portada es ese gran arco que sirve de umbral de acceso al Real, con sus miles de bombillas y sus colores alegres. Puede parecer el sitio obvio para quedar con amigos antes de entrar en la Feria. Pero cuidado con el triángulo de las Bermudas: hay gente que llega el domingo de los fuegos y sigue esperándolos.
4. Tocar las palmas no es juntar una mano con otra. Tocar las palmas al compás de una sevillana puede parecer sencillo pero recomendamos que pidas a alguien que te enseñe. De verdad, es necesario. Con un poco de ritmo natural, la cosa irá bien. Los que se vean seguros pueden intentar el redoble a contratiempo y causar sensación.
5. El rebujito no es solo refresco. Esta bebida que hermana manzanilla con Sprite entra sola cuando empiezan los sudores fruto del recalentamiento de la lona plastificada de la caseta. Pero cuidado, lleva bastante alcohol y no puedes beber dos jarras de una sentada. Alternar rebujito con tortilla, montaditos o jamón es una buena solución para evitar hacer eses.
6. Bailar sevillanas es posible. Aunque parezca que los sevillanos llevamos años estudiando, lo cierto es que a la mayoría se nos olvida de un año para otro. El título básico de sevillanas se aprende bailando con alguien que sepa. Y bailando en la Feria se liga, eso es así.
7. Olvida el coche. En Sevilla las distancias son mucho menores que en ciudades como Madrid o Barcelona. Es recomendable pasar del coche, aunque junto al Real haya aparcamientos especiales. Recomendable usar las lanzaderas especiales de autobús o coger un taxi. O dar un paseo, que viene bien para entrar con hambre y sed a la Feria.
8. El traje de flamenca es la única vestimenta regional que sigue tendencias. El traje de tu abuela de aquella vez que fue a Sevilla en 1974 con cuarto y mitad de volantes en cada hombro no sirve, así que mejor apuesta por alquilar uno o ir vestida de calle al Real. Para los chicos: las zapatillas o la ausencia de corbata o chaqueta pueden impedir el acceso a algunas casetas.
9. ¿Qué es la Calle del Infierno? En Sevilla, casa de Bécquer y Cernuda, nos gustan las metáforas. Pero no hay nombre mejor para definir a la zona de atracciones que se encuentra pegada a la zona de casetas. La causa es el ruido ensordecedor que notarás al entrar en ella.
10. Hazte con un mapa. Lo necesitarás: aquí cada calle lleva el nombre de un torero y algunas de ellas tienen más de 200 números. Imprescindible para no sentarse a llorar en una esquina cuando tus amigos te digan que están en Joselito el Gallo 192.
11. La Maestranza no es Las Ventas. Puede parecer obvio, pero hay que aclararlo. Recuerdo una vez que fui a los toros en Madrid y no entendía por qué la gente hablaba tanto. En la Maestranza de Sevilla lo normal es el silencio, así que al acudir a una corrida no te extrañes si la gente te mira con recelo si empiezas a charlar como si estuvieras en la cola del súper.
12. El consejo definitivo: agénciate a un sevillano. La grandeza de la Feria es que puede que conozcas a un grupo de sevillanos la primera noche y que sean tus amigos imprescindibles para esta semana. Y ese mundo que parece inabarcable será solo un paseo.