(Esta newsletter ha sido elaborada por Emi Sánchez @Emi_SanchezH y Anabel Bueno @aibueno)
A lo largo de enero se ha hablado mucho de “La Manada de Callosa”. Este apelativo hace referencia a los cuatro presuntos agresores de una chica de 19 años en esta localidad alicantina. Grabaron lo que hicieron, al igual que los integrantes de La Manada original, cuyo nombre se hizo famoso tras Sanfermines 2016.
Los medios hemos trasladado el nombre de aquel grupo de sevillanos al de estos alicantinos por el parecido del caso. “Es una metáfora que no parece coyuntural, ni efímera, sino que (y ojalá me equivoque) parece que viene para quedarse, a juzgar por los múltiples casos que se vienen registrando en nuestro país desde 2016, y que van in crescendo”, dice a Verne por correo electrónico María Luis Calero, catedrática de Lingüística de la Universidad de Córdoba. “Desde el punto de vista lingüístico, esto parece que implicará la consolidación del término manada con la nueva acepción de grupo de varones que agreden sexualmente a mujeres”, continúa.
“Los hablantes tendemos a traducir nuevos conceptos, más o menos complejos, a través de términos más concretos o más familiares. Es un mecanismo de la cognición humana que está en la base de todas las lenguas”, añade Calero. La codirectora del Máster en Género y Comunicación de la Universidad de Barcelona, Isabel Muntané, cree que los medios no debemos asumir ese mecanismo: “Como periodistas no nos podemos dejar llevar por la ola”.
Como explica Muntané, La Manada se autodenominaba así antes de que trascendiese lo ocurrido en Sanfermines 2016. En junio de 2018 fueron detenidos cuatro hombres y un menor por violar y grabar a una mejor en Gran Canaria. Se hacían llamar “la nueva manada”. “Si hablamos de La Manada hacemos el juego a los violadores, ellos se autodenominaban La Manada. Y si lo seguimos utilizando con otros grupos de violadores estamos invisibilizando la individualidad de los agresores. No es solo un tema de lenguaje. Es un tema de construcción social”, explica Muntané.
El término también fue adoptado en las manifestaciones feministas en apoyo a la víctima de La Manada. Miles de mujeres gritaron “tranquila, hermana, aquí está tu manada”. Aquella forma de usar el concepto se parece mucho más a su significado original que al que lo relaciona con agresores sexuales. “La manada está asociada al instinto de proteger. Tenemos que poner énfasis en el significado real, y de aquí su uso en el movimiento feminista”, comenta Muntané.
El uso de “manada” para definir a agresores sexuales, en opinión de Calero, se seguirá extendiendo: “Creo que la expresividad del término es lo que explica que se recurra sucesivamente a él para nombrar este tipo de violencia machista. Los medios poco podrán hacer por evitar que su uso se extienda si los hablantes deciden que es así como deben nombrarse estas terribles agresiones a mujeres”. Precisamente, para evitar ese uso, Muntané insiste en la responsabilidad de los medios: “El periodismo tiene que ser transformador, aportar herramientas para el pensamiento, para construir una mirada crítica, y más en todas las informaciones sobre violencias machistas. Si aceptamos términos como la manada estamos haciendo el juego a los violadores”.
ESTOS DÍAS ME HA GUSTADO MUCHO LEER
1. En 2019, el feminismo será interseccional (o no será) (Vogue). Cuatro activistas feministas de diferentes colectivos (feminismo negro, feminismo gitano, activismo por los derechos de la comunidad trans y activismo de diversidad funcional manifiesta) hablan sobre la necesidad de que el feminismo albergue a todas y se preocupe por la opresión que existe en torno a la diversidad.
2. De Egipto al reto de enero peludo: breve historia de la depilación femenina (Verne). La historia de la depilación femenina se remonta al antiguo Egipto, aunque la práctica moderna de depilarse las piernas comenzó durante la Segunda Guerra Mundial. En el recién acabado mes de enero la iniciativa #Januhairy invitaba a las mujeres a no depilarse el vello durante el primer mes del año y compartir la experiencia en redes sociales para normalizar la apariencia natural del cuerpo.
3. La verdad sobre los “chiringuitos feministas” que denuncia Vox (El País). Básicamente los “chiringuitos feministas” reciben menos de un tercio de las ayudas para mujeres en Andalucía. Los otros dos tercios lo gestionan en su mayoría los Ayuntamientos (de todos los signos). Las asociaciones a las que se destina ese tercio (9,7 millones de los 33,5 del total dirigido a temas relacionados con las mujeres) se dedican, por ejemplo, al apoyo a huérfanos de víctimas de violencia de género o a atender a mujeres violadas.
4. El patio de mi casa es extraordinario (Vanity Fair). Carmen Pacheco escribe aquí sobre esos grupos de mujeres, de vecinas a menudo llamadas despectivamente marujas, son a veces en realidad una red de ayuda y apoyo las unas a las otras.
5. Este tuit de Pikara Magazine en San Mamés.
ESTO HAY QUE VERLO
Mi querida Amy Poehler ha estrenado serie en Netflix como creadora, productora ejecutiva y guionista. Lo guay de Muñeca rusa (además de llamarse como esta newsletter, jeje) es que está dirigida y escrita por mujeres: a Amy Poehler la acompañan Leslye Headland (creación, producción ejecutiva, dirección y guion), Natasha Lyonne (creación, producción ejecutiva, dirección, guion y prota de la serie), Jamie Babbit (dirección) y Jocelyn Bioh (guionista).
La serie es una especie de Día de la Marmota en la que la prota muere el día de su 36 cumpleaños y, básicamente, no tiene escapatoria por más que intente evitarlo cada vez que se despierta el día que va a morir. Aquí te dejo el tráiler, que tiene una estructura muy guay, para que te hagas a la idea.
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Al igual que las muñecas rusas esconden otras muñecas dentro, nuestra newsletter lleva en su interior historias de mujeres reales y diversas, debates, actividades y recomendaciones de lectura. La Matяioska es la newsletter quincenal de Verne en la que compartimos contigo temas sobre feminismo y mujer.
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