Esta prueba de la experta en neuromarketing Diana Nerval lleva unos días compartiéndose en medios y redes sociales en español. La publicó originalmente en su cuenta de Linkedin, donde se ha visto más de 3,5 millones de veces desde el 28 de febrero, un día después de la historia del vestido que era azul y negro o blanco y dorado y se ha extendido en los últimos días en la red española. En teoría, si cuentas el número de colores que ves en la imagen, puedes saber si tienes algún problema de percepción. Si ves dos colores eres dicromático; entre 20 y 32: tricromátrico; entre 33 y 39 tetracrómata; más de 39, estás mintiendo en los resultados.
No pierdas el tiempo. Está mal.
Vayamos por partes:
El texto afirma que “el 25% de la población es dicrómatra”. En realidad, se trata del 2% de los hombres y de en torno al 0,25% de las mujeres, como explica a Verne el catedrático de Ergonomía de la Universidad Complutense de Madrid, Julio Antonio Lillo Jover, coautor de Percepción del color y daltonismos.
Los dicrómatas tienen sólo dos (y no tres, que es el número habitual) tipos de fotorreceptores en sus ojos y por eso ven menos colores. Normalmente tienen problemas con los tonos de verde y de rojo, ya que la ausencia del tritacono (el que responde con más intensidad a las longitudes de onda que asociamos por lo general a los azules) se da muy pocas veces.
Derval también escribe que “el 25% de la población es tetracrómata”. La tetracromía sólo se da en mujeres y el porcentaje, según explica Lillo, estaría en torno al 18% (es decir, el 9% de la población). Estas tetracrómatas tienen dos tipos diferentes de protoconos (los fotorreceptores de los tonos rojos), pero en realidad “ven colores muy parecidos a los que vemos los demás”, dado que el cerebro interpreta esta información que recibe de ambos tipos de conos de forma muy similar. Sólo un porcentaje muy reducido de estas mujeres tendría una tetracromía fuerte
Las diferencias que vemos entre sexos vienen porque el origen de estas variaciones lo encontramos en el cromosoma X, donde se halla el gen de la dicromatría. Las mujeres tienen dos cromosomas X y este gen es recesivo, por lo que pueden ser sólo portadoras. En cambio, los hombres sólo tienen un cromosoma X, por lo que si tienen este gen, serán daltónicos. Por eso el daltonismo afecta a ocho veces más hombres que mujeres. En cambio, la tetracromía se da cuando cada uno de los dos cromosomas X activa un tipo de cono rojo diferente.
En el caso de la tetracrómata actualmente más famosa, la pintora Concetta Antico, Lillo explica que es muy probable que “diferencie más colores por su aprendizaje y por su profesión que por tener un cuarto cono”, y en este sentido recuerda la diferencia entre “discriminar y categorizar”.
Todos somos razonablemente buenos discriminando colores, es decir, “apreciando diferentes estímulos próximos en el espacio y en el tiempo”, por ejemplo, comparando tonos de verde. De hecho, podemos apreciar hasta 2,5 millones de colores. Bastantes más que la treintena que propone el test, por cierto.
En cambio, nos cuesta más categorizar, es decir “recordar diferentes tonos de un color”. Nosotros recordaremos, por ejemplo, que un coche es verde, pero nos costará más tener presente el tono exacto. Una pintora como Antico “está más entrenada a la hora de categorizar y de aprender”, y puede recordar con más facilidad si ese coche era verde turquesa o verde botella, por ejemplo.
Siguiendo con el test, Lillo afirma que “es muy difícil detectar cómo ven el color las tetracrómatas” y “no es nada fiable hacer una prueba de este tipo en un monitor”, no sólo por las diferencias que puede haber de uno a otro sino, sobre todo, porque los monitores utilizan sólo tres primarios ya que se diseñaron en base a la visión del color de las personas tricromatas. Esta es la razón por la que el equipo de investigación más serio dedicado al estudio del tetracromatismo en mujeres recoge en su web que "los monitores no proporcionan suficiente información para llegar a esta dimensión extra que las tetracrómatas podrían poseer".
Las pruebas que se usan para detectar la tetracromía son bastante más sofisticadas y “evalúan lo rápida que es la respuesta a variaciones en los tonos de color”, explica Lillo, que recuerda que las diferencias son sutiles.
En la publicación de Derval también se asegura que un tetracrómata “ve los colores como son”. En el mundo físico no hay colores: hay luz. Los objetos absorben parte del espectro electromagnético y reflejan el resto. Nuestros fotorreceptores transforman la información de esta luz reflejada en señales eléctricas que se envían al cerebro, donde se interpreta esta información.
Obviamente, nuestra percepción de los colores tiene una base física y por eso la mayoría vemos los colores más o menos iguales. Las tetracrómatas pueden recibir más información sobre los colores que ven, pero eso no significa que los vean tal y como son. Por ejemplo, las aves diurnas y otros animales pueden ver parte del espectro ultravioleta, que los humanos no percibimos y que también forman parte (claro) de la naturaleza.
De hecho y como recoge Snopes, página dedicada a desmentir bulos y leyendas urbanas, la prueba publicada por Derval daba como resultado un número sorprendentemente alto de tetracrómatas, que compartía con orgullo en redes una especie de superpoder del que nunca (comprensiblemente) se habían percatado.
Eso sí, esta historia tiene un mérito que no podemos obviar: se ha hecho viral habiendo comenzado en Linkedin.