#HotelesSinNiños era trending topic el martes por la tarde. Había mensajes apoyando estos centros: ¿acaso no es lo mismo un hotel solo para adultos que un cámping nudista o una discoteca para mayores de 18? Otros, en cambio, consideraban que lo único que hacen estos establecimientos es discriminar: es lo mismo prohibir el alojamiento a un niño que no dejar entrar a alguien de otra raza o nacionalidad.
Todo venía porque el departamento de Igualdad y Políticas Inclusivas del Consell de la Comunidad Valenciana, dirigido por la también vicepresidenta Mònica Oltra, había presentado una alegación contra los hoteles que prohíben la entrada a los niños. Esta alegación firmada por el secretario autonómico de Inclusión e Igualdad, Alberto Ibáñez, pedía “la prohibición de segregar y discriminar por razón de edad en el ámbito turístico, como por ejemplo, servicios para mayores de 18 años sin niños ni niñas como reclamo turístico”, tal y como publicaba el diario Levante.
Esta enmienda no ha salido adelante: la Agència Valenciana de Turisme (AVT) la descartó el pasado viernes. Pero no porque la AVT crea que está bien prohibir la entrada a menores en un hotel, como muchos creyeron en Twitter, sino por todo lo contrario: porque “no se considera necesaria”, como explica a Verne la entidad por correo electrónico.
“Los hoteles de la Comunitat Valenciana son para todos, por lo que un hotel no puede prohibir acceso a menores, como tampoco a nadie por sexo, raza o condición”. Es decir, “si una pareja con niños decide ir a un hotel que se publicita como para adultos no le pueden negar la entrada. Y si lo hacen, pueden denunciar”.
Lo que la AVT permite es que el hotel se oriente publicitariamente hacia ese público. Los hoteles para adultos “al igual que los gay-friendly, baby-friendly o pet-friendly no son categorías, son decisiones meramente comerciales que deciden los propios establecimientos para dirigirse a mercados concretos. Se trata de una estrategia de venta, en la que desde la Administración Turística no podemos entrar ni regular”.
Según la AVT, la publicidad orientada a los adultos, incluso con expresiones como adults only, son “estrategias de marketing que no ofenden a nadie y tampoco llevan implícita una prohibición”. Mientras la promoción “sea respetuosa y no sea ofensiva o claramente discriminatoria no están cometiendo ningún delito”.
Es decir, del mismo modo que un heterosexual puede alojarse en un hotel gay-friendly sin problemas (nadie le va a preguntar) o alguien puede alojarse solo en un hotel que admite mascotas, ningún hotel puede prohibir la entrada a niños. O a mayores de 65 años, o a quienes tengan entre 42 y 58, por poner otros ejemplos.
Pero lo hacen. No se trata solo de que la página web de estos hoteles prohíba expresamente el alojamiento a menores: hemos llamado a tres establecimientos de la Comunidad Valenciana con la intención de reservar para una pareja y un niño, y en los tres nos han dicho que no era posible reservar habitación si acudíamos con menores de 14 o de 16 años (según el caso). Se trataba de un hotel de una cadena pequeña, otro de una multinacional y una casa rural.
A pesar de esto, la AVT nos confirma que no les han llegado denuncias de familias a las que no se les haya permitido acudir a alguno de estos centros.
¿Y en el resto de España?
Eva Giménez, abogada de Rousaud Costas Duran, explica a Verne que no hay diferencias sustanciales en el resto de comunidades autónomas, aunque sea su competencia. "No se puede prohibir la entrada a los niños porque sería anticonstitucional", pero cada hotel puede dirigirse comercialmente al público que crea adecuado. Además de explicar en su publicidad que se dirigen a un sector adulto, los hoteles pueden adecuar su oferta de habitaciones y de ocio.
Giménez nos remite al caso andaluz: un grupo de hoteleros presentó una reclamación al Ministerio de Economía porque sostenía que la prohibición explícita de estos hoteles para adultos en la comunidad suponía una vulneración de la unidad de mercado, cosa que el Ministerio rechazó. La Junta de Andalucía aclaraba que los establecimientos sí podían "en el ámbito de la libertad de empresa, dirigir el servicio de alojamiento que prestan hacia una clientela preferiblemente adulta". Esto incluía la opción de "no disponer de camas supletorias o de cunas". Pero "en ningún caso podrán denegar la prestación de servicios a niños amparándose en una supuesta reserva del derecho de admisión a menores".
¿Y qué hay de las discotecas?
Hay establecimientos que prohíben la entrada a menores, como las discotecas y los casinos. Pero no son casos comparables, en opinión de Jorge Cardona, catedrático de Derecho Internacional Público en Valencia y miembro del Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
Cardona explica que en el caso de los menores tiene que haber “un equilibrio entre la protección del menor y el reconocimiento de sus derechos”. Por eso se prohíbe su entrada a discotecas y algunos espectáculos. Pero en el caso de los hoteles, explica, el objetivo no es proteger a los menores, sino excluirlos, ya que se trata de hoteles convencionales que no suponen un riesgo para el menor. Es decir, en su opinión no hay diferencia entre un hotel solo para españoles y otro solo para adultos.
El argumento de la tranquilidad, que algunos de estos establecimientos esgrimen, tampoco le convence: “Hay niños que se portan de forma excelente y otros no, igual que los adultos”. El hotel puede poner una norma de comportamiento clara, explícita y objetiva, como por ejemplo la de no gritar en la piscina, “y expulsar a quien no la cumpla, sea adulto o niño”, tal y como recoge la normativa sobre el derecho de admisión. Otro ejemplo que nos pone es el de un restaurante que obligase a llevar corbata a todos sus clientes. Este caso no sería discriminatorio, en su opinión: "Todo el mundo puede entrar, siempre que lleve corbata".
No es algo que solo ocurra en hoteles: el vagón en silencio del AVE también está cerrado a menores de 14 años, según sus normas. En Bilbao hay al menos dos restaurantes que no permiten el acceso a los niños, una opción que ofrecen unos cuantos locales en otros países, como Estados Unidos y Gran Bretaña, por ejemplo. Y tres aerolíneas asiáticas han creado “zonas tranquilas” en sus aviones prohibidas a menores de 12 años. Son asientos más caros con los que las aerolíneas no quieren discriminar a nadie, según recogía EL PAÍS, sino ofrecer más opciones a sus clientes.
Para Cardona, se trata de lo mismo: el AVE puede obligar a guardar silencio en el vagón indicado para ello e incluso expulsar a quien no cumpla la norma, pero a todo el mundo por igual. Lo que no es admisible es una discriminación previa.