Oír, en la Feria de Abril de Sevilla, se oye mucho, pero escuchar es más difícil. Al traspasar la portada y entrar de lleno en el recinto de casetas y albero, el oído se disloca entre las guitarras de los grupos de música, las sevillanas infinitas en altavoces, el tambor y la flauta rociera, las palmas por doquier, los jaleadores de las atracciones de feria o el relinche de los caballos... Así, entre la marabunta y la jarana, quedan conversaciones a gritos que dejan entrever las cuestiones cotidianas de esta fiesta decimonónica.
-"¡Ole mi arma, qué guapo está de rojo mi marío!", exclama una mujer en un grupo de gente mientras su esposo baila sevillanas ataviado con una camisa colorada.
-"¡Que vas muy guapa, joía, con tu canasto!", dice una amiga a otra que va vestida de flamenca con un gran bolso de mimbre.
Los cambios drásticos de temperatura, entre pasear por las calles a la sombra y con viento y entrar en una caseta a cerca de 30 grados de temperatura, dejan escenas de una niña vestida de gitana con una camiseta interior de manga larga y una rebeca de lana gorda. "Hay que ver, es que esta niña está sudandito...".
La cuestión del traje de flamenca es infinita. Están tan apretados que los móviles se pueden colocar en los escotes, sentarse a veces es una odisea e ir al baño la gran aventura. En referencia a esto, se ha podido escuchar:
-"Se te ha explotado el vestido".
-"Con lo guay que se está con los vaqueros, y no con el traje, que estás siempre con cuidado de que te vas a manchar, de que no sé qué...".
-"Perdone, señora, ¿tendrá un imperdible?, Es que a mi novia se le ha roto la cremallera del vestido".
O una madre sobre el vestido de su hija: "El traje le queda chico y corto, ¡qué lástima la chiquilla! No sé si el año que viene se lo podré poner...".
Y por supuesto el mítico: "Mañana no me visto", una frase dicha con la firme convicción de que, obviamente, volverá a ponerse el favorecedor traje de flamenca.
Los tacones y los pies destrozados también son rutinarios. Una chica cuenta a un amigo su truco para aguantar: "Lo que hago es que pongo los pies en pendiente y así es mejor".
Las bullas en las casetas petadas también dan bastante de sí, casi hasta bailar sin poder levantar los brazos. Conseguir una silla y sentarse después de varias horas de pie es un alivio impagable, hasta que una madre le dice a su hijo:
-Niño, ve a por un platito de caña de lomo.
-Ahora que me he sentao...
Tirarse las bebidas encima, pisarse hasta partirse las uñas de los pies y que se enganchen los botones de las chaquetas de los hombres con los flecos de los mantoncillos de las mujeres es un clásico. Esto le dice un joven a una chica desconocida con la que se ha quedado cercanamente enredado:
-"Como me coja mi novia verás, me va a matar", menciona en alto mientras intenta desliarse sin romper los flecos del vestido de ella.
También por las calles hay bullas, un hombre le da a otro uno de sus trucos:
-"Quillo, vete por el laíto, que pareces nuevo"
La bebida, por supuesto, es otro ámbito de comentarios...
-"No sé lo que va a pasar, pero me voy a emborrachar".
Se ha dado la circunstancia en esta edición de que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, han coincidido en una caseta. La gente les ha flanqueado para pedirles besos y fotos... Una señora atrevida quiso marcar el rumbo del país.
-"Tú lo que tienes que hacer es pactar", le dice a Sánchez.
-"Susana, hazte una foto con nosotras", le piden tres mujeres a Díaz.
En Sevilla, a la zona donde están las norias, las montañas rusas, el castillo del terror, las tómbolas e infinidad de atracciones más se le llama los cacharritos y está ubicada en una calle con el sugerente nombre del Infierno. Luces rojas y gritos no faltan. Aquí, directamente, es imposible escuchar nada.