Mariano Rajoy compartiendo menú del día con Sarkozy. Mariano Rajoy en una terraza en Badalona. Mariano Rajoy departiendo con Pablo Casado y Xavier García Albiol con una caña. Mariano Rajoy y parte de su equipo comiendo unos callos. El presidente del Gobierno desde hace unos meses también es un ciudadano. Como el resto de españoles ha encontrado en los bares un lugar para hablar, en su caso, a menos distancia de la que le obligaba el plasma.
"Los bares son espacios de socialización, forman parte de la idiosincrasia española con elementos autóctonos y nacionales muy específicos", explica Antoni Gutiérrez-Rubí, analista político. En España hay 200.000 establecimientos de este tipo, más que en ningún otro país de Europa, según un informe de 2013, en el que el 30% de los encuestados reconoció que le dejaría las llaves de su casa al camarero.
En este ambiente, donde no hay que enfrentarse a las complicaciones de hablarle a la masa, Rajoy y su partido han encontrado la cotidianeidad necesaria para encarar la carrera electoral. Esta nueva política de comunicación está comandada por Pablo Casado desde el pasado junio. El vicesecretario de esta área fue el primero en quitarse la corbata y tomarse un refresco en un bar cuando Rajoy decidió retocar el partido y poner de cara al público a caras nuevas y, sobre todo, más jóvenes. De aquel "nos ha faltado ponerle piel a las cifras" que el Gobierno lanzó en forma de vídeo en enero, se ha bajado a la acera, en concreto a los bares porque las plazas ya las habían ocupado otros partidos. La imagen de la nueva hornada del PP (Maroto, Maíllo y Casado) encuadrada en un local de este tipo fue algo así como el comienzo de la temporada de cañas y pinchos del partido.
"Es un plató natural", apostilla el experto. "Forma parte de las tradiciones españolas: el partido en el bar, las cañas después del trabajo, el desayuno en el sitio de siempre". Y es también un escenario ficticio. Punto de referencia de series de televisión que tienen un gran protagonismo ahora mismo: desde Cuéntame a una mayoría de sitcoms. O la excusa perfecta de grandes campañas publicitarias. El verano empieza cuando las cerveceras -bebida protagonista de estos locales- emiten sus anuncios. El último spot de la Lotería de Navidad se grabó en el bar de Antonio. Coca Cola lanzó una campaña en España para reivindicar estos espacios con el lema Benditos bares. "Todos somos de bares, venimos de fábrica. La red social más grande se llama bar", decía una voz en off.
Fue Nicolas Sarkozy, el expresidente francés, el primer testigo de este giro comunicativo. En una visita a España el pasado junio, ambos mandatarios departieron sobre el futuro de Europa, la inmigración y la amenaza del yihadismo y después se fueron a comer a la tasca Suprema, cerca de la sede del PP en Madrid. Rajoy anunció en su cuenta de Twitter el almuerzo con varias imágenes y después los usuarios hicieron el resto.
Las bromas y montajes de aquel día no solo sirvieron de chascarrillo, también ejemplificaron lo que Rubí denomina "la prima" de este tipo de política. "Como su imagen ha sido tan rígida, estereotipada y a la defensiva, se está generado un interés adicional al hecho mismo por verle de manera diferente". Y si estas situaciones se repiten a lo largo del tiempo como ha sucedido en sus visitas a Cataluña durante la campaña electoral, en el encuentro con Angela Merkel y en el programa de Ana Rosa, donde lo más destacado, además de la disputa mañanera por el Marca del presidente y su hijo, fueron los dobles que presentadora y entrevistado se tomaron. "La sobreexposición por contraste le puede favorecer. Cuando no haces nada, de repente hacerlo genera un interés superior".
Casado planteó algunos de estos conceptos en una mesa de debate celebrada durante los cursos de verano del PP en Lloret del Mar a principios de septiembre. "Tenemos que gobernar de cara la gente", dijo el político. Esa necesidad, que parece haberse convertido en mantra para la formación, está indisolublemente ligada a internet. "Las redes sociales y los medios de comunicación nos exigen una mayor transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad. Han cambiado gobiernos", continuó. "Desde el PP estamos haciendo un gran esfuerzo para estar en estos canales".
¿Llega con demasiado retraso este cambio? "En política nunca es demasiado tarde prácticamente para casi nada", opina Rubí. "Las nuevas opiniones siempre son posibles si se gestionan con coherencia, contundencia y tenacidad. La política hace posible lo necesario, algo que igual hace un tiempo no parecía imaginable porque tiene la capacidad para transformar las percepciones en poco tiempo". El PP no solo ha sacado a los bares a Rajoy, también lo ha acompañado de un mensaje positivo. A la carencia de la proximidad han respondido con un determinado relato. "El objetivo es comunicar que antes no era posible porque estaban dedicados a salvar España, pero ahora ya pueden hacerlo porque el país mejora", apunta el analista, "es una buena oportunidad si se vende bien".