Si esquivar cacas de perro fuese deporte olímpico, España pegaría un salto importante en el medallero. El "despiste" de muchos dueños a la hora de recoger las heces de sus mascotas es un problema histórico al que las ciudades se han enfrentado de todas las maneras. El premio a la originalidad podría llevárselo el ayuntamiento de Brunete, que envió a sus dueños por correo las cacas "olvidadas". Pero el premio a la efectividad se lo lleva el ayuntamiento de Xàtiva gracias a su programa de analizar el ADN de las heces para multar a los dueños.
El artífice de este sistema, que lleva funcionando desde noviembre del año pasado, es José Vera, biólogo municipal en la ciudad valenciana. José Vera cifra en un 80% la reducción de excrementos caninos en las calles desde entonces, aunque el dato no es científico y se basa en la información de sus colaboradores. La ciudad había probado con otros métodos, como la "motocaca", una moto equipada con aspiradores, pero los resultados habían sido discretos. También lo había intentado con medidas clásicas de concienciación, pero los trípticos tampoco tuvieron éxito. Nada como el análisis genético: "Tendrías que ver cómo ha aumentado el consumo de bolsas para la recogida de cacas", nos dice José Vera.
Para contrastar los datos del propio ayuntamiento, hablamos con David Alcocel, el director del Centro Júnior Atalaia, una entidad independiente que lleva más de treinta años trabajando con los jóvenes en la ciudad. Y, según David, es cierto que las calles se ven algo más limpias desde entonces, aunque tampoco sabría determinar si se debe a los efectos disuasorios de la política de análisis genéticos.
También hablamos con Rubén Palop, portavoz del Club Can, una plataforma de Xàtiva que defiende los derechos de los perros y de sus propietarios. Y Palop nos relata la accidentada historia de la puesta en marcha de estos análisis. En un primer momento, el concejal de Medio Ambiente que impulsó la medida, Enrique Perigüell, del PP, se vio obligado a dimitir porque un mes antes de que empezaran a hacerse los análisis (qué casualidad) había creado una empresa especializada en la "elaboración de censos de ADN de animales para su control de heces por parte de organismos oficiales".
La medida siguió en marcha pese a este contratiempo y arrastró otros problemas. Rubén Palop cree que, en un principio, se exageró su afán recaudatorio. "La policía paraba a los dueños de los perros hasta tres veces el mismo día, por si incumplían alguna norma", nos dice. Esta presión sobre los propietarios se ha relajado últimamente tras el cambio de gobierno en la corporación municipal (ahora en manos de PSPV, EU y Compromís), que ha decidido mantener los análisis después de evaluar su eficacia. Y, aunque Palop no cree que sea únicamente a causa de los análisis genéticos, considera que las calles están más limpias últimamente.
La efectividad de este sistema ha hecho que algunos municipios españoles se hayan interesado por él, lo que lleva a José Vera a aventurar que en un futuro cercano muchas de nuestras ciudades usarán el mismo método. Sin ir más lejos, la semana que viene, los técnicos de los ayuntamientos de Burriana y de Villarreal se dejarán caer por Xàtiva para hablar con José Vera y conocer los detalles de su receta.
Una de las ciudades más decididas a aplicar el sistema es Málaga, tal y como se anunció el pasado mes de marzo, aunque no podrá aplicarlo antes de un año porque es necesario crear un registro de ADN de todos los perros de la ciudad. Y son 98 000, ni más ni menos, según esta noticia del diario Sur. Este registro será obligatorio, costará unos 36 euros y gracias a él podrán cotejarse las muestras que se encuentren en la calle. Los propietarios de los perros que no lleven la chapa identificativa del análisis tendrán que hacer frente a una multa. En Xàtiva, donde hay unos 3 000 perros, este registro se hizo gratuitamente en la primera fase de su programa, aunque ahora toca pagar por él.
Además de su componente científico, una de las claves para el funcionamiento de esta iniciativa es obvia: toca el bolsillo de los responsables. En Xàtiva, por ejemplo, la multa mínima alcanza los 250 euros. Y para evitar errores, el ayuntamiento cuenta con unos protocolos y una cadena de custodia muy detallados. Por ejemplo, hay dos operarios del servicio municipal de limpieza que han recibido instrucción específica y que se encargan de recoger las muestras, siempre en presencia de la Policía.
Otros ayuntamientos, como Lebrija o Sitges también están dando pasos para la implantación de este sistema. Pero Rubén Palop quiere llamar la atención sobre un aspecto que, aunque suele pasar desapercibido en este debate, es tan importante como la posibilidad de identificar a los dueños que no recogen las heces de sus perros. Y es la oportunidad que ofrece el análisis genético para identificar a los perros robados, a los perdidos y también a los maltratados.