El Día Internacional de los Trabajadores se celebra el 1 de mayo en la mayor parte del mundo. La excepción más notable es Estados Unidos, donde tiene lugar el primer lunes de septiembre. Es una decisión que resulta en apariencia paradójica si tenemos en cuenta que todo empezó precisamente en este país.
¿Pero qué pasó en mayo?
El 1 de mayo de 1886 se convocaron varias manifestaciones en diferentes ciudades estadounidenses reclamando la jornada laboral de ocho horas. Aunque una ley de 1868 ya había establecido este límite, las empresas podían ampliarlo hasta las 18.
En Chicago, la manifestación formaba parte de varios días de acciones. El 4 de mayo se convocó una reunión pacífica en la plaza de Haymarket y, al final de la concentración, cuando solo quedaban unos centenares de manifestantes, 180 policías acudieron a disolverla. Fue entonces cuando “un idiota o un agente provocador sin identificar arrojó una bomba”, escribe Hugh Brogan en The Penguin History of the USA. Esta bomba hirió a 67 policías, siete de los cuales acabaron muriendo.
La policía cargó contra los manifestantes, matando a ocho de ellos e hiriendo a otros 200, y arrestó a los líderes del movimiento obrero de Chicago. “Nunca se demostró de manera convincente que estas personas tuvieran algo que ver con la bomba (varios de ellos eran ciertamente inocentes) -añade Brogan-, pero eran socialistas y (con una excepción) nacidos en el extranjero. Eso fue suficiente para la policía, los tribunales y muchos empresarios”. En poco tiempo y sin garantías judiciales, “se ahorcó a cuatro de los prisioneros”.
Lo ocurrido en la plaza provocó manifestaciones en Francia, Holanda, Rusia, Italia y España, además de Londres, donde participaron el dramaturgo George Bernard Shaw y el líder anarquista Piotr Kropotkin. Además, en Estados Unidos cada mayo se comenzaron a convocar concentraciones en memoria de los trabajadores de Chicago, como recuerda Howard Zinn en A People's History of the United States.
Eso sí, al menos, a finales de ese mes de 1886, la mayoría de sectores patronales estadounidenses ya habían aprobado la jornada de ocho horas para sus trabajadores.
Tras estos sucesos, la Segunda Internacional impulsó sus esfuerzos por convertir el 1 de mayo en festivo, incluyendo una declaración en 1904. En cambio, en Estados Unidos se intentó rebajar el fervor por esta fecha y dejar de lado lo ocurrido.
El presidente Grover Cleveland firmó en 1894 la propuesta del Congreso que instauraba un festivo para celebrar el Día del Trabajo, pero no quiso que fuera el 1 de mayo precisamente para que no se asociara a lo ocurrido en Haymarket y se convocaran manifestaciones similares. Y más teniendo en cuenta que acababa de reprimir una huelga de trenes en toda la nación: los disturbios y enfrentamientos supusieron la muerte de 30 trabajadores; otros 57 resultaron heridos.
De hecho, este Día del Trabajo fue un intento de Cleveland por congraciarse con el movimiento obrero. No lo logró: perdió las elecciones que se celebraron en 1896.
¿Y por qué en septiembre?
El 5 de septiembre de 1882 ya se había celebrado un desfile en Nueva York, organizado por el sindicato Central Labor Union. El CLU era una rama de la Noble Order of the Knights of Labour (la noble orden de los caballeros del trabajo), el sindicato con el mejor nombre de la historia, que fue fundado en 1869 por sastres de Filadeldia. Según explica Slate, esto aseguraría que la fecha contara con suficiente asistencia y seguimiento.
Poco a poco (y tras huelgas y protestas), más países se fueron uniendo tanto a la jornada de 8 horas como a la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, aunque optando por el 1 de mayo: Francia y España en 1919, por ejemplo. Hay que apuntar que el 1 de mayo no se celebró durante las dictaduras de Primo de Rivera (1923-1930) y de Francisco Franco (1939-1977). Y además, el límite semanal en los primeros años era de 48 horas, ya que se trabajaba seis días a la semana.
Estados Unidos no es el único país que mantiene diferencias respecto a este día: algunos países africanos y asiáticos no lo celebran. Otros han escogido fechas ligadas a su propia historia: en Bangladesh es el 24 de abril, en memoria de las víctimas del derrumbe del Rana Plaza en 2013. En Japón tiene lugar el 23 de noviembre (era una antigua fiesta de la cosecha), aunque muchos sindicatos también organizan actos en mayo. Y en Nueva Zelanda se celebra el cuarto lunes de octubre, conmemorando la iniciativa del carpintero Samuel Parnell, que en octubre de 1840 convenció a muchos obreros para que se negaran a trabajar más de ocho horas al día.