Los protagonistas de la cinta animada Isla de perros son un puñado de silicona y metal que están llenos de vida. Un equipo de 27 animadores es el que se encarga del enorme trabajo que hay detrás de cada plano, como demuestra este vídeo del cómo se hizo la esperada película de Wes Anderson, que se estrena este 20 de abril en España.
A través de la técnica del stop-motion, como la que emplea Anderson en esta cinta, se genera movimiento fotografiando objetos inertes entre 12 y 24 veces por segundo. Una jornada laboral de un animador se traduce en 2 o 3 segundos de película. "Por eso, el proceso de producción de un proyecto como Isla de perros puede alargarse durante años", comenta a Verne el animador madrileño César Díaz Meléndez, quien ha formado parte del equipo de Isla de perros junto a otros españoles, como Daniel Abalo, Sergio Lara y Marcos Valín.
En ella, un niño japonés de 12 años comienza un viaje en busca de su perro. Los humanos sospechan que estos animales les están contagiando todo tipo enfermedades y deciden exiliarlos en una isla abandonada, que también hace las funciones de vertedero. Cuando logra aterrizar en la isla, el chico encuentra la ayuda de una particular patrulla canina que le acompaña en esta odisea animada.
Las figuras de los seis personajes principales de esta película coral cuestan aproximadamente 10.000 euros cada una, cuenta por teléfono Díaz Meléndez. Se crearon ocho copias de cada una de ellas, porque varios equipos de trabajo preparan escenas de forma simultánea, en decorados distintos de un estudio de Londres.
En total, se han fabricado más de mil muñecos, contando personajes secundarios y los que aparecen como extras, pero no todos cuestan esa cantidad de dinero. Es una cifra muy elevada incluso para el animador español, quien ha trabajado en cintas como Frankenweeinie (2012) de Tim Burton y Anomalisa (2015) de Charlie Kaufman. Aunque sean solo figuras, un departamento de diseño de vestuario trabaja para ellos, como ocurre con los actores de carne y hueso.
Tráiler de Isla de Perros
Hay infinidad de detalles que se escapan al espectador detrás de la animación de esta historia y que pueden verse en este vídeo. Por ejemplo, que el pelo de estos perros es real: es pelo de llama, desvela el animador. O que hay partes del rostro de los personajes que son de quita y pon, como la boca. Son piezas pequeñas que se fabrican con impresoras 3D. Sirven para hacer a los personajes mucho más expresivos de un modo sencillo.
"La técnica del stop-motion es muy trabajosa, pero da a las películas un carácter más artesanal. Recurrir a ella es una decisión puramente artística. Wes Anderson, por ejemplo, no busca un realismo en la imagen; quiere que se note que son muñecos, aunque cuide todos los detalles", cuenta el español.
Una de esas decisiones más artísticas que técnicas en Isla de perros es la de usar algodón para recrear una humareda. Cada vez que hay una pelea, los animadores envuelven a sus personajes en ella. "Es un sello de personalidad de Anderson. Nos comentaba que así nos ahorrábamos coreografiar las escenas de lucha", explica Díaz Meléndez, quien añade que Wes Anderson ha supervisado al milímetro todo el proceso.
César Díaz Meléndez preparando uno de los planos de la película / Adam Dalton
El trabajo de animación, paso a paso
Antes de comenzar el rodaje, la película ya está dibujada plano a plano sobre el papel, como si fuera un cómic, y se reproduce en formato vídeo para todo el equipo, explica el español.
La imagen previa del storyboard (arriba), convertida en animación 3D (abajo)
Además, los animadores analizan el guion como si fueran actores, "para conocer la personalidad de los personajes" a los que van a dar movimiento, saber el contexto de la escena en la que están trabajando y proponer ideas al director.
Tal y como se puede ver en este cómo se hizo, se hicieron pruebas de movimiento con perros en la película de Wes Anderson. Se les graba con varias cámaras para luego imitar sus movimientos en stop-motion. "También se hacen pruebas con niños e incluso yo he llegado a grabarme a mí mismo si el personaje era un adulto", comenta Díaz Meléndez.
Una cámara capta los movimientos de un perro real para recrearlos en stop-motion / Fox España
Cuando un relato está lleno de referentes artísticos, a los animadores también se les sugiere que vean algunas películas en las que se ha inspirado el director. "Wes Anderson nos proponía para Isla de perros ver cine de directores japoneses como Akira Kurosawa", recuerda el animador.
De la animación gallega a Tim Burton
El gran salto en la carrera de César Díaz Meléndez llegó cuando le llamaron para formar parte del equipo de Frankenweenie (2012), de Tim Burton. "Venía de hacer una película gallega O Apóstolo y me dijeron que, si aprendía el suficiente inglés en dos meses, podía ir a trabajar a Londres", recuerda el animador a Verne.
Luego llegaron otras producciones internacionales como Anomalista y La vida de Calabacín. El madrileño también dirige sus propios proyectos, como el cortometraje Zepo, con el que experimenta aplicando la técnica de stop-motion sobre un material como la arena.