Darcia Schouten había perdido la cuenta de las barcas que esa mañana de final de septiembre habían llegado a la costa de Lesbos, en Grecia. Era el quinto día que esta voluntaria, holandesa de 32 años, pasaba en las orillas de la isla griega ayudando en el desembarque de los inmigrantes sirios. Cuando dejó de contar botes hinchables, llegó a sus manos un pequeño chaleco salvavidas, que creía vacío. “No entendí que me dieran un chaleco tan pequeño y allí estaba, un bebé recién nacido", explica Schouten por teléfono desde Ámsterdam a Verne.
"Segundos después vi a su madre", continúa, "no tenía a un intérprete cerca que me ayudase para poder hablar con ella, pero enseguida buscamos a un pediatra que les hiciera un chequeo médico a ambos para ver si estaba bien”. El vídeo subido a la página de Facebook de Unicef con la historia de Schouten y el pequeño de tan solo cinco días, llamado Mohammed, ha sido visto casi un millón de veces, y compartido por más de 15.000 en menos de tres días.
El médico certificó que milagrosamente madre e hijo estaban bien. Durante la conversación telefónica, la voluntaria reconoce que todo pasó muy rápido y apenas tuvo un momento para hablar y conocerlos más, pero sí que guarda una foto de recuerdo en el que toda la familia, incluido el niño y la madre, descansan en su coche.
Aquella laguna en la memoria de Schouten, provocada por la emoción del momento, la completó gracias a otro voluntario, Shaan Bear Reza Ali. Fue este intérprete el que contó la historia de la familia de Mohammed a través de su página de Facebook: la madre, de 28 años, había dado a luz en un pequeño hospital turco, en la frontera al norte de Siria. La mujer pasó cuatro días sin asistencia médica por miedo a ser arrestados si iban a un hospital.
Antes de su nacimiento, la familia de Mohammed estuvo dos meses ahorrando el dinero que necesitaban para hacer su viaje hacia Europa, después de que un ataque bombardeara su casa. El viaje en barca, según contó el padre de Mohammed al voluntario, fue peor que las bombas en Siria. El hombre les dijo que no había vuelta atrás: la solución era seguir o que los mataran.
“Lo que te preguntas cuando ves llegar las barcas y conoces estas historias, como la del pequeño de cinco días, es cómo de desesperante tiene que ser la situación de estas personas para decidir emprender un camino así nada más dar a luz a tu hijo”, reflexiona Schouten. Según explica Unicef en el vídeo, "Todos los botes que llegan, llegan con niños".
Schouten es la fundadora de The UrbanBaby Wearer, una empresa de artículos para recién nacidos que imparte cursos para madres que quieren usar el portabebés como medio de transporte para su hijo/a. Su primera intención, cuando decidió desplazarse hasta las costas griegas sin ayuda de ninguna ONG u organización, era donar 1.000 portabebés y enseñar a las madres que llegaran a las costas griegas cómo acarrear a sus hijos de la forma más cómoda. Se sentía muy identificada, como madre de un niño a punto de cumplir 3 años, de lo vulnerables que se podían sentir.
Aquella experiencia no fue suficiente para ella, y ahora volverá a las costas de Lesbos, el próximo 9 de noviembre. “Cuando me llaman heroína les contesto claramente: no estoy haciendo nada extraordinario, lo normal es ayudar”.