Por qué nos dan miedo las muñecas

Annabelle solo es la última de un género que tiene al menos dos siglos de historia

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muñecas reborn
Annabelle, descansado tranquilamente, ajena a los rumores

Annabelle es una muñeca poseída que ha protagonizado tres películas de la saga de terror The Conjuring. En Annabelle vuelve a casa, estrenada en julio, el juguete vuelve a sembrar el pánico cuando se escapa de una vitrina bendecida, lo que vendría a ser una prisión de máxima seguridad para objetos malditos con impulsos asesinos.

A pesar de que los muñecos son algunos de los juguetes más habituales de cualquier niño, a menudo han protagonizado películas y relatos de terror. En alguna ocasión se ha culpado a Chucky, de la saga de El muñeco diabólico, de haber creado el subgénero, pero lo cierto es que podemos encontrar ejemplos de muñecos más o menos inquietantes desde El hombre de arena, el relato de E. T. A. Hoffmann de principios del siglo XIX en el que el protagonista tiene una relación con una autómata a la que cree humana.

Hay más ejemplos que se mueven entre lo psicológico, lo sobrenatural y la ciencia ficción. Por ejemplo, los relatos El muñeco, de Daphne du Maurier (1937) y El muñeco que lo hace todo, de Richard Matheson (1953). El género tiene casi un siglo de historia en el cine: en 1929 se estrenó El gran Gabbo, protagonizada por un ventrílocuo y su monigote, esquema que retomarían relatos y películas como Magia, con Anthony Hopkins, basada en una novela de William Goldman de 1976, además de en algunos episodios de La dimensión desconocida e incluso en La noche del muñeco viviente, uno de los libros de la saga Pesadillas, de R. L. Stine, dirigida a niños.

Los muñecos terroríficos son lo suficientemente populares como para que se hayan parodiado en uno de los episodios de Halloween de Los Simpson, en el que un juguete de Krusty el Payaso está maldito e intenta asesinar a la familia.

Además, Annabelle no está sola: recientemente se ha estrenado un remake de El muñeco diabólico y la secuela de The Boy (2016) está prevista para diciembre. ¿Por qué no nos cansamos del género? ¿Qué tienen los muñecos que no nos extraña que protagonicen películas de terror aunque sean juguetes? ¿Y cómo se hacen con el cuchillo, si no llegan al cajón de la cocina?

El valle inquietante y los miedos infantiles

Aunque a veces se hable de pediofobia (miedo a las muñecas), muñecos y muñecas no causan tanto el pánico incontrolable de las fobias como incomodidad e intranquilidad. Las muñecas son “siniestras”, por usar el término que usaba Sigmund Freud en un ensayo citado a menudo cuando se habla de este tema.

En Lo siniestro, Freud menciona cómo muñecos y autómatas pueden parecer tenebrosos, pero también recuerda que los niños pueden desear que sus juguetes cobren vida, algo que a fin de cuentas es lo que ocurre en Toy Story y en Pinocho, por poner otros ejemplos mucho menos terroríficos que los mencionados hasta ahora.

Una de las razones que explican la sensación de intranquilidad que pueden producir es el llamado “valle inquietante”, definido en la década de los 70 por el robotista japonés Masahiro Mori. Con este término nos referimos a la sensación de rechazo que nos provocan los robots que parecen humanos, pero no lo suficiente.

“Tiene que ver en parte con algo que nos resulta familiar (la cara o el rostro), que de pronto cobra connotaciones negativas al tomar vida y transformarse en monstruo o deformarse”, explica a Verne Guillermo Fouce, doctor en Psicología y autor de Psicología del miedo.

La ambigüedad de muchos muñecos nos genera esta misma incomodidad: parecen tan reales que resultaría creíble que se comportaran como una persona (una persona malvada), pero al mismo tiempo algo acaba de fallar en sus rasgos. Siempre tienen la misma sonrisa y siempre miran al mismo punto fijo, por ejemplo (y por suerte).

“Hay una confusión de categorías y el horror siniestro surge de esta confusión”, decía el escritor de terror Thomas Ligotti en una entrevista. En muchas películas y libros se juega con la incertidumbre acerca de si estos juguetes están vivos o si todo es imaginación del protagonista trastornado (nunca vemos a Annabelle moverse, por ejemplo).

De hecho, los muñecos que se suelen considerar más siniestros son los más realistas, en especial las muñecas de porcelana que comienzan a cobrar popularidad a mediados del siglo XIX y que son el modelo en el que se basa Annabelle. Son tan terroríficas que en la película se usa uno de estos juguetes a pesar que la muñeca del caso supuestamente real era de trapo.

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Dolls from the 1800's! #Antiques #DollsDollsDolls! #Vicksberg

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No a todo el mundo le asustan estos rasgos casi humanos, claro. Los niños piden muñecos cada Navidad, y muchos prefieren los realistas. Y entre los adultos, hay coleccionistas de muñecas clásicas e incluso compradores de los llamados muñecos reborn, con tanto detalle que el valle inquietante ya no es solo un valle, es toda la estepa rusa.

Otro factor que influye es la relación de los muñecos “con los miedos y la infancia”, explica Fouce. Cuando somos niños “aprendemos a gestionar el miedo, entre otras emociones primarias y básicas, y aparecen diferentes situaciones (sueños, imágenes) que hacen que nos enfrentemos a estos temores”. Muñecos y muñecas “son juguetes con los que interactuamos de pequeños para enfrentarnos por una parte a nuestros miedos y por otra para jugar a ser adultos, tomando distancia pero identificándonos en parte con el propio juguete”.

Ver a un muñeco en una película o en un museo y que parezca que nos mire nos puede resultar siniestro porque nos recuerda a esos miedos de la infancia, cuando no estábamos muy seguros de lo que iba a pasar en cuanto apagáramos la luz.

Por suerte, de mayores ya no tenemos ese problema con la oscuridad. Con la edad hemos aprendido que nada más apagar la lámpara, esa vieja muñeca saldrá del armario con un cuchillo jamonero y nos cortará en rodajas. Es algo que tenemos asumido, como el Brexit o que jamás tendremos Gobierno en España.

(A modo de conclusión y con ánimo de ayudar al lector a dormir plácidamente, dejamos aquí algunas fotos de muñecos compartidas en Instagram).

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