Flores de tinta para olvidar autolesiones de la adolescencia

Celeste, madrileña de 22 años, firma el tatuaje sobre la piel de Juells

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Juells lleva 15 años en manga larga. Desde que tenía 13, vive acomplejada ante la posibilidad de que otras personas vean las marcas de autolesiones que tiene en los brazos. Así ha sido hasta este miércoles 26 de julio.

Ese día, esta galesa de 28 años acudió al Swansea Tattoo Lab, donde la esperaba Celeste, autora del tuit anterior. Esta madrileña de 22 está pasando el verano en Swansea (Gales, Reino Unido), donde trabaja como tatuadora. "Es la primera vez que tatuaba sobre autolesiones", dice Celeste, que atiende a Verne por teléfono. "Ni me quiso contar cómo le pasó, ni yo tampoco le pregunté. Pero durante el segundo día sí se sintió más confiada y me explicó lo mal que lo había pasado estos años", añade.

Las fotos del tuit anterior corresponden a la primera sesión. "Después de unas tres horas con ella, le pregunté si le importaría que subiera la foto a mis redes sociales. No me esperaba este nivel de atención, con más de 12.000 retuits y 44.000 me gusta. Cuando se lo conté, alucinó". El segundo día, en el que tatuó el resto del brazo, subió varias fotos del tatuaje terminado, que acumulan más de 3.000 retuits y 6.000 me gusta.

Juells se emocionó muchísimo cuando Celeste le contó que el cambio en su brazo había llegado a tantas personas. "No me lo podía creer. Mis cicatrices llevan ahí desde que tenía 13 años y nunca se las había enseñado a nadie. Siempre iba en manga larga. Ver toda la atención que han despertado las fotos me devuelve la confianza que tenía antes de esas cicatrices. Estoy contenta", dice Juells, que responde a Verne a través de un mensaje. Prefiere no mencionar su apellido.

"Jamás en mi vida he querido un tatuaje. Lo veía como otra cicatriz que modificaría mi cuerpo. Intenté tapar mis cicatrices con maquillaje, pero no es algo permanente. Un día me hablaron de los tatuajes de color carne y pensé que podría ser una solución para mí. Cuando se lo comenté a Celeste, me dijo que no me iba a quedar bien. Solo le enseñé una de mis cicatrices, pero, tras media hora hablando, había visto todo mi brazo y me tenía sentada en su silla".

Así empezaron varias horas de arte sobre piel que han unido a estas dos chicas. "Su historia me emocionó mucho. Me dio su teléfono para seguir en contacto y para volver al estudio en un mes para revisar cómo avanza el tatuaje. Hemos vuelto a hablar un par de veces", dice Celeste. Juells no le contó a la tatuadora, ni a Verne, cómo se hizo esas heridas: "Es algo demasiado doloroso. Son recuerdos muy difíciles que he intentado superar con el paso de los años. No estoy preparada para hablar de ello. Es algo que ni siquiera le he contado a mi futuro marido".

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Las fotografías de tatuajes que cubren cicatrices suelen captar la atención de internet. "Para los tatuadores, es algo normal: nos tenemos que adaptar a cualquier superficie cutánea. Suele ser un reto", dice Celeste. Lo más habitual es que estas cicatrices tatuadas provengan de operaciones quirúrgicas, de enfermedades o de accidentes, pero también hay casos de marcas por autolesiones que han trascendido en la web.

Muchos otros tatuajes esconden historias dignas de ser contadas. A principios de julio, trascendió la curiosa petición de mano de un tatuador a su novia, a través de un tatuaje en su piel. En febrero, hablamos de un grupo de artistas que borran tatuajes racistas de forma gratuita y sin hacer preguntas. En junio de 2016 contamos la historia de un hombre que se hizo un tatuaje con la forma de la cicatriz que tiene su hijo enfermo de cáncer en la cabeza.

Los dibujos sobre la piel suelen ser un éxito en internet. Instagram es la red social favorita de los tatuadores, donde hay cuentas con millones de seguidores. Celeste acaba de empezar, pero esta historia es un empujón en sus aspiraciones de ganarse la vida tatuando. "Acabo de terminar el grado de Estudios de Asia y África en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), pero mi verdadera pasión es tatuar". Este sábado 30 de julio, poco antes de recibir nuestra llamada, acababa de terminar otro tatuaje en el que cubrió una cicatriz.

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Como tantas otras profesiones en las que se pasan varias horas con el cliente, los tatuadores están acostumbrados a escuchar. "No sé si será como en la peluquería, pero a los tatuadores nos cuentan de todo. La historia de Juells es, de momento, la más impresionante que he escuchado mientras hago un tatuaje", comenta.

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