El ajetreo del día a día o un imprevisto pueden hacer que en ocasiones nos demoremos unos días a la hora de devolver los libros que cogemos prestados de la biblioteca. Si la cosa se complica y la pereza nos vence pueden pasar semanas o incluso meses hasta que nos armamos de valor para ir a entregar ese ejemplar vencido. A esta señora de Nueva Zelanda, sin embargo, le ha llevado varios años. Para ser exactos, 67 años y cuatro meses. Pero lo ha devuelto.
Su caso ha trascendido esta semana después de que los responsables de la red de bibliotecas públicas de Auckland - donde vivía entonces la protagonista de la historia - lo publicasen en sus perfiles en las redes sociales. Y no lo hicieron para reprochar su actitud. Todo lo contrario, desde el centro de Epsom - donde se había sellado el libro - aprovecharon la ocasión para agradecer el gesto de la mujer. A pesar del tiempo transcurrido, el libro - una primera edición de Maori Myth and Legendary Tales, del autor A.W.Reed - estaba en buen estado y la infractora había preguntado en el mostrador a cuánto ascendía la multa que debía pagar por el retraso.
En la foto puede verse claramente la última fecha marcada en la solapa del libro: el 17 de diciembre de 1948. Junto a ese registro de entradas y salidas el equipo de la biblioteca escribía: "¡Un cliente maravilloso vino a vernos hoy para hacernos una confesión! De niña fue socia de la biblioteca Epsom hasta que dejó de vivir en Auckland y por accidente ¡se llevó un libro de la biblioteca con ella! Hoy ha podido, por fin, devolvérnoslo. La fecha de devolución está claramente sobrepasada en unos cuantos años, pero está en una condición de lectura excelente".
En declaraciones al diario The Guardian la bibliotecaria que recogió el libro, Zoe Cornelius, contó que al dirigirse a ellos la mujer se mostró avergonzada y explicó que su intención había sido siempre devolver el libro, pero el traslado de su familia lo había hecho imposible. Ante la curiosidad que ha despertado el caso, la biblioteca también ha detallado en los comentarios dejados por sus seguidores, que la señora no tuvo que abonar la multa. El libro había sido prestado cuando era una niña y las normas del centro no recogían ese castigo para los menores.