"¿Y nos van a grabar así, como en una lata de sardinas?"
La pregunta la hace un joven trajeado, y la lata de sardinas a la que se refiere es un vagón del metro de Madrid. Concretamente, uno de la línea 4, en la estación de Avenida de América, a las 8:32 de la mañana. La respuesta a su pregunta es "sí". Media decena de cámaras de televisión se pasean por el andén de la estación tratando de grabar a los interventores que trabajan en esa parada.
El motivo por el que las cámaras han acudido es la publicación de un vídeo en el que puede verse a los interventores de esa estación –colocados para redistribuir e informar a los viajeros mientras dure el cierre de la línea 8–, ubicando a los pasajeros dentro del vagón. En el vídeo denominaban "empujadores", como los que se encuentran en el metro de Tokio, a estos trabajadores, y con ese nombre han quedado para muchos usuarios. Sin embargo, no hay demasiado parecido con el suburbano japonés: en Avenida de América no empujan a los viajeros, solo se les ofrecen instrucciones.
– "¡Hola! Pase al fondo del andén, por favor", saluda una interventora, la única mujer. El resto del dispositivo lo componen dos interventores más y dos agentes de seguridad privada. "¡Rápido, por esta puerta!", grita a un pasajero que ha chocado contra un muro de carne al intentar acceder a un vagón. Rápidamente, el viajero prueba por la puerta que la trabajadora le ha indicado y entra, sin problema, justo cuando suena el pitido del tren.
En el andén no paran de escucharse las instrucciones de los interventores y, en los momentos de máxima afluencia, los reproches de los viajeros. Estas son algunas de las respuestas a los "¡no se queden en la entrada, pasen al fondo! de los interventores:
– "¿Al fondo? Qué gracia", comenta irónicamente una joven al comprobar que todo el andén está igual de lleno.
– "Venga, no me fastidies", lamenta otro joven mientras intenta abrirse paso entre la multitud.
– "¿Que pase al fondo? ¿Me explicas cómo?", pregunta una mujer, molesta, al interventor.
También hay quien no entiende qué es lo que ocurre:
– "¿Y por qué hay tanta gente hoy aquí?" Pregunta un viajero sentado en un banco. Otro le explica: "Como han cerrado la línea 8, muchos viajeros que van hacia arriba [refiriéndose al norte] tienen que usar ahora esta estación. Y así se pone".
Efectivamente, entre las 8:20 y las 8:40 de la mañana raro es el rato en el que el andén se queda vacío. Hay mucha gente incluso para los acostumbrados a viajar a estas horas. "Mira enfrente, ¡qué locura!" comenta una señora en el andén dirección sur, mucho menos concurrido y sin interventores.
Dentro de los metros, los pasajeros parecen estar acostumbrados. "Llevan aquí desde hace días", comenta un viajero a otro, extrañado tras escuchar al interventor pedirle que no se quede en la entrada del vagón. No tocan a los viajeros, pero sus peticiones surten efecto y los usuarios hacen por jugar al Tetris con sus mochilas, maletines y abrigos. Cuando suena el pitido, los trenes arrancan llenos. Incluso con las entradas en el tiempo de descuento:
– "¡Venga, en este!" anima a interventor un grupo de tres pasajeros mientras suena el timbre. Nadie hubiera apostado que cabrían tres personas más en el vagón, pero entran.
Dentro del tren, un señor sonríe, sorprendido tras esas últimas entradas. "Jo, pues cabe aquí más gente de la que parece, ¿eh?", pregunta, sin poder moverse del sitio. Al resto de pasajeros no parece hacerles tanta gracia. Al menos, nadie le responde.