Cosas de la vida a -50 ºC en Oymyakon, el pueblo más frío del mundo

Los niños no tienen clase cuando el termómetro baja de los -54 ºC

Ruslan, de 35 años, carga bloques de hielo en un camión a las afueras de Yakutsk, en el valle de Oymyakon Cordon Press

Mientras aquí nos helamos por la ola de frío que recorre estos días la Península y Baleares, hay quien se disputa el gélido título de ser el lugar habitado más frío del mundo. En esa clasificación Oymyakon, un remoto pueblo ruso de 920 habitantes al este de Siberia, ocupa el primer puesto y exhibe para reclamarlo sus -50ºC de temperatura habitual en invierno. Los responsables de la web oficial de turismo, oymyakon.ru, cuentan a Verne cómo es vivir en un lugar donde el frío congela las lágrimas, la barba, las pestañas y todo lo que no esté a cubierto. 

El frío tiene otros inconvenientes, algunos bastante irónicos. Por ejemplo, las cañerías se congelan, así que los servicios están en pequeñas casetas de madera a la intemperie, con letrinas cavadas en la nieve. El meteorólogo de TVE Mario Picazo hizo un reportaje desde allí y contó que hasta el papel higiénico está congelado. En la oficina de turismo nos cuentan que esta costumbre es lo que más sorprende a los visitantes.

El suelo está tan congelado que tampoco pueden cavar tumbas. Si alguien fallece, primero tienen que hacer hogueras para poder derretir el hielo antes de meter el pico y la pala, como se muestra en este reportaje.

Fotograma de un vídeo de Sebastian Bladers (YouTube)

A menos 60 grados no puedes respirar si no es cubriéndote la cara. "A menos 50 es casi imposible correr", contaba un residente en el vídeo. Según su relato, su perro lamió un barril de agua y se le quedó la lengua pegada. Una joven recién llegada al pueblo aprendió la lección número uno al ser madre: hay que asegurarse de que los niños no toquen ni chupen nada metálico para que no les pase lo mismo.

Según The Weather Channel, en 1924 llegaron al récord de 71,2 grados bajo cero. En octubre los termómetros empiezan a marcar entre -15 y -20 grados y el invierno se extiende durante cinco meses con apenas cinco o seis horas de luz al día. En mayo va llegando el calor y en julio, el mes más cálido, pueden llegar a estar a 34 ºC.

Vista general del valle de Oymyakon, en la República de Sakha. El nombre del poblado significa 'agua líquida, o agua que no se congela', en idioma yakuto Reuters

"Lo normal es que en invierno haga -50 ºC. Cuando hace entre -45 y -40 es casi cálido. Entre -58º y -64º hay heladas extremas", explica Max, de la oficina de turismo. Cuando hace demasiado frío no se puede hacer deporte en la calle, pero bien abrigado sí se puede estar fuera y pasar tiempo en el bosque, a donde suelen ir a cazar o a cortar leña.

Los coches no solo no duermen fuera de casa, sino que tienen garajes con calefacción. "Los motores no arrancan a -20 ºC y a -50º C se quedan como un témpano", nos cuentan.

Un puesto del mercado local de Oymyakon Cordon Press

Los aviones no vuelan a esta zona en invierno cuando se registran -60ºC. Este año se han cancelado todos los vuelos hasta la primavera y las mercancías les llegan solo por la carretera federal Kolyma. La ciudad grande más cercana, Yakutsk, está a 929 kilómetros de distancia, pero en el distrito de Oymyakonsky hay otros cinco pueblos y en total son unos 5.000 habitantes.

"Tenemos de todo. Gimnasio, café, clubs, bibliotecas, museos, tiendas, farmacias". También hay médicos de atención primaria y pediatría, y si ocurre algo más grave, trasladan al paciente a la ciudad. A Max, de 30 años, le gusta pasar su tiempo libre en el gimnasio, pescando y viendo películas americanas. "También me gusta viajar en coche o en moto, y en los últimos años me ha interesado mucho el turismo, el vídeo y la fotografía", cuenta entusiasmado por email. "Hay muchas cosas interesantes que hacer aquí".

El pueblo vive en parte de la minería. Recibe dinero del Estado por la extracción de oro y tiene minas de antimonio, un metal raro. La cría de ganado y de caballos es otra de las actividades económicas de la población. También hay pescadores y cazadores de renos y alces.

La tinta de los bolígrafos se congela y las baterías duran muy poco. Los mecanismos de las cámaras de fotos sufren bastante. Pero según nos cuentan, no es cierto que no tengan teléfonos móviles, como se dice a veces. "Tenemos internet, Wi-Fi y televisión por satélite y todo el mundo tiene móviles. Se congelan si los sacas en la calle, pero los llevamos en el bolsillo".

Una vendedora de pescado Cordon Press

La calefacción es por cuenta de una central térmica que sirve a todo el pueblo y funciona con carbón las 24 horas del día. "Las casas están muy bien preparadas para el frío", dice Max. Lo que no tienen es agua corriente, porque se congelan las tuberías. "En otros pueblos cercanos sí tienen y puedes ir allí a por agua o a lavar el coche, aunque en verano los lavamos en el río".

La dieta es fundamentalmente carnívora, porque no hay planta que agarre en ese suelo helado y las frutas y verduras son muy caras. Algunas de sus especialidades culinarias incluyen carne de venado, de ternera y potro. El fotógrafo Amos Chapple, que visitó la aldea en 2013 y cuyo trabajo recoge la revista Wired, menciona también el pescado crudo y sangre de caballo con pasta. 

En sus orígenes la aldea era una parada de pastores de renos que aprovechaban las aguas termales de un manantial que da nombre al lugar. La Unión Soviética, que quería acabar con el nomadismo, les empujó a asentarse allí sobre 1923. De esas termas viene el agua de uso doméstico que llevan a diario a las casas en un camión cisterna y que sirve también para alimentar el sistema de calefacción. El agua potable la obtienen rascando el hielo del río.

Los niños no pueden estar fuera cuando la temperatura baja de -68 ºC. Con -49 ºC pueden jugar en la calle solo durante 20 minutos. A -58 ºC cualquier parte de la piel expuesta al frío se congela rápidamente. Un mes al año los niños no van al colegio porque la temperatura está por debajo de -54 ºC. Las clases en el instituto se suspenden cuando hace -58 ºC. "Nosotros usábamos estos días para ir a cazar al bosque pero ahora probablemente se dediquen a jugar en el ordenador", responde Max.

Una ciudadana espera sentada en el interior de una oficina, en Oymyakon Cordon Press

El frío extremo tiene alguna ventaja, como que las casas no necesitan nevera. Si dejan los alimentos en el porche se congelan. Pero la ropa húmeda se convierte también en una placa de hielo en cuestión de minutos, como se puede ver en un vídeo del estudiante de meteorología Sebastian Bladers.

A pesar lo de lejos que está de todo, a la aldea llegan entre 300 y 400 turistas al año atraídos por las temperaturas extremas que se entretienen con las carreras de renos, la pesca a través del hielo y las aguas termales. También tienen "un lago sagrado y las montañas".

Bladers subió un vídeo a YouTube de su visita a Oymyakon un día que hacía -56 ºC. No tuvo problema para grabar el típico lanzamiento de agua hirviendo que se congela en el aire. Ya puestos, también se revolcó en calzoncillos en la nieve pero se le ve corriendo desencajado de frío hacia el interior de la casa.

Cuando a la oficina de turismo le contamos que en España estamos congelados porque en algunos sitios vamos a llegar a - 15ºC durante la ola de frío, responden: "¡Ah, bueno, -15 está bien! Podéis jugar en la nieve y seguro que los niños se lo pasan muy bien. Aunque si no tenéis calefacción en las casas no me da ninguna envidia. Con esa temperatura hará frío".