“Imagina ir a trabajar todos los días y pasar a través de una multitud de 100 personas que te dicen: Eres estúpida, eres terrible, das asco, no puedo creer que te paguen por esto”. Los insultos no son en voz alta y a la cara, pero Jessi Valenti, periodista de The Guardian, los recibe cada día en los comentarios de sus noticias publicadas en la web del diario británico. Y como Valenti, el resto de redactores. Pero sobre todo ellas.
Desde 2006, las noticias de The Guardian han recibido más de 70 millones de comentarios. Un 2% de ellos - 1,4 millones aproximadamente - han sido borrados por los administradores porque consideraban que no cumplían las normas de la comunidad. Ahora el diario ha querido analizar qué dicen sus comentaristas centrándose especialmente en un enfoque de género y raza. De este estudio nace The dark side of Guardian comments (La cara oculta de los comentarios de The Guardian), una investigación que ha publicado el periódico este martes 12 y que en un día se ha compartido más de 23.000 veces.
El resultado es muy claro: “De los 10 escritores que sufren más acoso, ocho fueron mujeres (cuatro blancas y cuatro no-blancas) y dos, hombres negros. Dos de las mujeres y uno de los hombres fueron homosexuales. Y de las ocho mujeres en el top 10, una era musulmana y otra judía”, dice el artículo. También explica que se bloquean más comentarios en los textos escritos por mujeres y que, aunque el número de artículos de autoras ha aumentado en los últimos años, la brecha de género se mantiene, porque también lo han hecho los publicados por hombres. Además, la única sección del periódico en la que hay más artículos firmados por mujeres es Estilo.
Algunos de los ejemplos de los insultos que han sufrido las periodistas son: “Una periodista informa sobre una protesta frente a una clínica de abortos y un lector responde: 'Eres tan fea que si te quedaras embarazada te llevaría yo mismo a la clínica de aborto'; una británica musulmana escribe sobre sus experiencias de islamofobia y le dicen que se 'case con un luchador del ISIS (...)'; a un corresponsal negro le llaman 'un racista que odia a la gente blanca' cuando informa sobre un americano negro que ha sido disparado por la Policía. No toleraríamos esos insultos offline, y en The Guardian no los toleraremos online tampoco”.
Dos desafíos que no son nuevos
Este macroejercicio de análisis de datos de The Guardian (en este otro artículo explican cómo lo han hecho) aborda dos de los principales quebraderos de cabeza de los medios de comunicación: por un lado, el proceso de decidir qué hacer con el sistema de comentarios para que no se conviertan en un agujero negro. Como escribía Jaime Rubio en ¿Debería leer los comentarios? hay soluciones como la de Quartz, donde han optado por comentarios al pie de cada párrafo, esperando que eso mejore la conversación. En la plataforma Medium son privados. Otros, como Vox, directamente han decidido no abrirlos.
El especial de The Guardian invita a participar en un pequeño juego: ¿borrarías estos comentarios? ¿O los permitirías? Los lectores pueden valorar 8 opiniones y después contrastar que habría hecho el diario en ese caso.
El otro gran tema que el diario ha querido reflejar es el del acoso en internet. Como dice el artículo, hace tan solo cinco años no existía la conciencia de que el acoso y el abuso online fuera un problema tan grande. “El anonimato deshinibe a la gente (...) Las turbas se forman rápidamente: una vez que se publica un comentario abusivo, aparecen otros, a veces compitiendo por ver cuál es el más cruel. El acosado puede llegar a sentir que los acosadores están en todas partes”.
Que las acosadas son sobre todo mujeres es algo que han demostrado otros estudios. Como uno de la Universidad de Maryland en el que se usaron perfiles falsos: las cuentas con perfiles femeninos recibían una media diaria de 100 mensajes sexualmente explícitos o amenazantes cada día. Los hombres, 3,7.
En su libro Reading the Comments (Leer los comentarios), John M. Reagle plantea una variación de la ley de Godwin: “A medida que una conversación online sobre sexismo se alarga, la probabilidad de que alguien llame feminazi a una mujer tiende a uno”. El estudio de The Guardian coincide en que los artículos que provocaban más comentarios insultantes eran los que trataban sobre feminismo y violaciones. También los que hablan del conflicto entre Israel y Palestina.
A pesar de enseñar el lado más oscuro de sus comentarios, el artículo de The Guardian también recuerda que la mayoría de las interacciones son respetuosas y que los comentarios no suelen romper las normas de la comunidad.
Nosotros esperamos los vuestros.