Sara y Alejandra son dos jóvenes adoptadas que se conocieron en un orfanato chino y que se han reencontrado en Madrid 17 años después gracias a las redes sociales. Ambas son parte de esas casi 18.000 niñas chinas adoptadas que, desde 1995, se han ido incorporando como ciudadanas de España. Estas españolas, ahora adolescentes y veinteañeras, protagonizan el documental español Generación Mei Ming: miradas desde la adolescencia (2015).
Un hilo de Twitter inició la búsqueda de Sara Danyao, una española adoptada en China cuando apenas tenía 11 meses que quería encontrar a Alejandra. Compartió el 25 de marzo una foto suya en un orfanato chino, en la que aparece su compañera de juegos. Relató su historia común: Alejandra, cuatro años mayor, cuidaba de ella como si fuera su propia hermana y se puso hecha una fiera cuando fueron acogidas por familias distintas. Un día después, ya estaban en contacto.
Son dos de los rostros de los expedientes ya resueltos del país con más trámites de adopción internacional (24%) en España, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, de 2017. Un porcentaje con un lado menos positivo: las adopciones desde China afrontan retrasos de hasta 11 años, según denuncia Andeni, una asociación de padres adoptantes en China fundada en 1996 y acreditada por la administración española.
Más allá de China, la panorámica de las adopciones internacionales es que atraviesan un desplome de un 40% en las solicitudes de 2017, con 693 casos frente a los 1.313 de adopciones nacionales. En niños ya adoptados los nacionales superan en número, por primera vez en 20 años, a los foráneos, con 531 frente a 680, respectivamente. Así lo reflejan los datos de Sanidad de 1997 a 2017 recopilados por la Coordinadora de asociaciones de adopción y acogimiento (Cora).
Las habitaciones de la muerte
Channel 4 emitió en 1995 el documental Las habitaciones de la muerte, que disparó el interés por la situación de las niñas chinas abandonadas en orfanatos de su país. En él, tres reporteros de la cadena británica viajaron por China haciéndose pasar por trabajadores de orfanatos de países occidentales. Con la excusa de interesarse por la forma de trabajo de los centros chinos, grabaron con cámaras ocultas las precarias condiciones en las que millones de niñas vivían en ellos.
La política del único hijo se instauró a finales de los años 70 en China. Se trataba de un estricto control de natalidad que prohibía tener más de un hijo por pareja que se mantuvo activa hasta 2015. En las zonas rurales, el hijo suele ser de más ayuda y hereda el único apellido por lo que suele dársele más valor al varón, un factor de peso a la hora de los abandonos de las niñas.
Las habitaciones de la muerte, dirigido por Brian Woods and Kate Blewett, desató las protestas de las autoridades chinas y coincidió con un ascenso en todo el mundo del número de adopciones en China.
El documental español Generación Mei Ming: miradas desde la adolescencia, de David Gómez Rollán, recuperaba en 2015 esta historia. Daba voz a esas niñas chinas adoptadas por familias españolas y muestra parte de su vida, al llegar a la pubertad. Mei Ming, término al que hace referencia a su título, significa sin nombre.