Entró decidido al estudio de tatuaje, apoyando sus 71 años de vida en un bastón y en un recuerdo que no quería olvidar. Al cruzar la puerta, los trabajadores del establecimiento pensaron que se había equivocado de destino. Aunque no era un hombre de muchas palabras, les contó que su esposa había muerto recientemente, mientras se aferraba a una fotografía en blanco y negro que de inmediato les mostró. Quería grabar en su cuerpo la dedicatoria que lleva medio siglo inscrita en papel.
"Era una fotografía que mostraba dos manos entrelazadas. En la parte posterior aparecía un 'Te quiero' escrito a mano con un bolígrafo azul y la firma de su esposa. Nos pidió que se le tatuara con tinta azul, para que quedara exactamente igual en su cuerpo", cuenta a Verne Jorge García Pérez, el tatuador conocido como Burro Tattoo.
Él atendió a este hombre septuagenario el pasado jueves en el estudio Gotham Tatoo Madrid de Majadahonda y grabó un vídeo para compartir en redes sociales la historia que les había emocionado.
La grabación de apenas ocho segundos que muestra el resultado de esta original petición ha superado las 6.000 reacciones en menos de 36 horas y cuenta con más de 430.000 reproducciones.
La imagen que tantos buenos recuerdos traía al inesperado cliente se había tomado en un baile al que la pareja acudió en una sala de fiestas de Majadahonda en 1963. Luego tuvieron hijos y nietos, que desconocían que el cabeza de familia estaba tatuándose el recuerdo de Pilar, explica Jorge García Pérez a través del teléfono.
Les dijo que era la primera vez que entraba en un sitio así, que nunca le habían hecho gracia los tatuajes, pero quería poder ver esa dedicatoria todos los días de su vida. "El hombre quería colocar el recuerdo en la palma de la mano, pero le dijimos que en esa zona suelen borrarse con el paso del tiempo, así que aceptó la sugerencia de hacerlo en el brazo", explica Burro Tattoo.
De los 40 minutos que el tatuador necesitó para reproducir las palabras de Pilar en el brazo de su viudo, tan solo se necesitaron tres para inyectarlo en su cuerpo. Primero se amplió la foto original, para poder calcar mejor la firma manuscrita de la mujer. "Le avisé de que podía doler un poco, pero no le importó. Me dijo que había estado en el Ejército y que tenía experiencia militar", comenta.
El tatuador pidió grabar un vídeo para compartir la historia y el hombre accedió. Con un "esto es lo que hace un hombre enamorado" se despidió de los trabajadores del establecimiento, recuperando su su bastón y su boina. "Y nos dejó el corazón encogido", admiten las personas que le ayudaron a perpetuar su recuerdo.