Después de años luchando en tribunales, organizando marchas, teniendo visibilidad, hablando con políticos, soportando ataques por luchar contra la homofobia llega un día en que ¡bang! ya es legal y te puedes casar. El día que llega, por mucho que lo esperes, te pilla de sorpresa. Ahí empiezan muchas parejas gays a preguntarse: "¿Entonces qué, nos casamos?". Así fue en España y seguro que están igual muchos ahora en EE UU.
Daniel y yo tardamos unos años en casarnos después que se aprobase la ley en España. Estábamos esperando a ver si el dichoso recurso del PP se aclaraba en el Constitucional. Eran esos años en que al PP le preocupaba mucho la lingüistica (Que no lo llamen matrimonio... Que no lo llamen nación... Que no lo llamen rescate...). Nos preocupaba casarnos y que después el Constitucional lo declarase nulo o algo. Hartos de esperar una resolución que no llegaba, decidimos tirarnos al monte y casarnos. La verdad es que la decisión final del Constitucional nos permitió respirar tranquilos.
Tras muchos años presentando a Dani como mi novio, me costó acostumbrarme después de casarnos a hablar de él como "mi marido". Aún hoy me lío cuando lo presento y dudo en hacerlo como "mi marido", "mi chico" o "mi pareja". No me gusta aquello de "mi compañero" porque me parece algo político o sindical. Lo que sigo diciendo es la coletilla de "aún estamos conociéndonos".
Yo era de los que pensaban que una boda no es tan importante, que es firmar un papel, que no cambia nada, que es un rito, que es algo a lo que no hay que darle importancia. No podía estar más equivocado. Una boda cambia muchas cosas. Hay un antes y un después. Bien organizado, puede ser de los días más felices y divertidos de tu vida y el comienzo de una nueva etapa. Pero como con tantas cosas, una boda gay tiene sus particularidades... Ahí van mis consejos:
1. Primer consejo: no te pelees con tu futuro marido a cuento de la boda. Los gays tenemos opiniones muy firmes sobre cómo debe ser una fiesta y la pareja, por aquello de que los opuestos se atraen, puede acabar mal. Aborda el tema de la organización con mucha tranquilidad y que no llegue la sangre al río.
2. Haz un bodorrio, sí amiga, échate a la mêlée, invita a cientos de amigos, no te quedes corto, aunque tengas que hacer una fiesta en plan picnic. Yo, que soy de Ávila -una ciudad fría, castellana, seria- era contrario a hacer una boda grande. Daniel, extremeño, decía que él se casaba con fiestón o no se casaba. "Sólo en primos y familia empieza la cosa en 60 personas", me decía. Al final fuimos al mogollón de invitados y no puedo alegrarme más. Ese día nos acompañaron amigos y familia de todo el mundo. Mirara donde mirara, había caritas de personas sonrientes a las que queríamos y que se alegraban por nosotros. Es muy dificil que una noche así se repita en la vida. Quieras que no, una boda con pocos invitados, en plan íntimo, parece una boda de penalti y es más difícil que surja la diversión. Si de algo estoy seguro es que una boda grande con muchos amigos es el mejor consejo.
3. Diseña tu propia ceremonia. Ya no tienes que ajustarte a un acto religioso. Trabaja con el oficiante y haz tu propia ceremonia. Daniel quiso incluir el momento de las arras, y usamos una mezcla entre las de su familia y la mía, estableciendo de esa manera una línea entre los matrimonios de sus abuelos, sus padres, sus tíos, los primos y nosotros.
4. Aunque la ceremonia sea algo más formal, tienes que ponerle algo de pluma a la fiesta después. Una boda gay tiene unas expectativas de diversión solo superables por una boda gitana. No defraudes a tus invitados heterosexuales. Si no le pones algo de vidilla, de Abba, de pintalabios, toque de rimmel, plataforma, lentejuelas y humor, no es algo nuestro. Será impagable ver a tus compañeros de universidad bailando YMCA con una boa al cuello como si no hubiera un mañana. Seamos francos, a los heteros les pirran las fiestas gays.
5. Vístete formal, no vayas de mamarracha ni innoves con el traje. Ni con la invitación. Nada de colores raros que enseguida se nos va la mano. Las fotos envejecen fatal y lo que hoy es un toque de originalidad y moda, dentro de diez años te hará preguntarte: "¿Pero en qué estaba yo pensando?". Chaqueta formal y corbata sin estridencias. Hay parejas que prefieren ir iguales y otros diferentes. Nosotros elegimos la segunda, pero nos aseguramos de que los colores de los trajes funcionaran bien juntos para que las fotos no desentonaran.
6. No invites a nadie que te dé mal rollo. Cero compromisos. La ventaja de una boda gay frente a una boda hetero es que no tienes por qué seguir las convenciones. Si tienes dudas de invitar a alguien que hace años no ves, no tienes por qué hacerlo. Esa es tu noche y no dejes que nadie te la estropee. Aunque, de nuevo, cuanta más gente mejor. Hoy me arrepiento de no haber invitado a personas que sí debería haber invitado.
7. Planifica la boda con muuuucho tiempo. Sobre todo si quieres que venga gente que tiene que planificar desplazamientos. Probablemente necesiten días de vacaciones. Prepara también una pre-boda y una post-boda, o al menos facilítales la tarea de buscar qué hacer en esos dias de antes y el después.
8. Último consejo: cuidado con la despedida de soltero a ver si al final no hay boda. Nada de móviles. No digo más. Ahí lo dejo.
*Jesús Encinar es fundador de Idealista, la plataforma inmobiliaria líder.