Una de las causas de desánimo cuando se comienza a hacer ejercicio es que no se vean resultados, por mucho que uno pase horas corriendo o en el gimnasio. No se trata solo de que el cuerpo se acostumbre a una rutina determinada, sino de que ni siquiera responda en un primer momento. Esta falta de respuesta para algunas personas ya se conocía, pero el New York Times ha recogido los resultados de un estudio que ha explica que hay una forma de superarla.
Según investigaciones anteriores, el mismo ejercicio puede afectar a gente diferente de manera muy distinta, sin que la edad o el sexo sean factores determinantes. No se conoce la causa exacta, pero se trataría probablemente de factores genéticos que determinarían esta falta de respuesta al ejercicio físico de los llamados "no respondedores" (nonresponders).
Hasta ahora, la mayoría de estudios constataba los resultados dispares que se obtenían con diferentes rutinas, pero un trabajo publicado recientemente en la revista científica PLOS One y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Ottawa, de Ontario y de la Queen’s University de Kingston ha analizado si una persona podría lograr resultados diferentes cambiando de actividad o si esta falta de respuesta era universal.
Los 21 participantes pasaron por tres semanas de entrenamiento de resistencia y otras tres de entrenamiento de intervalos de alta intensidad, con unos meses de descanso entre un periodo y otro. Según recoge el diario, de media todos mejoraron su forma física, pero las respuestas individuales fueron muy diferentes: un tercio no mejoró tras el entrenamiento de resistencia y otro tercio no mejoró con el entrenamiento de intervalos.
Pero lo destacable es que todos mejoraron su forma física gracias a al menos uno de los dos entrenamientos. Es decir, no hay que desesperar en caso de que no veamos resultados tras varias semanas de hacer ejercicio. Lo que tenemos que hacer es cambiar de entrenamiento hasta dar con el que es más adecuado para nosotros.
Tu cerebro también se beneficia del ejercicio físico
También es interesante recordar que esas semanas que podemos pasar hasta encontrar la rutina más adecuada no es tiempo perdido: incluso aunque no mejore nuestra forma física, está comprobado que el ejercicio tiene resultados positivos para nuestro cerebro. La actividad física mejora nuestra atención y nuestra memoria, y podría reducir el riesgo de depresión y Alzheimer. El ejercicio también mejora el estado de ánimo y ayuda a reducir el estrés, incluso cuando se trata de rutinas moderadas.
Según recoge la revista Time, no está claro por qué el ejercicio cambia la estructura del cerebro. Podría influir el incremento del riego sanguíneo, que llevaría más oxígeno al cerebro, estimulando así la creación de nuevas células del sistema nervioso central.