1918 fue un año complicado. Una vez terminada la Primera Guerra Mundial, el mapa de Europa cambió por completo. El Imperio austrohúngaro se había deshecho y en Rusia había estallado la revolución un año antes, por ejemplo. Así, no es de extrañar que un buen puñado de países celebre el centenario de su fundación en 2018.
Islandia
Los primeros asentamientos en la isla son de finales del siglo IX, la mayor parte procedentes de Noruega. En torno al siglo X, la isla contaba con una asamblea, el Althing, que actuaba como un consejo que legislaba y juzgaba, y que es el nombre que recibe su parlamento. En 1262, la isla se puso bajo dominio noruego, país que a finales del siglo XIV se unió a la corona danesa. Islandia mantuvo cierta autonomía incluso en la época de monarquía absoluta danesa y el Althing solo se abolió entre 1800 y 1845.
El 1 de diciembre de 1918, Islandia acordó su independencia de Dinamarca, que mantuvo el control sobre la política exterior. El tratado contemplaba la revisión de este acuerdo en 25 años, en 1943, cosa que impidió la Segunda Guerra Mundial. De hecho, en 1944 y de forma unilateral, los islandeses rompieron todos los lazos de unión constitucionales con Dinamarca y el 17 de junio de 1944 establecieron una república, con Sveinn Björnsson como primer ministro.
El país tiene casi 340.000 habitantes y más de 200.000 viven en la capital, Reikiavik, y en su área metropolitana. En 2013 inició conversaciones para entrar en la Unión Europea, pero retiró la candidatura en 2015. El gobierno actual, con el conservador Bjarni Banediktsson como primer ministro, planea reanudar estas conversaciones al final de la legislatura, que terminará en 2020.
Según explica este vídeo elaborado por el Estado para el centenario de su independencia, quedan unos 70 islandeses nacidos en 1918 o antes.
Azerbaiyán
No existió un Estado azerbaiyano hasta 1918, tal y como recoge la Enciclopedia Británica: “Los musulmanes transcaucásicos se veían a sí mismos como parte del mundo musulmán, la ummah. Los rusos se referían a ellos como tártaros; los intelectuales urbanos nacionalistas no empezaron a usar el término azerbaiyano hasta las décadas previas a la revolución. Solo se usó de forma amplia y oficial durante el periodo soviético”.
Tras la Revolución Rusa, Azerbaiyán, Armenia y Georgia se unieron en una república federal transcaucásica que apenas duró unas semanas de 1918. Los tres países declararon su independencia poco después; Azerbaiyán, el 28 de mayo. (De Armenia y de Georgia no hablamos en el artículo porque ya habían sido independientes en otros momentos de su historia).
Sin embargo, en abril de 1920 entraron las tropas soviéticas en el país y apenas se encontraron con resistencia. Azerbaiyán fue parte de la URSS hasta que declaró su independencia en 1990, que fue reconocida el año siguiente. Entre 1991 y 1994 estuvo en guerra con los independentistas armenios de la región del Alto Karabaj. Esta zona de facto funciona como Estado independiente, aunque no reconocido.
El país tiene casi 9,8 millones de habitantes tiene de habitantes y su capital es Bakú. Con una superficie de 86.600 kilómetros cuadrados, es un poco más pequeño que Andalucía.
Bielorrusia
Bielorrusia era la más pequeña de las repúblicas eslavas de la Unión Soviética, siendo las otras dos Rusia y Ucrania. A pesar de tener una identidad e idioma propios, no había sido independiente nunca hasta 1918, habiendo estado bajo soberanía lituana, polaca y, a partir del siglo XVIII, rusa.
Y en 1918 fue independiente por poco tiempo. Los alemanes tenían la intención de crear unos Estados títere en Europa del este y apoyaron la creación de la República Nacional Bielorrusia. Pero Alemania perdió la guerra en 1918 y Bielorrusia acabó convirtiéndose en una de las cuatro repúblicas fundadoras de la Unión Soviética. Declaró su independencia en 1991.
El gobierno de 1918 se exilió cuando comenzó la etapa comunista y la institución se mantuvo a lo largo de la etapa soviética, en oposición primero a la URSS y actualmente a la dictadura de Aleksander Lukashenko, que llegó al poder en 1994. Siguen celebrando el día de la independencia cada 25 de marzo.
El país, cuya capital es Minsk, tiene 9,6 millones de habitantes. El 84% de sus votantes optó en 2015 una vez más por Lukashenko. Es normal que el porcentaje parezca sospechoso: según los observadores de la OSCE (Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa), el recuento se valoró como “malo” o “muy malo” en el 30% de los colegios electorales observados.
Los países bálticos
Estonia. A partir del siglo XII, sajones, eslavos, daneses, suecos, polacos y germanos comenzaron a hacer incursiones en territorio báltico y finlandés, tal y como explica Tomek R. Jankowski en su libro Eastern Europe. El territorio que ahora es Estonia pasó al dominio sueco a mediados del siglo XVII. No por mucho tiempo: el zar ruso Pedro I el Grande conquistó las repúblicas bálticas en 1721.
Tras la Revolución Rusa, Estonia gozó de autonomía y llegó a declarar su independencia el 24 de febrero de 1918. Eso fue días antes de que Rusia firmara el tratado de Brest-Litovsk, con el que ponía fin a su participación en la Primera Guerra Mundial, y transfiriera la soberanía de los países bálticos a Alemania. Sin embargo, Alemania perdió el conflicto y Estonia recuperó su independencia en 1920, después de una breve guerra con la Unión Soviética. El país mantuvo su democracia hasta 1934, cuando, tras los efectos de la Gran Depresión, se disolvió el parlamento y Konstantin Päts instauró un régimen autoritario.
En 1940, Stalin depuso el gobierno de Tallin y Estonia pasó a ser una de las repúblicas socialistas soviéticas de la URSS. Como escribe Andrew Marr en A History of the World, "la visión de Stalin de la Unión Soviética suponía que Rusia controlara lo máximo posible militarmente de esta área".
El país proclamó su independencia de nuevo en 1991, tras la disolución de la URSS. Tanto Estonia como Lituania y Letonia forman parte de la Unión Europea desde 2004. Estonia cuenta con el euro desde 2011. Letonia (2014) y Lituania (2015) tardaron un poco más.
El tuit de Eurostat recoge algunos datos de Estonia: una población de 1,3 millones de personas (el 0,3% del total de la UE); un área de 45.300 kilómetros cuadrados (el 1% de la UE); el desempleo está al 5,4%, casi dos puntos por debajo de la media europea); la tasa de fertilidad está en 1,58 y el PIB per cápita es de 16.000 euros; el 28,8% de su energía procede de fuente renovables.
Letonia. De forma similar a lo ocurrido en Estonia, Letonia declaró la independencia de Rusia el 18 de noviembre de 1918. Aunque el país no se vio tan afectado por la Depresión como Estonia, el primer ministro Kärlis Ulmanis disolvió el Parlamento en 1934 e instauró un régimen autoritario.
En 1940, el ejército soviético entró en el país. Letonia pasaría a ser una república socialista soviética, después de que convocaran elecciones con una sola lista de candidatos permitida. El 21 de agosto de 1991, Letonia volvió a declarar su independencia. Su capital es Riga.
Según recuerda Eurostat, la población de Letonia es de 1,95 millones de peronas (el 0,4% de la UE) y el país tiene una extensión de casi 65.000 kilómetros cuadrados (el 1,4% del total de la UE). Su paro es un poco superior a la media europea (7,9%), así como la tasa de fertilidad (1,7). El 37,6% de su energía procede de fuentes renovables.
Lituania celebró su centenario el 16 de febrero. El director adjunto del Instituto Letón de Asuntos Internacionales, Karlis Bukovskis, recordaba entonces que "el centenario es un recordatorio de que no somos nuevos países, que tenemos la edad media de países europeos modernos como Finlandia", que se independizó en 1917.
Pero, a pesar de estas celebraciones, hay que recordar que Lituania ya había sido un país independiente con anterioridad: a mediados del siglo XIII las tribus lituanas se unieron y nombraron rey a Mindaugas, dando inicio a un gran ducado que se unió a Polonia en 1385, que en 1569 pasó a ser la Mancomunidad de las Dos Naciones. Esta asociación entró en decadencia a partir del siglo XVIII: a lo largo de este siglo, Lituania acabó bajo dominio ruso.
En 1915, Alemania ocupó Lituania, con el objetivo de crear un Estado satélite al final de la Primera Guerra Mundial. El país, cuya capital es Vilna, declaró su independencia en 1918, aunque los alemanes no se retiraron hasta el final del conflicto, cuando los rusos intentaron, sin éxito, recobrar el territorio. La constitución de 1922 contemplaba una democracia parlamentaria, pero un golpe de Estado instauró en 1926 un sistema autoritario bajo la presidencia de Antanas Smetona.
Igual que los otros dos países bálticos, la independencia duró hasta la Segunda Guerra Mundial: en 1940 el país pasó a ser una república de la URSS, hasta que 1991 volvió a proclamar su soberanía.
Lituania tiene 2,8 millones de habitantes en una extensión de 65.300 kilómetros cuadrados. Su paro es algo inferior al de la UE, 7,1%, y algo más del 25% de la energía que consume procede de fuentes renovables.
Dos países que no llegaron al siglo
Hubo otros dos países que iniciaron su historia en 1918, pero que no llegaron a cumplir el siglo:
- Yugoslavia. Tras el colapso del Imperio austrohúngaro al final de la Primera Guerra Mundial, el 1 de diciembre de 1918 se proclamó en Belgrado el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, con Pedro I Karagorgevic como soberano. El rey Alejandro suprimió la democracia en 1929 y llamó al país Yugoslavia con el objetivo de darle mayor unidad. Fue asesinado en 1934, durante una visita a Francia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Yugoslavia fue invadida por Hitler. Fue entonces cuando Josip Broz, conocido como Tito, organizó la resistencia panyugoslava, que contribuyó de forma decisiva a la liberación del país.
Tras la guerra, el país instauró un régimen comunista, pero mantuvo cierto aperturismo y cierta independencia de la Unión Soviética, además de una organización federal. Pero tras la muerte de Tito en 1980, “solo era cuestión de tiempo que oportunistas como Slobodan Milosevic y Franjo Trudjman llegaran al poder, desestabilizando el equilibrio delicado que había mantenido Yugoslavia unida, y llevando a las guerras fratricidas de los años 90”, que provocaron 125.500 muertes y 3,4 millones de refugiados, según recoge Tomek R. Jankowski en su libro Eastern Europe. En 1991 declararon su independencia Eslovenia, Macedonia, Croacia y Kosovo. En febrero de 2003 lo que quedaba de Yugoslavia cambió su nombre a Unión de Serbia y Montenegro. En mayo de 2006, Montenegro votó por independizarse, cosa que también hizo de nuevo Kosovo en 2008.
- Checoslovaquia. Este país nació el 28 de octubre de 1918 como otro de los Estados sucesores del Imperio austrohúngaro. Logró mantener su democracia durante los años 20 y 30, hasta que la Alemania de Hitler se quedó en 1938 con la región de los Sudetes e invadió el resto del país en 1939.
Tras la guerra, el Partido Comunista ganó las elecciones, pero aun así Stalin maniobró para que sus afines tomaran el poder y dio comienzo a un periodo de represión. En 1968 y con el movimiento llamado la Primavera de Praga, el presidente Alexander Dubcek intentó iniciar una etapa de aperturismo, el llamado “socialismo con rostro humano”. Esta iniciativa fue aplastada en agosto del mismo año por tropas de la Unión Soviética.
Tras las protestas de finales de los 80, que dieron comienzo a la llamada Revolución de Terciopelo, se celebraron elecciones democráticas en 1990. A pesar de los intentos por mantener una república federal, el 1 de enero de 1993 el país se disolvió de forma pacífica, dando lugar a la República Checa y la República Eslovaca.