Esta caligrafía inventada reta las barreras idiomáticas desde una azotea de Madrid

Masaaki Hasegawa crea "letras pensadas para ser sentidas y no leídas"

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Masaaki Hasegawa trabajando sobre la azotea de Zapadores, en Madrid / Nicola Beccu
Masaaki Hasegawa trabajando sobre la azotea de Zapadores, en Madrid / Nicola Beccu

Antes de dejarlo todo y mudarse a Madrid, Masaaki Hasegawa (Tokio, 1987) trabajaba en una oficina japonesa como investment strategist (estratega de inversión). Aunque se traduzca su cargo al español, puede que el término siga resultando ajeno para muchos hispanohablantes. De eso trata buena parte de sus trabajos como artista visual, su nueva profesión desde que cambió de vida hace cinco años: los seres humanos recurrierion a las palabras para comunicarse y ahora resulta que no se entienden entre sí.

En un mundo lleno de barreras, entre ellas las más de 7.000 lenguas distintas que existen en él, Hasegawa crea un idioma improvisado. Pinta sobre el mobiliario urbano formas abstractas, a medio camino entre la modernidad del grafiti y la tradición del shodō, el arte de la caligrafía nipona.

Su propuesta más ambiciosa ocupa los 1.926 metros cuadrados de la azotea del antiguo cuartel general de Ferrocarriles y Zapadores Ferroviarios del Ejército en el barrio de Fuencarral, situado en el norte de Madrid y reconvertido en centro de arte. Es la obra caligráfica más grande de Europa. La propuesta, que en un principio iba a permanecer de forma temporal en el edificio, se quedará en él de forma permanente. La superposición de los símbolos inventados crean las figuras circulares que son ya caracterísiticas de las obras del japonés.

La obra calgráfica más grande de Europa, en la azotea del museo-ciudad de las artes Zapadores, en Madrid. / Nicola Beccu

Con ella se pregunta sobre la labor del lenguaje en un siglo XXI que comienza a priorizar al emoji antes que al texto convencional. "A través de los idiomas puedes expresar cosas, pero siempre hay un significado más profundo que queda perdido en la traducción. Por eso invento letras que no pueden leerse, sino sentirse", dice el artista, que también ha vivido en Israel y en Australia, desde su estudio del barrio madrileño de Chueca.

Sus símbolos son el resultado de la unión de las tres grafías a las que se ha enfrentado en su vida: la del japonés, el español y el hebreo. Cada una de ellas implica lenguajes, nacionalidades y religiones distintas. "Los idiomas nos separan por categorías y nos asilan unos a otros. Quien se aleje del arte porque cree que no lo entiende, se equivoca: el arte nos une", comenta Hasegawa.

Asegurarse un lenguaje universal le ayuda a que sus trabajos ya hayan viajado por Francia, Rusia, Israel, Japón y Ucrania, como parte del proyecto Connect People Thru Art Beyond Borders (Conectar a la gente a través del arte más allá de las fronteras), que él mismo ha fundado.

Aprender de España

Llegó a Madrid en 2014 y necesitó casi dos años para poder controlar el español. "Antes de llegar hablaba cero palabras, pero vine proque necesitaba hacer algo distinto. Miraba a los jefes de mi oficina en Tokio y sabía que no quería convertirme en ellos", explica.

Unos días de vacaciones en Madrid le empujaron a intentar un cambio de vida y abandonar su oficina: "entendí que, si los españoles piensan y actúan de una forma tan distinta de la de los japoneses, el resultado de su vida también tenía que ser muy diferente. Así que vine a aprender de esta ciudad". Terminó estudiando Comunicación Visual en el Instituto de Empresa de Madrid.

Primero intentó reinventarse escribiendo ensayos sobre cómo ser más creativos. Visitaba librerías como Panta Rhei y Antonio Machado para convencerles de que vendieran sus libros y al final se convirtieron en dos de sus rincones favoritos de la ciudad. "En un encuentro con lectores, alguien me preguntó: ¿Por qué no haces arte si hablas todo el tiempo sobre la creatividad? Así que empecé a crear mis propias obras para demostrar que todo el mundo puede ser creativo. Me convertí en artista sin planearlo", confiesa.

Hasewaga, en la azotea del centro de arte de Zapadores. / Nicola Beccu

Hasewaga, trabajando sobre el centro de arte de Zapadores. / Nicola Beccu

Formas creadas con caligrafía inventada / Nicola Beccu

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