Uno de los ejes que vertebra Madrid de Norte a Sur, la calle Santa Engracia, está en obras. Dos de sus cinco carriles se están transformando en una nueva vía ciclista separada del tráfico. Los trabajos de construcción están provocando embotellamientos en la circulación, y los conductores no son los únicos que le ven pegas. La nueva vía ha reavivado el debate sobre este tipo de carril bici, del que incluso los propios ciclistas tienen opiniones enfrentadas.
Algunos colectivos ciclistas defienden que los carriles bici separados del tráfico son la mejor opción, ya que aportan una mayor sensación de seguridad y propician que usuarios noveles se atrevan a pasarse a las dos ruedas. Otros consideran que la bicicleta no debe separarse de la circulación, sino que deben aplicarse medidas para que se integre de forma segura con el tráfico.
Verne ha hablado con tres asociaciones ciclistas (Madrid Ciclista, ConBici y Red de Ciudades por la Bicicleta), una de peatones (Red Ciudades que Caminan) y otra de automovilistas (Automovilistas Europeos Asociados) para que cuenten cuáles son las ventajas e inconvenientes de los carriles ciclistas segregados del tráfico y cuál es su postura al respecto. Resumimos sus argumentos a favor y en contra:
A favor del carril bici segregado
- Aumenta el uso de la bicicleta. “Hay ejemplos claros de que donde más se usa la bicicleta es donde más estructuras hay, como es el caso de Sevilla, donde hay más de 120 km de carril bici. En esa ciudad se producen 70.000 transportes diarios en bicicleta”, defiende Manuel Martín, director técnico de ConBici.
- Da confianza para coger la bici. Los carriles segregados "suponen un extra de seguridad para aquellos ciclistas urbanos noveles que no se atreven, por la densidad del tráfico entre otros motivos, a circular por la calzada“, explica Nacho Tomás, secretario técnico de Red de Ciudades por la Bicicleta.
- Es más seguro. Según el último Análisis sobre la movilidad ciclista en Sevilla, publicado en 2015 por el Sistema Integral de la Bicicleta de la Universidad de Sevilla, los accidentes por cada millón de desplazamientos en bicicleta se han reducido cerca de un 50% desde la implantación de la de la red de vías ciclistas segregadas en la ciudad en 2006.
- Reducción de gastos en Sanidad a largo plazo. El ciclismo, tanto urbano como deportivo, es un hábito saludable que puede tener efectos positivos en la salud. Además, si conlleva una disminución del tráfico, también disminuye la contaminación. "El uso de la bici es una cuestión de salud, tanto pública como individual", defiende Martín. "Beneficia tanto al que utiliza la bici como al que no".
- Es más inclusivo. En la revista especializada en ciclismo urbano Ciclosfera se realizó, en 2014, un debate abierto sobre la posición de los ciclistas en cuanto al carril bici segregado. Uno de los argumentos a favor más repetidos fue que hay grupos que necesitan de este tipo carril para circular con tranquilidad, como niños, ancianos o discapacitados.
- Crea cantera. Para Martín, “la confianza de los adultos en el carril bici se traduce en más niños en bicicleta. Esto genera una cantera de futuros ciclistas urbanos”.
En contra del carril bici segregado
- No disminuye ni calma el tráfico. El tipo de usuario del carril bici –niños, ciclistas deportivos y recreativos...– no implica necesariamente una disminución del tráfico en las carreteras. "No se trata solo de que la gente coja más la bicicleta, sino que se utilice menos el coche", defiende Carlos Enjuto, de Madrid Ciclista.
- Da inseguridad a los peatones. Los carriles bici construidos sobre la acera "aumentan la conflictividad entre ciclistas y peatones y, en vez de mejorar los desplazamientos de ambos, los empeora", explica Pablo Barco, de Ciudades que Caminan. En el caso de los carriles construidos sobre la calzada, pueden generar atropellos en los cruces. Si son bidireccionales, obligan a los caminantes a mirar a ambos lados y no solo a la derecha antes de cruzar. “Es problemático sobre todo para la gente mayor, que no tienen reflejos como para reaccionar. Es una incomodidad y un riesgo”, considera Enjuto.
- Tienen puntos conflictivos, como los cruces. Suelen estar colocados a la derecha, por lo que cuando un coche gira hacia ese lado las bicicletas se quedan en un punto ciego y es posible que el conductor no las vea. "Además, los conductores suelen tener la percepción de que el ciclista siempre es más lento y les va a dar tiempo a girar antes de que la bicicleta pase”, defiende Enjuto. En el caso de los carriles construidos en acera, los cruces son todavía más peligrosos porque la visibilidad disminuye debido a árboles, contenedores de basura…
- Coste y colocación. Las infraestructuras para ciclistas "no solo tienen un alto coste, sino que también necesitan un mantenimiento que en muchos casos es insuficiente", explica Mario Arnaldo, Presidente de Automovilistas Europeos Asociados.
- Confunde a los conductores. “Hay muchos conductores que creen que, si hay carril bici, tenemos la obligación de circular por él", explica Carlos Enjuto. "Esto puede generar situaciones tensas como las que se producen en ocasiones en las afueras de Madrid, donde hay muchos kilómetros de carriles ciclistas segregados”.
- Hace que no se respete el metro y medio de seguridad. “Ir por el centro de un carril obliga a los coches a cambiarse a otro para adelantarte”, explica Enjuto. Con los carriles bici, sin embargo, al conductor le basta con no invadir el carril bici, que suele ser muy estrecho y que en ocasiones solo está separado de la calzada por una línea pintada.
Madrid Ciclista es una de las asociaciones contrarias a que se aparte a los ciclistas del tráfico. Defienden lo que denominan el "Modelo Madrid". Carlos Enjuto, portavoz de la asociación, explica que "la tormenta perfecta que ha provocado un aumento espectacular en el número de bicis" se debe a tres factores: "la normativa municipal que permite a los ciclistas circular por el centro del carril, BiciMad (el servicio público de alquiler de bicicletas eléctricas) y los ciclo-carriles con velocidad limitada a 30 km/h".
La Coordinadora en Defensa de la Bicicleta, ConBici, aboga por lo contrario: ponen como ejemplo el modelo de Sevilla, con más de 120 kilómetros de carriles ciclistas segregados. Para su director técnico, Manuel Martín, "cuantas más y mejores infraestructuras haya para el ciclista, más ciudadanos se animarán a utilizarlas".
La Red de Ciudades por la Bicicleta se encuentra en una posición intermedia. "Los carriles bici segregados son muy útiles cuando se proyectan correctamente, pero no siempre son necesarios", cuenta Nacho Tomás, secretario técnico de la asociación, a Verne. "Hay otras formas de fomentar el uso de la bicicleta: calmado del tráfico, concienciación, peatonalización de calles céntricas...".
Peatones y conductores
Ciudades que Caminan, una red internacional dedicada a mejorar la accesibilidad y seguridad de los viandantes, comparte la opinión de la Red de Ciudades por la bicicleta. "Si no es estrictamente necesario construirlas, es preferible que se combinen tráfico y ciclistas con medidas como los carriles con limitación a 30km/h", proponen. "Y si es necesario implantarlas, que sea a nivel de la calzada y no de la acera".
Las aceras-bici, a las que también se opone la Red de Ciudades por la Bicicleta, han fracasado en multitud de ciudades. En Alcalá de Henares (Madrid), el Concejal de Movilidad pidió a los ciclistas que dejaran de utilizarlas por el riesgo que conllevaban para los peatones.
A pesar de que en ocasiones se produzcan conflictos entre ciclistas y automóviles, desde la Automovilistas Europeos Asociados también abogan por el tráfico mixto de bicicletas y coches. "Lo ideal sería que cada tipo de usuario tuviera su vía diferenciada", reconoce Mario Arnaldo, presidente de la asociación. "Sin embargo, las ciudades tienen espacio limitado, y cuando crear estas vías supone quitar espacio a automóviles o peatones, preferimos la circulación mixta".
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