A Marisel Valencia Madrid, dueña del restaurante Blau Grifeu, de Llançà (Girona), le sorprende que la gente no responda a un "buenos días". Lo echa de menos no solo en su local, sino en general en lugares públicos donde nadie reacciona a un saludo amable. Para concienciar a sus clientes de que "un poquito de simpatía no hace daño a nadie", colgó un cartel en su establecimiento, como cuenta a Verne.
La idea se le ocurrió hablando un día con un cliente sobre "las personas maleducadas que no saben pedir las cosas". El parroquiano le contó que en un restaurante de París habían puesto un rótulo en el que había tres precios para el café, según la educación con la que se pidiese. Podría muy bien ser este, del que se hizo eco en 2013 este usuario de Twitter.
A ella le pareció buena idea y la importó: "Un café" a secas serían cinco euros; "un café, por favor" sale un poco más barato, tres euros; "buenos días, un café por favor" vale 1,30 euros.
En realidad, el precio que aplica siempre el restaurante es el de 1,30 euros, pero en los dos meses que lleva colgado, el letrero está cumpliendo su función. Según Valencia Madrid -que con ese nombre tan español es de Colombia, "un país pobre pero educado"-, "la gente ahora dice, 'por favor, un café'". "Hasta escucho a los niños decir: 'Papi, pide las cosas por favor'".
Ahora se ven más sonrisas en su local, dice. Y esa era la idea, recordar que "con simpatía se consiguen más cosas", que "sonreir es gratis", y recuperar el "calor humano" que echaba de menos.
Un recordatorio que, al parecer, es necesario hacer con frecuencia y en distintos lugares: