El uso desmesurado de los diminutivos al hablar. El rosa y los brillos al vestir. Los gestos de paz y amor. El exceso que emana del mundo happy- flower de Aless Gibaja ha conseguido trascender a los memes y convertirse en un meme en sí mismo. Su presencia en redes sociales genera todo tipo de reinterpretaciones y parodias. Es una especie de horror vacui internetero que asusta y fascina a partes iguales.
En los últimos 10 años Aless, que estudió Comunicación y Moda, ha sabido construir una sólida marca personal. A base de saludos cuquis -"¡Hola, bebes! Os super amo"- un halo de "buena vibra" y la publicación de videos con superconsejitos del día, se ha forjado una imagen muy rentable: le reclaman para acudir a eventos, le contratan como DJ en fiestas y las marcas le envían sus productos para promocionarlos.
Tuenti - la red social reconvertida en operador de telefonía móvil- fue su primera plataforma cuando tenía 16 años. "Comencé subiendo fotos de mi día a día", cuenta Aless a Verne por teléfono, "y a la gente le gustaba. Yo trataba de mostrar mi estilo de vida, era la época pre-blogs y funcionó muy bien. Con el tiempo Tuenti fue decayendo y, aunque me resistí a abandonarla, al final fue inevitable. Ahora estoy muy contento con el cambio".
Su perfil de Instagram es el que mejor funciona (con más de 400.000 followers) pero también está presente en Facebook, (120.000), Twitter (64.000) y YouTube (donde tiene un canal con 25.000 suscriptores). En estos 10 años Aless ha ido madurando en las redes y parece que con él sus seguidores. “Antes la media de edad era más baja, estaba en torno a los 15-20 años, ahora estaría en la treintena”, explica. Sus andanzas también han traspasado fronteras. Sus visitas llegan principalmente de América Latina: México, Puerto Rico y Venezuela.
Aless considera que la espontaneidad y el trato directo con la gente son las claves de su éxito: "Todo lo grabo y edito yo", comenta, "soy una persona muy maniática para eso. Nunca me ha llevado nadie las redes sociales y creo que nunca se dará el caso. Cuando ves perfiles de gente a las que les gestionan sus cuentas, se nota. Está todo más encorsetado y es más artificial". Y añade: "Me lleva bastante tiempo actualizar todos mis perfiles, pero no me importa. Por la noche me encanta dedicar un tiempo a leer todos los comentarios que me dejan y suelo contestar".
No todo es positivo en ese feedback que recibe. Mientras unos le adoran, otros le dedican todo tipo de insultos. Una situación que, aunque dice no afectarle, le ha llevado a iniciar una especie de cruzada contra el bullying : "Me siento identificado porque, de algún modo, yo sufro ciberbullying. Ahora soy más fuerte y no me afecta, pero si me hubiese ocurrido más joven quizás sí. Recibo muchas cartas de niños y jóvenes que son acosados. Por eso es muy importante para mí mostrar que nadie es perfecto, que todos somos diferentes. Podemos ser raros, pero no pasa nada por ello. Debemos mostrarnos tal y como somos".
El joven también cree que su presencia online no está construida en torno a un personaje y que tampoco analiza lo que mejor le funciona para crear contenido llamativo: "El único criterio que utilizo es ser fiel a mí mismo. Soy así y hablo así. La frase de '¡Hola, bebes!' la utilizo desde pequeño. Para mí es una forma cariñosa de dirigirme a los demás". Esa particular expresión ha sido, precisamente, la que ha calado en la cultura popular de internet. Cuando uno quiere saludar con un toque cursi ahí está el "¡Hola, bebes!" de Gibaja, parodiado.