Las otras fotos de la mujer que nunca quiso ser el rostro de la Gran Depresión

Se cumplen 80 años de la icónica fotografía de Florence Owens Thompson tomada por Dorothea Lange

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"Madre migrante", de Dorothea Lange
"Madre migrante", de Dorothea Lange.

Su fisionomía no reflejaba su edad, tan solo 32 años, aunque sí las consecuencias de la brutal crisis económica que vivía Estados Unidos tras el crac del 29. Hace justo 80 años, Florence Owens Thompson, madre de siete hijos que enfrentaba la pobreza en un campamento provisional de California, se convirtió en el rostro de la Gran Depresión gracias al retrato titulado Madre migrante. Posó ante la cámara de Dorothea Lange, considerada el mayor talento de la fotografía documental del siglo XX, pero no se alegró de ser el símbolo de una era.

Parecía uno de los personajes de Las uvas de la ira de Steinbeck, pero Dorothea Lange compuso el retrato como si fuera el de una de las vírgenes que protagonizaban la pintura del Renacimiento. "Me acerqué a esa madre hambrienta y desesperada, como atraída por un imán. No recuerdo cómo expliqué mi presencia ni la de mi cámara, pero sí recuerdo que ella no hizo preguntas. Disparé cinco veces, cada vez más de cerca. No le pregunté su nombre o su historia. Me dijo su edad, que tenía 32 años. Me contó que había estado sobreviviendo con vegetales de los campos cercanos y de pájaros que los niños cazaban", contaba Lange en el libro Popular Photography, publicado en 1960 y cuya cita recoge la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

"Había vendido las ruedas del coche para comprar comida. Allí estaba sentada, rodeada de sus hijos y parecía saber que mis fotografías podían ayudar, tanto a ella como a mí. Había algo de ecuanimidad en ello", relataba la fotógrafa.

Era la imagen de un jueves negro que había asolado vidas enteras. Cuando se tomó esta instantánea, habían pasado casi siete años del crac de 29. La producción en Estados Unidos había descendido a la mitad, casi tanto como los salarios, y el sector empresarial y financiero estaba en quiebra. La semilla de esperanza que había plantado Franklin D. Roosevelt al llegar a la Casa Blanca en 1932 no había dado sus frutos, algo a lo que había contribuido la sequía que sufría buena parte del país y que destruía toda capacidad de recuperación de la población rural.

Por eso, en 1935 se creó la Farm Security Administration (FSA), un programa gubernamental que intentó sin éxito reactivar el sector agrícola y controlar su elevada tasa de desempleo. La Sección Histórica era el brazo cultural de esta iniciativa, que convocaba a fotógrafos como Dorothea Lange, Jack Delano y Arthur Rothstein para que mostraran al mundo la situación que enfrentaba Estados Unidos.

El Dust Bowl, considerado uno de los desastres ecológicos de mayor impacto del siglo pasado, seguía provocando insistentes sequías y Lange, quien hasta entonces era conocida por retratar a los clanes más acomodados de Nueva York durante los felices 20, decidió centrarse en sus consecuencias. Familias enteras abandonaban sus granjas en el oeste del país y así es como la fotógrafa coincidió con Florence Owens Thompson.

"Me siento explotada"

En ese éxodo acuciado por el clima y la crisis económica, ella y su marido transitaban con sus siete hijos por la autopista 101 hacia Watsonville cuando su coche se averió y se redirigieron de manera temporal al campo de recolección de guisantes de Nipomo, aunque no trabajaban allí. A pesar del valioso testimonio de la fotografía, su principal detractora fue su protagonista. La madre de familia odiaba haberse convertido en el estereotipo de la novela de Steinbeck, contaba años después uno de sus hijos al documentalista Geoffrey Dunn. 

Thompson lamentó en vida que algunos detalles se perdieran por el camino, como que nunca fuera una de los trabajadores de Nipomo. La imagen provocó que se enviara ayuda humanitaria al campo de trabajo, lo que ayudó a otras familias pero no a la de esta madre, que se encontraba de paso y que abandonó el lugar mucho antes de que esa ayuda llegara.

Llegó a declarar a la agencia AP que se sentía "explotada" por la fotógrafa. "Ojalá nunca hubiera posado. No obtuve ni un centavo de ello. Ni siquiera me preguntó cómo me llamaba. Me dijo que no vendería las fotos y que me enviaría una copia. Nunca lo hizo", aseguró acerca de Lange, quien vivía en una zona acomodada de Berkley, no muy lejos del lugar.

A continuación se pueden ver más imágenes de la serie Migrant Mother pertenecientes a la colección de la Farm Security Administration cedida a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en Washington y a la Biblioteca Pública de Nueva York que el pasado enero colgó su archivo digital de manera gratuita en su web.

Getty Images

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La fotógrafa Dorothea Lange. Buyenlarge/Getty Images

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