Puede que ya tengas varios años viviendo en la Ciudad de México, que conozcas todas las paradas de metrobús, sepas pronunciar nombres de calles ilógicos e identifiques los colores de las líneas del metro. Incluso es probable que te hayas convertido en ese chavo buena onda que conoce la ciudad y que pasea al amigo extranjero que viene unos días de visita.
Te mueves del norte al sur sin problemas, conoces los restaurantes más populares de las zonas y te encanta caminar por las calles de esta bulliciosa ciudad. Sin embargo, nunca podrás negar que creciste en el Estado y es que hay señales que te delatan, estas son algunas de ellas.
1. No salías de Plaza Satélite o de cualquier otro centro comercial aledaño. Te encantaba recorrer en compañía de tus amigos todas las tiendas, jugar en los Funny chips -estos arcades ruidosos llenos de luces- durante horas y sentarte en una banca a ver a quién veían pasar. Esto podías hacerlo cada viernes. “Ir al cine a Plaza (Inserte el nombre de su preferencia)” fue la primera cita de muchos adolescentes.
2. Estás acostumbrado a pasar mucho tiempo en el transporte para llegar a tu destino. No te asusta cuando te dicen que un lugar está a 40 minutos, es lo que tú te hacías únicamente de tu casa a la parada de camión que te dejaba en el metro o el tiempo en el que te incorporabas a una avenida principal como Periférico. Para ti justo en ese momento comenzaba el viaje que podía durar de una hora a hora y media si bien te iba.
3. Te sabes completo el himno de la entidad. No es algo que te guste presumir pero si por alguna razón en la fiesta te encuentras a otros oriundos de tus tierras, las estrofas completas de esta melodía no tardan en escucharse. Sólo ustedes saben que: “El Estado de México es uuu-na prepotente existee-encia moral.
4. La primera vez que usaste el metro te perdiste o algo peor... El metro es una maravilla pero impone, por eso es muy común que la primera vez que viajas en este medio de transporte o te pierdas en el transborde o no te bajes en la estación que te tocaba. ¿Recuerdas cómo te bajaste como si nada hubiera pasado, caminaste y tomaste el viaje de regreso? Seguro nadie lo notó. Lo que sí notaron fue ese incómodo momento en que le hiciste la parada. Esto seguro no pasó desapercibido.
5. Te cansaste de explicar en dónde vivías. Siempre que surge ese tema en la conversación preguntas ¿Conoces El toreo? o ¿Conoces Satélite? o ¿Ubicas Texcoco? Cuando te contestan que si optas por decir: “Ah, pues de ahí como a 15-20 minutos”. En realidad vivías a 40 o más, pero así se acaban los problemas; de cualquier forma nadie ubica tu municipio.
6. Tus papás le dicen México a la Ciudad. Frecuentemente te preguntan si vas a ir a México o, en ocasiones, si vas a la capital o al centro (ojo: el centro para ellos es toda la ciudad).
7. Gastas cantidades ridículas en transporte. Si viajas en camiones, metro y suburbano puedes gastar de 40 a 60 pesos diarios. Y si se te ocurre tomar un taxi de regreso sabes que tendrás que pagar el doble de la tarifa regular si quieres que te crucen de la Ciudad al Estado.
8. Te emocionaste cuando los bares cerraban más tarde por tus rumbos. Hubo un tiempo, ahí por 2013, en que los bares del Estado cerraban más tarde que los de la ciudad. Te encantaba contárselo a todos aún cuando, aceptémoslo, nadie tenía planeado visitar esos fantásticos lugares.
9. Tienes las piernas ejercitadas pues las subidas y bajadas son una constante en la zona. La mayoría de los vecindarios de esta entidad se caracterizan por contar con vialidades largas y empinadas. Una ventaja si lo que querías era hacer actividad física.
10. Hiciste del sillón de tu amigo tu segundo hogar. Viviste, moriste y reviviste en el sofá de tu mejor amig@, el cual, por suerte, ya residía en la ciudad. Te acostumbraste a cargar con una muda de ropa y tu cepillo de dientes por si la fiesta te orillaba a no regresar al pueblo en uno o dos días.
11. Conoces al menos 3 pueblos mágicos y no saliste de tu estado. Esos paseos que tus amigos citadinos planean con mucha antelación porque están retirados te quedaban a menos de una hora de camino, por eso los conoces tan bien. Metepec, Tepotzotlán, Valle de Bravo o Malinalco son algunos de ellos.
12. Fuiste a eventos masivos a centros cívicos o deportivos. Muchos de los conciertos de bandas de rock, festivales de música o bailes tenían lugar en plazas municipales, centros cívicos o en canchas de fútbol. Seguro te quitaron el cinturón en la entrada por cuestiones de seguridad.
13. Visitaste lugares que sólo existieron en El Estado. Te subiste a la resbaladilla de colores gigante de Divertido, le pediste a tus papás que te llevaran a Dinosauria -el mini Jurassic Park de Naucalpan- y comiste burritos y hot dogs gigantes en el primer Perros y burros. También te llevaron de paseo a Xochitla, paraque ecológico que se encuentra en Tepotzotlán y ya más grandecito fuiste a ver a El recodo al Rodeo Santa Fe.
14. Cuando te mudaste extrañaste… El silencio, los amaneceres y la sensación de que no vivías en una ciudad caótica sino en un tranquilo pueblo en donde nada pasaba. Quién te entiende.
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