Ernesto Filardi ha leído muchos libros. "Muchísimos", corrige a Verne por teléfono. ¿De dónde son la mayor parte? Pues lo habitual: de España, de otros países europeos, de Latinoamérica, de Estados Unidos... A finales de octubre empezó un proyecto que explora más allá: la web 200 países, 200 libros. "Voy a leer un libro de cada país del mundo e iré publicando las reseñas", cuenta el dramaturgo, novelista y poeta, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Alcalá y residente en Toronto (Canadá) desde 2013.
La primera parada en su viaje por el mundo ha sido Mauricio, una isla del Índico en la que viven poco más de un millón de personas. Se trata de El último hermano, de la autora mauriciana Nathacha Appanah. "Es un libro muy cortito que habla sobre la multiculturalidad de la isla. Es apasionante", dice Filardi. Publicó la reseña el 29 de octubre, la primera de las casi 200 que difundirá en su web. La ONU cuenta con 193 países miembros y otros dos miembros observadores, "pero quedaba mejor un número redondo".
Filardi, hijo de españoles, nació en Toronto, pasó la mayor parte de su vida en Alcalá de Henares (Madrid) y volvió a Canadá en busca de empleo. "Aquí estoy conociendo una sociedad muy multicultural. Te encuentras a personas de muchos países", dice el escritor, que trabaja en la red de escuelas públicas de la ciudad. Canadá es un país con fama de acogedor para los inmigrantes. Fue uno de los más comprometidos en 2016, durante la crisis de los refugiados. Entonces, Filardi habló sobre esta faceta de Canadá en A vivir que son dos días de la Cadena SER.
Este ambiente es uno de los motivos principales que han impulsado al escritor a afrontar 200 países, 200 libros. "Hace poco, en una fiesta de cumpleaños, un padre dijo que era de San Vicente y las Granadinas. Cuando vio mi cara de no saber de qué estaba hablando se rio y me dijo que no pasaba nada, que está acostumbrado", añade. Es un pequeño país isleño al norte de Venezuela.
¿Y qué libro vas a leer de ese país? "Alguno encontraremos". En la página web de 200 países, 200 libros hay una lista de los libros con posibilidades. Algunos están vacíos -como San Vicente y las Granadinas-, otros solo van acompañados de nombres de autores de ese país y unos cuantos tienen varios títulos. "Es un borrador. Ahí voy apuntando tanto lo que voy descubriendo como las propuestas que me llegan". Cualquier puede lanzar ideas en los comentarios de la página o en Twitter con el hashtag #200países200libros. "Es un proyecto colaborativo", dice.
A 7 de diciembre, ha escrito ocho reseñas: Mauricio, República Checa (Bajo una estrella cruel, Heda Margolius Kovály), Colombia (Demasiados héroes, Laura Restrepo), El Salvador (El asco, Horacio Castellanos Moya), Japón (La fórmula preferida del profesor, Yoko Ogawa), Burkina Faso (El salto en paracaídas, Norbert Zongo), Corea del Sur (Por favor cuida de mamá, Kyung-sook Shin) e Indonesia (Tierra humana, Pramoedya Ananta Toer).
No son libros especialmente conocidos, una tendencia que no va a cambiar en adelante. "Para los países pequeños acudiré a lo que pueda conseguir, y tampoco serán muy famosos, pero en los de gran producción literaria intentaré alejarme del mainstream. Quiero mostrar la visión de las minorías, quiero acudir a lo alternativo. Siempre que pueda elegiré libros escritos por mujeres, autores no blancos y/o LGTBQ", añade.
De ahí que para España no se esté planteando ninguno de los nombres que cualquiera recitaríamos de memoria. Parten con muchas posibilidades La habitación de las ahogadas de Álex Portero, "un poemario muy interesante", o Sueños de piedra o Rojo y oro de Iria G. Parente y Selene M. Pascual, "una ficción para adultos que incluye personajes que rompen los estereotipos de género". También tiene apuntado Fariña, del periodista de EL PAÍS Nacho Carretero.
Hay más de 80 países sin nombres en la lista y todo está sujeto a variaciones, "así que cuantas más propuestas me hagan, mejor". "Estoy topándome con muchísimos libros de autoras africanas que me encantan. Lo que más me preocupa son las islas del Pacífico. Eso va a ser una risa. A ver qué leo de Tuvalu (isla de 11.000 habitantes)", añade.
Filardi tiene la intención de que sus recomendaciones sirvan para ampliar el rango de lectura de muchas personas. La mayoría de sus seguidores son hispanohablantes, así que está intentando que los libros que lea tengan traducciones en castellano. "Quizá yo no las encuentre en Toronto y los lea en inglés, pero intento comprobar que existe alguna edición en español", dice el dramaturgo, autor de los poemarios Penúltimo momento (2006) y La niña del mar (2010).
El escritor renuncia a marcarse plazos para terminar ("no hay prisa"). Está publicando unas dos reseñas a la semana. "Ya hay personas que han emprendido proyectos parecidos a 200 países, 200 libros, pero con la dificultad añadida de conseguirlo en un año. Así lo hizo en 2012 Ann Morgan, una escritora británica", dice Filardi, que se plantea convertir su proyecto en un libro "en el futuro".
Entre los factores que complican el proyecto de Filardi está su propio amor por la lectura. "Ya me ha pasado que me dan ganas de seguir leyendo sobre algún autor, pero me toca acudir al siguiente país. Por ejemplo, el libro de Indonesia termina con un cliffhanger impresionante. Es el primero de una serie de cuatro. Me ha costado mucho no ir a por la segunda parte", dice. Todos los libros que lee son de extensión reducida: "No voy a por nada tipo Crimen y castigo".
"Al final, lo que mueve este proyecto es la curiosidad. Hay pocas formas mejores de conocer un país que a través de sus libros. Para poder hacerlo, tenemos que poder leerlos. Con este proyecto me estoy dando cuenta de que hay muchas novelas fascinantes que nos estamos perdiendo porque no se traducen al castellano. Ahí fuera hay todo un mundo de libros impresionantes", comenta. Puede que 200 países, 200 libros acabe sirviendo para que los mejores títulos de las islas del Pacífico se puedan leer en español.