Acaba de empezar el mes de Ramadán, el mes del ayuno islámico, y como cada año se suceden los reportajes. Los hay que intentan explicar su significado, los que recogen testimonios de musulmanes y cómo afrontan las próximas semanas, otros en los que se echan las manos a la cabeza calculando las horas en las que los musulmanes estarán sin comer o beber -ni tener relaciones sexuales-, o se dan consejos médicos sobre cómo sobrellevar el ayuno en pleno verano.
En España hay 1.887.906 musulmanes, según los últimos datos publicados por Estudio Demográfico de la Población Musulmana elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) y el Observatorio Andalusí, lo que supone alrededor del 4% de la población. En todo el mundo, la cifra supone el 23% de la población, según datos de Pew Research Center. Los siguientes consejos pueden serles útiles a quienes quieran saber qué hacer y qué no, si sucede que conocen a alguno de ellos.
- Felicitar el Ramadán. Para los musulmanes se trata de un momento muy especial del año, hay quien lo explica como si fuera una Navidad que dura un mes. Cada noche, cada ruptura del ayuno (se le suele llamar ‘iftar’), vendría a ser una especie de Nochebuena. Las familias se juntan, los amigos se llaman y se felicitan. Es un ambiente festivo porque Ramadán brinda a los creyentes una oportunidad única de reforzar su relación con Dios –Allah [que es como se refieren a Dios los musulmanes] y a la vez se estrechan los lazos comunitarios. Cada noche, tras la última de las cinco oraciones diarias -el ayuno se rompe tras la cuarta– hay un rezo especial y las mezquitas se llenan. Es un momento importante para los musulmanes. Decir ‘Feliz Ramadán’, ‘Ramadan Mubarak’ o ’Ramadán Kareem’, por ejemplo, es un bonito gesto para con ellos.
- Comer delante de ellos. Los musulmanes practicantes no van a comer ni beber –no, ni siquiera agua– durante el día, pero en países como España no hay problema en que quien no ayuna lo haga delante de ellos. No obstante, en algunos países de mayoría musulmana hay leyes que prohíben a los musulmanes comer o beber en público durante Ramadán, como ocurre por ejemplo en Marruecos. Este tipo de normas son criticadas por parte de la sociedad. Los musulmanes tienen la firme voluntad de ayunar y lo hacen convencidos de los beneficios que les reporta. Por cierto, hay ocasiones en las que los musulmanes dejan de ayunar: por enfermedad, las mujeres embarazadas o menstruantes, o si se está de viaje. Los niños y los ancianos tampoco tienen la obligación de ayunar.
- Compartir para comprender. En muchas mezquitas se organizan desayunos comunitarios abiertos a todo el que quiera acercarse, y también hay instituciones y asociaciones que organizan actos interreligiosos para compartir ese momento. Los más curiosos incluso se atreven a probar el ayuno por uno o varios días para vivir la experiencia. Este tipo de eventos ofrecen la posibilidad de intercambiar ideas y hacer preguntas. Los musulmanes tienen la oportunidad de explicar cosas como que el Ramadán es mucho más que no comer y que es uno de los cinco pilares del islam.
- Cosas que es mejor no hacer. Es recomendable tener en cuenta que los musulmanes están ayunando, por lo que programar una reunión de trabajo en un restaurante a la hora de comer quizás no sea lo más inteligente. Es como quedar con un alérgico a la leche en una heladería: se puede, pero habiendo otros lugares... Para ellos el ayuno y en general el Ramadán es algo de peso, tiene un importante significado religioso y social, por lo que aunque no es que se vayan a enfadar porque alguien bromee sobre cosas como si van a adelgazar o no, conviene tenerlo en cuenta. Por cierto, son pocos los que adelgazan este mes. Preguntar a un musulmán qué tal lleva el ayuno no es de mal gusto, todo lo contrario, pero insistir con los argumentos de uno sobre que ayunar no es bueno con el calor que hace, resulta cansino. Además, ni por esas van a dejar de ayunar.
- Consejo para los detallistas. Quienes quieran tener un detalle con un musulmán en estas fechas, regalar unos dátiles o algún dulce (que no lleve manteca de cerdo) es una buena idea.
Para los curiosos:
Pero ¿por qué ayunan todo un mes? En resumidas cuentas es uno de los cinco pilares del islam, es decir, una obligación para los musulmanes. En este noveno mes del calendario lunar, que rige el calendario islámico y por ello la fecha cambia cada año, el Corán fue revelado al Profeta Muhammad (Mahoma, como su nombre ha quedado trasladado en castellano) como una Guía para alcanzar el éxito en esta vida y en la otra. A quienes ayunan con sinceridad les son perdonadas las faltas, además de que en este mes todas las buenas obras tiene una mayor recompensa. Es un momento de recarga espiritual y de estrechar los lazos y saldar rencillas con la familia y la comunidad. Además, los musulmanes creen que el ayuno les reporta beneficios físicos y les ayuda a conectarse con los que menos tienen y ser así más generosos, entre otras cosas.
Los otros cuatro pilares son: la profesión de fe, es decir, creer de corazón en que Allah es uno y único y que Muhammad es su Profeta; el rezo, que se hace cinco veces al día a diferentes horas que cambian con el movimiento del sol; el pago de la limosna anual, cuyo valor corresponde a un porcentaje concreto de los ahorros de cada musulmán, y la peregrinación a La Meca si se dispone de salud y medios.
A pesar del ayuno y de las dificultades que entraña, los musulmanes suelen mantener su obligaciones cotidianas. El mundo no se para. En los países de mayoría musulmana a veces se acorta la jornada laboral o se modifican las horas de entrar y salida. Pero en Europa no todos pueden negociar tener este flexibilidad en el trabajo.
El alcalde de Londres, musulmán, ha dicho al respecto en un blog en The Guardian, en el que ha hablado de su ayuno este mes, que con su ejemplo pretende acabar con "la mística y la sospecha" que existe en torno al islam. Dice que la última campaña electoral la hizo ayunando y que esta vez también tiene la agenda llena de compromisos. El primer alcalde musulmán de una gran ciudad europea añade que se refiere públicamente a este asunto y participará en iftar comunitarios en diversas mezquitas, iglesias y sinagogas para mostrar que “es posible ser alguien con valores occidentales y liberales y a la vez ser musulmán”. La mejor manera de entender las creencias de otros es, asegura, compartiendo experiencias.