Es raro leer noticias sobre la letra pe o sobre la efe, pero es frecuente, en cambio, toparse con la eñe de vez en cuando en algún titular. La última noticia al respecto ha sido la que ha suscitado el nombre “Fañch”: unos padres franceses han logrado llamar así a su hijo después de haber tenido un choque con el registro municipal, que dijo no admitir la eñe de Fañch por no considerarla letra francesa. El registro impuso en un principio a los progenitores el nombre Fanch, pero finalmente, tras un proceso judicial de unos meses, la eñe salió victoriosa y el crío se llama Fañch. Este nombre nos puede parecer raro, pero ambas variantes (Fanch y Fañch) son formas bretonas de lo que en español es Francisco, nombre de pila derivado de Franciscus (franco, francés).
Antes que Fañch, trajeron a la eñe a la prensa noticias buenas y malas. La más escandalosa se dio en 1991, cuando, pensando en la comodidad del comercio entre países, la Unión Europea propuso excluir a la letra eñe de los teclados de ordenadores españoles: ante reacciones enardecidas de políticos y escritores, en Europa se echaron atrás. ¡Hubo hasta quien dijo que si la eñe no entraba en el teclado, España se saldría de la Unión Europea! Luego han venido también noticias agradables, como la inclusión de la eñe en los nombres de dominios web. La letra eñe tiene un interesante perfil periodístico y en España, un país cuyo himno no tiene letra, la eñe parece haberse convertido en todo un símbolo patriótico.
Gracias a la noticia en torno a Fañch, tenemos a la eñe de nuevo en los medios. Y esta vez para darnos cuenta de que esa eñe no solo se da en español. La tienen, traída desde el español, en lenguas como el aimara, el filipino, el guaraní o el mapuche. Pero, ¿por qué la tiene el español?
Viajemos en el tiempo hasta la época latina. En los textos escritos en latín, y posteriormente también en aquellos escritos en los idiomas que vienen de él, las palabras se abreviaban muchísimo. Hoy los puristas se espantan mucho de que en los mensajes por teléfono la gente escriba q en lugar de que o tngo por tengo, pero lo cierto es que si miramos manuscritos medievales o incluso impresos de los siglos XVI a XVIII, nos encontramos muchísimas palabras abreviadas.
Normalmente, la abreviación se señalaba con una marquita (una línea chica, una comita o unos puntos) arriba de la palabra que se estaba abreviando. Había voces muy frecuentes (que, para, tierra...) que salían abreviadas, tanto en escritos muy cuidados como en otros menos elaborados. Un signo de abreviación de lo más común era el de usar una línea encima de una letra, y eso implicaba añadir una ene. O sea, si escribían contādo, la palabra era en realidad contando. O pēsar era pensar.
En latín no existía el sonido de la eñe. En las lenguas derivadas del latín existe ese nuevo sonido porque ha evolucionado la pronunciación de algunas sílabas latinas específicas. Así, usamos eñe para puño, viña, paño, o para el propio nombre España, donde en latín había pugnu, vinea, pannus e Hispania.
Las lenguas que han salido del latín se escriben tomando las letras del latín. Pero ¿qué pasa si te inventas, si creas un sonido nuevo? ¿Cómo lo escribes? ¿Cómo representar el sonido de la eñe? Se usaron diversas letras para representarlo, y la mayoría de las lenguas romances apostó por combinar dos letras: el catalán lo escribe con ny. El portugués con nh. Con gn se representa en francés... Para el caso del castellano, desde el siglo XIII ya está bastante generalizado el hábito de utilizar ñ (o sea, n con raya encima) para el nuevo sonido.
¿Por qué el castellano optó por la eñe? Fue una especie de acuerdo tácito derivado del uso: no todas, pero sí muchas de las palabras que se escribían y pronunciaban con nn en latín dieron el nuevo sonido para el que se buscaba representación (canna > caña). Y como una doble n se podía abreviar con n y una línea encima... Ahí tenemos el origen de la ñ. Lo exclusivo del español no es el sonido (que tienen otras lenguas hermanas) sino la letra con que representarlo.
Otros idiomas que no tienen propiamente la eñe, sí se quedaron con la costumbre latina de usar esa rayita arriba de la letra, para indicar precisamente "suma de una ene". La virgulilla, que así se llama la raya, se usa en portugués para indicar que la vocal suena de forma nasal (donde había manu se escribe mão).
El bretón, la lengua a la que pertenece Fañch, proviene de la familia de lenguas célticas, no es una lengua venida del latín. De hecho, tiene el interés de que es la única lengua céltica que se conserva fuera de las Islas Británicas. Y usa, en sus dos sistemas de ortografía, esa virgulilla de la ene de forma parecida a la del portugués: con ella se señala que la vocal que va antes de la eñe suena nasal. Técnicamente no es lo mismo que tener una eñe como en español, pero obviamente el resultado del signo en forma de letra es el mismo. Los tribunales franceses, al principio reacios a admitir esa eñe bretona de Fañch, tuvieron que admitirla. Ha sido otra batalla vencida por la eñe, esta vez en Francia. Estamos ante un Bailén en el alfabeto. Y otra vez la eñe en las noticias.