Es muy difícil leer un texto y no tropezar con cliché: las elecciones siempre son la fiesta de la democracia, las redes se ponen a arder en cuanto uno se despista y cada semana hay dos o tres partidos del siglo. Estas frases hechas crecen como setas, se repiten hasta la saciedad y acaban empachando al pobre lector.
José A. García Avilés, profesor en la Facultad de Periodismo de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), ha agarrado este toro por los cuernos y ha reunido 3.500 clichés en un diccionario online, con el objetivo, explica, de que los futuros periodistas “sean conscientes de que el lenguaje es su herramienta de trabajo”. Lo ha elaborado con aportaciones de sus alumnos y con la colaboración del también profesor de la UMH Miguel Carvajal.
Su diccionario no se deja casi nada en el tintero, sobre todo teniendo en cuenta que desde su publicación el martes 21 de noviembre ha recibido aún más contribuciones de los internautas, que nunca pierden comba. La página no es solo una lista negra de expresiones, sino que también enlaza a la búsqueda en Google de cada frase, por si alguien quiere meterse en faena.
Y en unas semanas, nos cuenta, tendrá listo “un editor de textos posmoderno”, llamado Chejov, que señalará “los clichés, anglicismos y expresiones redundantes” de nuestros escritos. Al loro, porque ya no habrá excusa para meter la pata.
El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra
Como se explica en la página de este proyecto, los periodistas debemos entonar un mea culpa y asumir la cruda realidad: hemos contribuido a la difusión de estos tópicos que si no hemos leído un millón de veces, no hemos leído nunca.
Deberíamos, por tanto, hacer propósito de enmienda y recordar el consejo de George Orwell, gran escritor y mejor persona, que recomendaba no escribir ninguna frase que ya hayamos leído con anterioridad.
Según nos explica García Avilés, los tópicos periodísticos se dan sobre todo en tres ámbitos, así que estemos ojo avizor cuando los tratemos:
- Las coberturas de tragedias y accidentes. ¿Cómo son los incendios? Dantescos. ¿Qué ocurre con todas las alarmas? Se encienden. ¿Cómo son las circunstancias? Trágicas.
- Los rituales, como elecciones, aniversarios, manifestaciones. ¿Cómo son todos los días? Históricos. ¿Qué hacen las polémicas? Se desatan. ¿Qué ocurre con las reacciones? Que nunca se hacen esperar.
- Los deportes. ¿Qué acecha en la parte baja de la tabla? El fantasma del descenso. ¿Qué son los penaltis? Una lotería. ¿Qué cualidad tienen los goles marcados antes del descanso? Son psicológicos.
Como se puede apreciar -y como confirma García Avilés-, muchas de estas expresiones fueron en su momento innovaciones muy originales. Pero después de usarse miles de veces, dejan de ser una imagen innovadora y se convierten en un lugar común. Es decir, acaban siendo víctimas de su propio éxito.
Eso sí, García Avilés está acercando la herramienta a estudiantes de otras facultades y carreras, “ya que los clichés no son solo patrimonio nuestro”. En efecto, no solo hay que leerle la cartilla a los plumillas: el diccionario puede ser útil para estudiantes de Derecho o, sobre todo, de Ciencias Políticas, teniendo en cuenta el uso que hacen nuestros representantes de muchos de estos tópicos. Desde luego, nadie pondría la mano en el fuego por su originalidad.
Las dos caras de la misma moneda
No es que los clichés sean siempre un craso error. Más bien son un arma de doble filo, explica García Avilés, ya que si los usamos es porque conocemos al dedillo su significado y, por tanto, para el lector queda claro como el agua lo que estamos intentando decir.
Sin embargo, casi siempre merece la pena estrujarse las meninges y dar con una solución que no sea tan manida como estas frases que están más vistas que el TBO. Este pequeño esfuerzo llevará a que el texto se comprenda al menos igual de bien y a que el lector aplauda con las orejas. En caso contrario, corremos el riesgo de quedar a la altura del betún.
Es decir, si hay que usar un tópico, que sea de higos a brevas y no a la brava. Mejor llamar a las cosas por su nombre y limpiar de polvo y paja nuestros textos, para que brillen como una patena y podamos dejar así el pabellón bien alto. Esperemos que esta iniciativa de García Avilés no caiga en saco roto.
Pasando a la historia
Durante seis semanas, José A. García Avilés, profesor en la Facultad de Periodismo de la Universidad Miguel Hernández de Elche, hizo inventario con ayuda de sus alumnos de estas expresiones, aunque quien más contribuyó fue su madre, maestra jubilada que le proporcionó 500 de estos clichés.
Esto le sirvió para darse cuenta de que a algunos tópicos están de rabiosa actualidad, pero otros pasan de moda y están más bien de capa caída. “Como, por ejemplo, a buenas horas mangas verdes. Merece la pena rescatar algunos de ellos y rastrear su origen para ver de qué tradiciones beben”.
Siguiendo el mismo ejemplo y según el Diccionario de dichos y frases hechas de Alberto Buitrago Jiménez, la expresión “a buenas horas mangas verdes” se remonta a finales del siglo XV, cuando los Reyes Católicos fundaron el cuerpo de cuadrilleros de la Santa Hermandad, una especie de policía rural que se hizo famosa por llegar siempre tarde. Su uniforme era una casaca con las mangas verdes.
Los clichés más habituales, explica García Avilés, vienen de campos como la religión (al fin y al cabo, doctores tiene la iglesia), las actividades del campo (porque de aquellos polvos vienen estos lodos), los juegos de azar (y deberíamos tomar cartas en este asunto), el deporte (en especial del boxeo y del fútbol, aunque eso no significa que tengamos que tirar la toalla), de la gastronomía (al pan, pan y al vino, vino), de la navegación (es evidente que urge tomar un rumbo nuevo) de la sexualidad (incluso aunque hablemos del sexo de los ángeles) y, cambiando de tercio, también de los toros.