¿Es mejor dormir solo o acompañado? Los usuarios de la red social de preguntas y respuestas Quora se han debatido entre las ventajas e inconvenientes que presentan ambas opciones: dormir en compañía proporciona más confort emocional, pero dormir solo arrasa en lo que se refiere al confort físico.
No siempre hemos dormido en pareja
Nunca hemos tenido el asunto claro. Como explica David K. Randall en Dreamland: Adventures in the Strange Science of Sleep, antes de la revolución industrial, toda la familia dormía a menudo en la misma habitación y, con suerte, tenía un único colchón que disfrutaban los padres.
Esto empezó a cambiar a partir del siglo XIX, cuando crecieron las ciudades y la higiene empezó a ser una preocupación en la emergente clase media. A los médicos les preocupaba que respirásemos unos encima de los otros y recomendaban camas individuales, en una costumbre que en algunos países, como Estados Unidos, se alargó en muchos hogares hasta mediados del siglo XX. A partir de entonces la situación volvió a cambiar y cobraron más importancia tanto el romanticismo como el sexo: “Dormir separados se veía como un signo de un problema de pareja". Si no se disfrutaba de cada momento en compañía, “era porque algo fallaba”.
Necesitamos nuestro espacio
Esta percepción está siendo discutida. Randall cita al doctor Neil Stanley, cuyos estudios muestran que si compartimos cama tenemos un 50% más de posibilidades de ser molestados a lo largo de la noche que si dormimos solos. Lo cual suena bastante lógico. Stanley asegura que “cada persona tiene 23 centímetros menos de espacio en una cama doble que un niño en una individual". A la pérdida de espacio hay que sumar que lo compartimos con "otra persona que pega patadas, puñetazos, ronca y se levanta para ir al baño”.
Uno de sus trabajos midió la calidad del sueño de parejas cuando dormían juntas y cuando lo hacían por separado. La mayoría aseguraba haber dormido mejor junto a su pareja, “pero sus ondas cerebrales sugerían lo contrario”. Por lo general, la situación era peor para las mujeres: "No solo roncan con menos frecuencia que los hombres sino que también acostumbran a tener el sueño más ligero”.
Según Stanley, todo esto influye en que no durmamos bien, lo que a su vez tiene parte de culpa en depresiones, enfermedades coronarias y, también, divorcios.
Entonces, ¿por qué insistimos en dormir acompañados?
Randall cita a Paul Rosenblatt, sociólogo de la Universidad de Minnesotta, que entrevistó durante horas a 42 parejas de entre 21 y 77 años. Y casi todas las que dormían acompañadas coincidían en una misma idea: compartir cama era a menudo "una de las pocas oportunidades que tenían para pasar tiempo juntos y a solas”. Tras estar todo el día trabajando, cuidando de los niños o con las labores del hogar, la cama se convertía en un refugio para muchas parejas y proporcionaba un rato que "hacía más fácil encarar el día siguiente”. Aunque fuera a costa de dormir algo peor.
Dormir con alguien también nos ayuda a sentirnos más seguros. No se trata solo de una seguridad emocional, sino también física, sobre todo en el caso de las parejas mayores. Rosenblatt recogió el testimonio de un hombre que sufrió un ataque de hipoglucemia en plena noche. Su mujer se despertó y pudo llamar a tiempo a una ambulancia.
Además y aunque siempre hay un periodo de adaptación, las parejas acaban acostumbrándose a la presencia del otro, sobre todo porque con el tiempo cada vez hay más confianza. Algunos incluso admitieron que “uno de los momentos más liberadores de su relación fue cuando se dieron cuenta de que no tenían que dormir abrazados cada noche”.
No podemos obviar el tema del sexo. Según Rosenblatt, la frecuencia es menor cuando cada uno duerme en su cama, cosa que lamentan muchos de los hombres entrevistados. “No podían dejar de hablar del tema”. Sin embargo, “ninguna de las mujeres lo mencionó”.