En 2015 me operaron de una hernia discal, y desde entonces, no me atrevo a algunas cosas. Pero este fin de semana tuve la oportunidad de tomar parte en la primera clase de yoga a la que, además de una esterilla, hay que traerse dos botellas de cerveza.
No me lo pensé dos veces, sobre todo porque Jhula también me tranquilizó: “No te preocupes, haz solo lo que tú veas, pero sobre todo, pásatelo bien”. Ella y Emily son las maestras e inventoras de esta actividad que combina dos aficiones que para muchos son opuestas.
La cita tiene lugar en una antigua fábrica de cervezas en el centro de Berlín, la Kulturbrauerei, donde se concentran varios clubs, oficinas y negocios modernos. El domingo había además un festival de la cerveza en el que podían encontrarse variedades muy diferentes y realizadas de forma artesanal. Compramos un par de Pale Ale por nada menos que 12 euros.
Para quien haya asistido a una clase de yoga (o para quien no): la música no suele jugar un papel importante, en todo caso se escuchan un par de crótalos y new age. Aquí es todo lo contrario. Parece que vayamos a hacer aerobic.
Jhula saluda a la veintena de participantes y nos sentamos en el suelo en la posición de loto. “Ahora cerrad los ojos y agarrad vuestro botellín. Sentid la etiqueta, lo fresquita que está la cerveza dentro, sed conscientes de su olor... y bebed un sorbito. El primer sorbo del fin de semana siempre es el mejor. Sentid el burbujeo en vuestro paladar”.
Así comienza una sesión llena de risas, en la que se trata de ir haciendo posiciones de yoga y, mientras tanto, escuchar los chistes de Jhula y beber y beber. Llega un momento en el que todos los presentes empiezan a reírse. Yo no consigo hacer muchas de las posturas, como esa donde uno tiene que agarrarse el pie, inclinarse hacia delante y al mismo tiempo pimplar de la botella.
bieryoga.de
También hacemos un par de ejercicios en pareja. A mí me toca hacerlos con Mark, que también es periodista y, junto a mí, es el más patoso del grupo. Nos compenetramos estupendamente porque hacemos solo la mitad de la tarea, pero siempre podemos brindar. Como para acabar una pequeña meditación, en la que en lugar de decir “Oooommm” dicen “Prrrroooost”, que en alemán significa “salud!”.
La hora se pasa en un santiamén y la gente está entusiasmada: “Me parece una idea estupenda”, “me lo he pasado genial”, “me siento más ligero”... Yo que no puedo evitar siempre buscarle los tres pies al gato, pregunto a Jhula si no cree que en realidad puede ser un poco peligroso hacer estas posturas embriagado, a lo cual me responde con su imbatible buen humor: “Hay cosas mil veces peor que esto, y la gente en todo caso se emborracha igual en los bares y a veces hacen cosas mucho peores. Acércate por una rave y verás”. ¿Pero cree que se podría hacer esto solo como deporte? “Desde luego, es mejor que no hacer nada y estar sentado en el sofá”. ¿Cómo se le ocurrió la idea? “Muy fácil: Me encanta hacer yoga y soy profesora oficial, pero también me gusta beber cerveza”.
Postdata: Si realizas la versión alemana, puedes salir con una buena cogorza de la sesión, ya que el tamaño estándar es medio litro.
Postdata 2: Me encontré a este hombre haciendo yoga con cerveza mucho antes que estas mujeres, pero sin idea de comercializarlo. Parece que la tendencia comienza a establecerse.