"Volvemos en 8 minutos" y durante ese período de tiempo recibimos impactos de marcas. El color es una de nuestras preferencias a la hora de decidirnos por una de éstas y por ello es uno de los ingredientes fundamentales en el desarrollo estratégico de marketing. Las marcas saben que cada color produce una reacción en nuestro cerebro y los partidos también. Por eso cada uno elige un color.
Los colores han estado históricamente asociados a diferentes ideologías: el rojo nos llevará a pensar siempre en los partidos de izquierda y el azul, en los de centro-derecha (¿sabes que en Estados Unidos es al revés?). El rojo, puro éxito, el más intenso emocionalmente y el que más vemos cada día en nuestra bandeja de spam. Mucho ha llovido ya desde que el maestro Pepe Cruz Novillo crease el logotipo del PSOE, pero con los años y los rediseños del mismo, se ha vuelto a esa simpleza de los orígenes. Izquierda Unida también le dio una vuelta al suyo prescindiendo del gris y el verde y llevándolo así más a la izquierda y quizá perdiendo un poco la identidad del partido.
Tremendamente femenino, el rosa en ocasiones produce el rechazo masculino, ya que está asociado a todo tipo de marcas dirigidas a la mujer. Pero hey, también es un color sensible, emocional y empático. ¿Sabía todo esto Rosa Díez cuando diseñaron el logotipo de UPyD? ¿O simplemente pensaron en personificar el partido a través del color? Y es que, por mucho que nos empeñemos en llamarle “el partido magenta”, no nos engañemos: la candidata es su marca.
La mayor personificación de un logotipo político que recordamos la hizo Podemos en las elecciones europeas, poco antes de que el violeta fuera mucho más que ese extraño color en la naturaleza. El partido escogió todos los ingredientes para triunfar: una tipografía con trayectoria de éxito -la Gotham, la misma que utilizó Obama con el "Yes, we can"- acompañada de unas circunferencias que intentan representar al ser humano y a lo eterno. Y el violeta, color históricamente asociado al poder siendo solamente vestido por nobles debido a su compleja elaboración, la ambición, la espiritualidad -muy presente en la iglesia católica- y la sabiduría. Las marcas que apuestan por el violeta creen que convence, porque tiene sentido: busca mejorar las cosas y un mundo más tierno.
Con los años, los rediseños de logotipo llevaron al PP a prescindir del rojo y su simplificación ha conseguido que se asemeje bastante a un icono de nuestro teléfono móvil. El azul es lo único de este partido busca producir tranquilidad y confianza. Todo cuenta en el azul de las marcas, nos ofrece ventajas y te hace sentir limpia, te hace sentir bien.
La esperanza tiene un color y ese es el verde, pero también está asociado a la ambición, la renovación y el dinero. Las marcas sostenibles o asociadas a la ecología escogerán este color para su representación, pero también lo usan aquellas que tienen que suavizarse. Vox llegó como otra alternativa política con un logo a lo grande, realizado por José Gil-Nogués en este color que va en la línea de otros partidos conservadores europeos y que busca sugerir.
Del color de la naturaleza pasamos al color del sol: el amarillo. Llamativo y captador de atención, despierta alegría, nos llena de energía y nos enseña a amar, pero si abusamos de él puede volvernos la cabeza del revés. Esquerra Republicana quiso un logo identificativo para todos los Países Catalanes, así que la integración de la bandera era fundamental y el amarillo está en ella.
Si hay un color infravalorado, ese es el naranja, pero ¿quién dijo miedo? Eso debió pensar Rafael Celda cuando diseñó la imagen corporativa de Ciudadanos. Estimulante y creativo, esta elección quiere representar la novedad, ese lugar donde comienza el cambio y se consigue diferenciar. A las marcas les funciona porque confía en sí mismo y está preparado para la acción.
Para gustos se hicieron los colores, pero ya sabemos que nada es accidental.