En 1963, México fue elegido como la sede de la décimo novena edición de los Juegos Olímpicos. En 1966, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, puso al arquitecto Pedro Ramìrez Vázquez al frente del comité organizador de esta celebración.
El equipo que encabezaba Ramírez Vázquez puso especial énfasis en la identidad gráfica, desde el logotipo de los Juegos Olímpicos del 68 a la señalización de la ciudad, mientras que los espacios de las competencias estuvieron en consonancia estética. De acuerdo con datos del Comité Olímpico Internacional (COI), el logotipo de México 1968 tiene una fuerte influencia del arte psicodélico y el op art (arte óptico), un movimiento artístico que tuvo su aparición formal en 1964, según indica la revista Time, y que se caracteriza por el uso de líneas convergentes y contrastes cromáticos.
La tipografía con la que se conformó el logotipo oficial de México 1968 fue un trabajo de Ramírez Vázquez y del también arquitecto Eduardo Terrazas, quien expresó en una entrevista con el comité organizador que el arte huichol fue una de sus fuentes de inspiración. Otra versión señala que fue el estadounidense Lance Wyman el encargado de la tipografía, a quien se le atribuyen los pictogramas de los deportes olímpicos.
La Ciudad de México vio poco a poco cómo sus espacios públicos se transformaban para la celebración olímpica. Todas las sedes deportivas fueron intervenidas con la identidad gráfica y los espacios públicos fueron decorados con figuras de papel maché y globos decorados con el logotipo de México 1968.
La indumentaria de la época también fue un elemento importante en la estética de las Olimpiadas. Las mujeres encargadas de entregar las medallas a los deportistas iban caracterizadas con vestidos estampados con el logo y la tipografía de México 1968 de Terrazas y Ramírez. Las prendas se le atribuyen al diseñador de modas francés André Courrèges, quien solía utilizar los elementos geométricos de la época en faldas cuadradas y con altos contrastes de color.