Ascender 100.000 metros de altitud es el equivalente a subir 11 veces el Everest desde el nivel del mar. Recorrer 1000 kilómetros en bicicleta, el equivalente atravesar la Península Ibérica. A cualquier ser humano le llevaría años alcanzar estas cifras. A Ueli Steck, La Máquina Suiza, le han bastado 62 días frente a los 80 que había previsto: el alpinista puso punto y final esta semana a su proyecto 82summits, en el que ha ascendido las 82 montañas de los Alpes que superan los 4.000 de altitud desplazándose de una a otra en bicicleta.
"¡Muy emocionado! Mi buen amigo Michi Wohlleben y yo empezamos nuestra travesía #82summits. (...). Lo haremos solo por diversión, por el amor a las montañas. ¡Hoy alcanzaremos la primera cumbre en el Piz Bernina!". Así anunciaba Steck el pasado 12 de junio el comienzo de su aventura. Frente a él y a su compañero, Michi Wohlleben, aguardaba una descomunal ruta que los alpinistas quisieron pintar como gastronómica: divieron el tour el cuatro partes, con nombres acordes a las comidas típicas de los países que atravesarían. El arranque fue la Tarta de nueces Engandina y la Tabla de quesos berneses (ambas en Suiza), para después continuar con la Vuelta espagueti (Italia) y concluir con las Patatas fritas –por lo del inglés french fries– en Francia.
A pesar de ser un proyecto conjunto, la mala suerte hizo que, 11 días después de comenzar, Michi Wohlleben tuviera que abandonar su periplo: para rascar tiempo a esos 80 días que los alpinistas se dieron de margen, la pareja decidió que cuando el tiempo y las montañas lo permitieran utilizarían un parapente para descender. Un mal aterrizaje de Wohlleben dejó al suizo contusionado y malherido, por lo que tuvo que apearse de la aventura. Steck decidió continuar en solitario.
Por desgracia, el mal aterrizaje de Wohlleben no fue el peor momento de la expedición: tras su abandono, fueron varios los escaladores –incluida su mujer, con la que hizo cima en dos cumbres– que aprovecharon sus expediciones alpinas para unirse a Steck en algunos picos. Uno de ellos era el holandés Martijn Seuren. Él y La máquina suiza se enfrentaron a la arista Rochefort de las Grandes Jorasses, en Mont Blanc. Seuren, alpinista experimentado que también pugnaba por completar los cuatromiles de los Alpes, perdió pie y falleció en la caída, el 22 de julio.
"Estoy profundamente entristecido por la trágica muerte de mi amigo Martjin Seuren", escribió el escalador. "Hubiera sido el primer holandés en ascender los 82 picos de 4.000 metros de los Alpes. Quiero expresar mis más profundas condolencias a la familia y amigos". Después del suceso, decidió dejar las Jorasses en stand by y continuar el desafío en otra zona del macizo.
Pero regresó. "Un momento duro para mí en la cumbre", explicaba en Facebook, "teniendo todavía en la cabeza lo ocurrido hace dos semanas...". No es el primer compañero de Steck que fallece plantándole cara a la montaña: en 2008, Iñaki Ochoa de Olza, afectado de edema pulmonar por la altura, murió en el Annapurna junto al suizo, miembras ambos esperaban que otro himalayista, Denis Urubko, llegara con botellas de oxígeno y medicinas para ayudar al vasco. Steck no era el compañero de Ochoa, pero al descubrir que éste se hallaba en apuros, se lanzó en solitario a subir en su auxilio.
Con las Grandes Jorasses ya en el bolsillo, al suizo solo le quedaba un largo viaje en bicicleta para alcanzar las últimas cumbres del desafío: Gran Paradiso, Barre des Écrins y la Dôme de Neige. Por ser las últimas, se le resistieron. Primero, una racha de temporal le mantuvo alejado de la montañas un par de días y, cuando por fin solo quedaba la última cima, el recordman de ascenso al Annapurna se perdió. "Perdí el camino en la noche y me salí del sendero", explicaba en Facebook, "por lo que subí por el valle equivocado". En el trazado de su GPS se observa claramente su error:
Por suerte, sabiéndose ya victorioso, el suizo decidió tomárselo con humor. "Sobre las ocho de la mañana ya estaba de vuelta para empezar de nuevo", explicaba, "esta vez con luz del día, ¡y habiendo hecho un buen calentamiento!". Su reto concluía con 18 días de adelanto según el calendario establecido y, como siempre tratándose de Steck, con ganas más: "Veremos qué es lo que viene ahora".